La genuflexión de Bolsonaro ante Trump disgustó a militares brasileños
En su primera visita oficial como Jefe de Estado, el ultraderechista presidente brasileño Jair Bolsonaro cumplió su sueño de reunirse en privado con su admirado Donald Trump, para asegurarle en persona el cambio radical en la política exterior de su país, en su misión de convertirse en el aliado estratégico principal de Washington en la región.
Tras el intercambio de camisetas de fútbol con Trump, Bolsonaro dijo sí a todo lo que le propusieron: la eliminación de la obligatoriedad de visado consular para ciudadanos estadounidenses para ingresar en territorio brasileño, sin reciprocidad por parte de EU (Estados unidos); autorizó la utilización de la base militar de lanzamiento de cohetes de Alcántara, y aceptó todas sus exigencias ante la promesa de intensificar el comercio bilateral.
Y regresó con un puñado de promesas: el apoyo para el ingreso de Brasil a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a cambio de renunciar a la condición de que disfruta en la Organización Mundial de Comercio (OMC) donde se considera a Brasil como una economía en desarrollo, con los beneficios que tal situación le asegura. Y regresó en medio de un creciente malestar de los mandos castrenses,
Lo que nadie supo explicar es a qué se comprometió en la visita que hizo con su ministro de Justicia, Sergio Moro a la CIA (primera vez que un mandatario visita una central de inteligencia extranjera); si se firmó algún compromiso de cooperación. Tampoco se reveló el acuerdo firmado con el FBI para dar combate “al narcotráfico, al lavado de dinero y al terrorismo”. Cabe recordar que ambos mandatarios ponen en esa categoría de terroristas a los movimientos sociales.
En su viaje de enero al Foro Económico de Davos, había cometido demasiados deslices, exponiéndose al ridículo, Esta vez, un entusiasta Bolsonaro reiteró su compromiso de dar combate al socialismo y al comunismo en Brasil y en todo el hemisferio, y al ser preguntado por periodistas sobre la eventualidad de que su gobierno colabore con una intervención militar en Venezuela, contestó con aire grave que “hay ciertas cuestiones estratégicas que, si la divulgas, dejan de ser estratégicas”.
En su esfuerzo por trazar un paralelismo entre su trayectoria y la de Trump, dijo que cree en la transformación de su país “por las manos de Dios”, a quien hizo referencia durante su discurso ¿improvisado? Creemos en Dios, estamos contra lo políticamente correcto, no queremos la idolología de género (…) “Queremos un Brasil grande como Trump quiere una América Grande” (en referencia al slogan trumpista “Make America Great Again”).
Lo cierto es que la visita de Bolsonaro a Trump contó con escasa cobertura por la prensa local y solo fue destacado por dos medios (Los Angeles Times y CNN). Otros dos le dieron una importancia secundaria ((Bloomberg y The Washington Post), cuatro la mostraron como una noticia de poca relevancia (The New York Times, The Wall Street Journal, Fox News e MSNBC), y uno de ellos (USA Today) simplemente la ignoró.
Generales preocupados
El tono adoptado en EU por el presidente Jair Bolsonaro acerca del apoyo a una eventual acción militar contra Venezuela hizo sonar las alarmas entre los generales en actividad de las Fuerzas Armadas, que temen que haya comprometido ayuda a Washington en una misión para derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro, un punto de ruptura del apoyo de la cúpula castrense al gobierno, tras la promesa electoral de permitir la instalación de una base estadounidense en Brasil.
En sus grupos de WhatsApp, los militares intercambiaron impresiones sobre los dichos de Bolsonaro. La versión de que Brasil pudiera ofrecer ayuda logística a alguna invasión o acción estadounidense, lo que es inaceptable para la mayoría de la cúpula brasileña de Defensa, señala el diario conservador Fila de Sao Paulo.
Fue a EU acompañado por su familia y por su principal consejero militar, el general Augusto Heleno, ministro de Seguridad Institucional y comandante de la fuerza de la ONU en Haití, y del portavoz Otávio do Rêgo Barros, un general en actividad, en ascenso dentro del Ejército, quienes moderaron las palabras del presidente cuando dijo que “la democracia solo existe porque así lo quieren los militares”.
