La furia ciudadana sacude Londres, centro del neoliberalismo global
Alfredo Jalife-Rahme*
¡Pónganse a temblar países totalitarios neoliberales! Medio millón de manifestantes británicos –cifra que rebasó las óptimas expectativas– salió imponentemente a las calles del centro de Londres a reprobar los recortes presupuestales a los servicios públicos y a expensas del bien común de parte de la alianza contranatura del Partido Conservador y del Partido Liberal Demócrata (sic).
Los recortes de George Osborne, manejador de las finanzas de la coalición, perjudican a la mayoría de la población y benefician a la parasitaria plutocracia bancaria, pese a su ostensible insolvencia.
Si Londres, hoy principal plaza financiera del planeta (donde opera inmisericorde y desreguladamente la fauna neoliberal de los banqueros esclavistas Rothschild y su presunto hombre de paja, el megaespeculador George Soros), ha sido sacudida en sus entrañas, ergo, cualquier centro neoliberal del planeta puede ser motivo de las legítimas protestas ciudadanas.
Londres desplazó a Wall Street (arrumbada a un humillante tercer lugar) como la primera plaza financiera global, según el reciente Índice de Desarrollo Financiero del Foro Económico Mundial de Davos.
¿El revolucionario aroma del jazmín tunecino llegó a Londres, después de Wisconsin y Ohio?
No, en estricto sentido cronológico, ya que Londres sufre su segunda manifestación después de la del año pasado, que se había adelantado a la revolución del jazmín del paradigma tunecino.
El año pasado los jóvenes protestaron ruidosamente (cuyos proyectiles alcanzaron irreverentemente a la familia real británica) contra el incremento a sus matrículas.
Hace dos meses comentamos que el ex premier británico Brown temía una revuelta global de estudiantes desempleados y hambrientos (ver Bajo la Lupa, 26/1/11). Los temores de Brown se cumplieron exactamente dos meses más tarde.
¿Impondrá el anacrónico Consejo de Seguridad de la ONU una zona de exclusión aérea en Londres para proteger de la globalización neoliberal a los contestatarios británicos?
Fueron atacados en forma significativa los bancos neoliberales, en particular HSBC y Royal Bank of Scotland (presuntamente banco de la reina y controlador real, en el doble sentido de la palabra, del español Banco Santander), así como otras entidades comerciales del hiperconsumismo, y hasta el simbólico hotel Ritz (de la alcurnia plutocrática).
El gobierno de coalición catalogó la violencia piromaniaca como producto de infiltrados anarquistas que portaban mantas alusivas al primer ministro Cameron como Thatcher II. Otras mantas invitaban a escuchar la furia (sic) del pueblo (sic). Una manta fue particularmente perturbadora: Cameron, el carnicero (sic) de Gran Bretaña. Le pudieron haber agregado: también de Libia.
Tampoco se puede soslayar que los gobiernos totalitarios (en lo económico y/o en lo político) suelen recurrir a sus anarquistas, una técnica muy añeja para mancillar a los manifestantes pacíficos.
Al premier británico David Cameron se le incendiaba su frente interno mientras bombardeaba Libia con el fin de reposicionar a la depredadora British Petroleum expulsada del Golfo de México (tesis de Stratfor).
The Observer (26/3/11) aduce que la marcha de la alternativa envía un mensaje ruidoso al gobierno y cuya vasta mayoría era gente ordinaria (sic) que deseaba hacer escuchar su voz, aunque un pequeño grupo de alborotadores parecía inclinado a causar perturbaciones.
Se trató de la mayor manifestación organizada por los sindicatos en los recientes 20 años y la mayor protesta desde la marcha contra la guerra en 2003. Es apenas la punta del iceberg y las protestas van a continuar in crescendo.
Los contestatarios acusan al Partido Conservador de imponer su leitmotiv thatcheriano de que no existe alternativa y que el desempleo es el precio que vale la pena pagar. Tal es la quintaesencia del depredador neoliberalismo global: mantener y sostener las especulaciones financieras de la insolvente banca parasitaria mediante el patrimonio nacional, los fondos de pensiones y el trabajo esclavizado de los ciudadanos. A eso todavía se atreven llamar civilización.
Una exigencia reiterada que nos suena familiar a los mexicanos (no olvidar que el neoliberalismo es un modelo depredador global) era: ¡Que paguen impuestos los ricos!
Patrick Sawer y David Barrett, del rotativo ultraneoliberal The Daily Telegraph (26/3/11), arremeten contra la devastación de los anarquistas anticapitalistas a quienes les llueven los insultos y son tildados de chusma de gamberros que han dañado la reputación de Gran Bretaña alrededor del mundo.
Damian Reece, jefe de la mesa de negocios (sic) del mismo rotativo neoliberal The Daily Telegraph (29/3/11), diferencia a los despedidos del sector privado, más dóciles, de los del sector público, más indomables: Los recortes realizados por las empresas del sector privado, que empezaron en 2008, fueron rápidas y profundas y no recibieron la misma cantidad de cobertura de los medios ni resultaron en manifestaciones masivas ni en anarquía. Reece por fin descubrió el fin de la violencia humana, en el país de los hooligans del futbol: privatizar todos los empleos con el fin de finiquitar las manifestaciones once for all.
Según el sofisma de la teología neoliberal el problema no es su modelo nihilista, sino los humanos quienes no se dejan aniquilar. A ver si en las próximas manifestaciones in crescendo en Gran Bretaña aceptan sus disparates a los propagandistas muy bien lubricados del neoliberalismo global.
Richard Rogers, del rotativo británico The Guardian (26/3/11), detalla que los rostros de la protesta antirrecortes proviene de la clase media: enfermeras, abogados y profesores, cuyo mensaje fue muy claro para la coalición de David Cameron: el pueblo no está feliz.
¿No aportó, entonces, felicidad la teología pagana de la globalización neoliberal financierista? Recomendamos al respecto el excelso ensayo El colapso de la globalización (Truthdig, 28/3/11), del galardonado escritor educado en Harvard Chris Hedges, quien reclama en Estados Unidos (¡supersic!) actos sostenidos de desobediencia civil en contra del Estado plutocrático.
Ya decíamos que sería un grave error de juicio pretender que la revuelta del mundo árabe estaba confinada a dicha región ante el mismo fenómeno estructural: la crisis multidimensional (financiera, económica, energética y alimentaria, en medio del cambio climático) que epitomiza una crisis de la civilización (sic) occidental incapaz de brindar empleo a sus jóvenes con el fin de rescatar a sus parasitarios banqueros, quienes sumieron al mundo en su grave crisis.
Tal es la lógica del triage neoliberal consustancialmente misántropo: se rescata a un puñado de banqueros, quienes causaron la crisis, y se castiga todavía más a quienes la padecen. Esta es la verdadera filosofía nihilista neoliberal, que ha conducido a la revuelta global ciudadana que subsume el requilibrio ontológico de la preservación de todas las especies vivientes de la creación, desde Londres pasando por El Cairo hasta Madison.
La revuelta global ciudadana asienta una imperativa necesidad biológica frente a su indeseado exterminio a fuego lento.
*Analista internacional mexicano, columnista de La Jornada