Si la orientación del gobierno brasileño cambiara, sería una victoria del ala ultraconservadora del gobierno y del entorno de Bolsonaro, como el canciller colombo-brasileño Ernesto Araújo, y el asesor internacional de la presidencia, Filipe Martins, quienes ya se enfrentaron al vicepresidente, el general Hamilton Mourão, quien fue agregado militar en Venezuela y uno de los miembros del gobierno contrarios a cualquier salida no diplomática para la crisis venezolana, quien ya se manifestó contra una intervención.
Bolsonaro declaró que “la gran mayoría de los inmigrantes no tiene buenas intenciones”, una de la lista de diatribas contra mujeres, minorías y homosexuales, quizá para adular a su anfitrión, cada vez más agresivo con el control migratorio, dice The Washington Post.
Lo que intentó Bolsonaro en Washington fue recuperar el rol de aliado estratégico privilegiado de EU en Sudamérica, tras el fracaso estrepitoso de Colombia, el cómplice elegido por los halcones de Trump para intentar una invasión a Venezuela.
Brasil y EU nunca han estado más cerca, aseguró Trump, quien anunció medidas más dura contra Venezuela (enseguida el Departamento del Tesoro anunció medidas contra la estatal minera Minerven); repitió que “todas las opciones están sobre la mesa” y pidió nuevamente” a los miembros del ejército venezolano que dejen de apoyar a Maduro, que en realidad no es más que un títere cubano”. Washington cree que el buen vínculo entre los militares venezolanos y brasileños puede ayudar a propiciar un golpe.
Por su parte, Bolsonaro, quien cenó con Steve Bannon, el gurú de la ultraderecha y ex estratega de Trump y visitó el cuartel general de la Agencia Central de Inteligencia. declaró que había hablado con su homólogo acerca de permitir que el ejército estadounidense se posicione en Brasil, cerca de la frontera con Venezuela. Para aprovechar su estancia en Washington, Bolsonaro también analizó la crisis venezolana con Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos.
En las redes sociales brasileñas, reprocharon duramente al gobernante por eliminar las visas a los estadounidenses que viajan a Brasil sin la reciprocidad de EU y por sus declaraciones en apoyo a la controvertida política migratoria de Trump.
El acuerdo espacial
El acuerdo espacial fue firmado en la Cámara de Comercio de Washington. La base de Alcántara, en el estado de Maranhao, tiene una ubicación ideal para los lanzamientos, pues está muy próxima a la línea del Ecuador, lo que permite economizar hasta 30% del combustible o llevar más carga. Pro el acuerdo deberá ser aprobado por el Congreso, y muchos sectores nacionalistas lo ven como un riesgo de pérdida de soberanía.
Construido en 1983, el Centro de Lanzamiento de Alcántara con la limitación de que no podía ser usado por otros países. Con el nuevo Acuerdo de Salvaguardias Tecnológicas (AST) que permite a EU lanzar satélites con fines pacíficos desde esta base, Brasil espera que lluevan inversiones (centenares de millones de dólares, según el coronel Carlos Moura, presidente e la Agencia Espacial Brasileña), aún cuando se pone en riesgo la soberanía del país.
Los militares brasileños no están de acuerdo con esta cesión de soberanía por dólares. Según el AST, solo personas designadas por las autoridades estadounidenses tendrán acceso a los artefactos con tecnología estadounidense. En contrapartida, Brasil recibirá un pago por el alquiler de la base. El acuerdo debe pasar por el Congreso.
En los últimos años, la base quedó restringida a vuelos suborbitales (hasta 100 kilómetros sobre el nivel del mar) y a cohetes experimentales. Las empresas estadounidenses (Saces de Elton Mus, Virgen Galáctica de Richard Brandon y Blue Origen, de Jeff Bezos) saben que desde Alcántara pueden realizar vuelos espaciales. El mercado espacial movió tres mil millones de dólares en 2017, según cifras oficiales.
EU detenta cerca del 80% de la tecnología de lanzamiento de satélites (más de 40 lanzamientos comerciales se realizan cada año). Un proyecto similar ya fue bloqueado (a fines del 2000) por el Congreso por amenazar la soberanía nacional, que consideró que la zona sería administrada por EU en la práctica, dadas las restricciones al acceso brasileño a cualquier tecnología estadounidense.
Fue a Washington lleno de regalos y pleitesía y regresó apenas con promesas.
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)