La infinita guerra en las «dos Coreas»

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Martin Hart-Landsberg.*

¿Qué pasa en la península coreana? Si se lee la prensa o se escucha a los presentadores en la televisión, se llega a suponer que un régimen demencial norcoreano está dispuesto a arriesgar la guerra para distraer de sus tensiones políticas interiores. Sería difícil evitar esta conclusión porque los medios suministran pocas veces algún contexto histórico o explicaciones alternativas para las acciones norcoreanas.

Por ejemplo, se ha hablado mucho del (supuesto) ataque norcoreano con un torpedo, en marzo de 2010, contra el Cheonan (un barco surcoreano) cerca de la isla Baengnyeong y del ataque de la artillería norcoreana en noviembre de 2010 contra la isla Yeonpyeong (que alberga una base militar surcoreana). La opinión generalmente aceptada es que ambos ataques fueron motivados por los esfuerzos de la elite norcoreana de allanar el camino para la transición de la dirigencia que tiene lugar en su país.

La conclusión: Corea del Norte es un país fuera de control, en el que definitivamente no se puede confiar y con el que no puede haber negociaciones.

’, escribió Kissinger en un cable confidencial de febrero de 1975. ‘En la medida en que pretende dividir unilateralmente aguas internacionales, es evidentemente contraria al derecho internacional’.”

Dudo que las discusiones de los dos eventos recién señalados hayan mencionado esta historia.

Tensiones actuales

Las tensiones en la región no son sólo el resultado de decisiones políticas del pasado. Se siguen tomando decisiones críticas. Por ejemplo, en octubre de 2007, una reunión en la cumbre inter-coreana entre Roh Moo-Hyun (el anterior presidente surcoreano) y Kim Jong Il (el líder norcoreano) produjo un compromiso de ambas partes de negociar un área pesquera conjunta y crear una “zona de paz y cooperación” en el Mar Amarillo. Este acuerdo podría haber reducido considerablemente las tensiones entre los dos países y contribuido a promover un proceso pacífico de reunificación.

Sin embargo, unos pocos meses después de la cumbre, el recién elegido y actual presidente surcoreano, Lee Myung-bak, rechazó los acuerdos logrados en esa cumbre y la anterior realizada en el año 2000. Lee ridiculizó abiertamente los esfuerzos surcoreanos del pasado por mejorar las relaciones con el Norte, y propugnó acciones agresivas en su contra. El gobierno de EE.UU. apoyó la posición de Lee.

Con estos antecedentes, consideremos ahora el primer evento: el supuesto hundimiento por Corea del Norte del Cheonan. El gobierno de Lee afirma que un submarino norcoreano fue responsable del hundimiento del Cheonan y la muerte de 49 marineros. El Cheonan era un barco antisubmarinos, que participaba en juegos de guerra cuando fue hundido en las aguas en disputa alrededor de la isla Baengnyeong.

Significativamente, después de semanas de investigación oficial de la causa del hundimiento, Lee culpó públicamente a Corea del Norte sólo un día antes de elecciones locales, elecciones que el partido gobernante perdería según los pronósticos. En los hechos, el partido de Lee recibió una paliza en las urnas.

¿Pero qué pasó con la evidencia de la responsabilidad norcoreana? Corea del Norte ha negado toda participación en el hundimiento. De hecho, hay buenos motivos para creer que el Cheonan se hundió porque chocó contra un arrecife; es lo que su capitán informó cuando envió un mensaje por radio a los guardacostas surcoreanos pidiendo ayuda.

Como señalé en un artículo anterior, tal vez la evidencia más convincente que pone en duda las afirmaciones del gobierno surcoreano de que el Cheonan fue torpedeado por un submarino norcoreano es el hecho de que todas las víctimas del Cheonan murieron ahogadas, casi ninguno de los 58 miembros de la tripulación que sobrevivieron sufrió heridas graves, y los instrumentos internos del barco siguieron intactos. Según varios científicos, si el Cheonan hubiera sido alcanzado por un torpedo, toda la tripulación habría volado por los aires, causando huesos quebrados y la destrucción de instrumentos.

Juegos de guerra agresivos

¿Y el incidente más reciente en relación con el ataque de la artillería norcoreana contra la isla Yeonpyeong? La posición surcoreana es que sus militares estaban solamente involucrados en juegos de guerra de “rutina” (con la participación de 70.000 soldados), que por casualidad también incluían el disparo de munición real hacia el mar desde una base militar en la isla. No habían hecho nada para provocar un ataque de la artillería norcoreana contra la base.

En realidad, el Sur había estado reforzando su artillería en la isla desde hacía un cierto tiempo, realizando ejercicios de artillería cada vez más agresivos con el objetivo aparente de aumentar su capacidad de inhibir el movimiento de la armada norcoreana incluso en sus propias aguas. Esos ejercicios constituían una amenaza directa para la seguridad norcoreana teniendo en cuenta la cercanía de la isla a su costa.

Además, aunque el Sur afirma que sus juegos de guerra y fuego de artillería eran rutinarios, puede haber sido la primera vez que juegos de guerra importantes y disparos simultáneos con munición real fueran realizados por el Sur hacia territorio reivindicado por el Norte. El Norte disparó contra baterías de artillería surcoreana ubicadas en la isla Yeonpyeong sólo después del rechazo del Sur de sus repetidas demandas de que dejara de disparar munición real .

Sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta sobre el hundimiento del Cheonan y el ataque de Yeonpyeong. Sin embargo, lo que parece claro es que existen numerosas complejidades en relación con estos eventos que nunca se han publicado aquí, en Estados Unidos, y que esas omisiones terminan por reforzar una visión de las motivaciones y acciones norcoreanas contraproducente con respecto a lo que debería ser nuestro objetivo: lograr la paz en la península coreana.

¿Qué podría ayudar? ¿Y si se alentara al gobierno de EE.UU. a que acepte las ofertas norcoreanas de iniciar negociaciones de buena fe orientadas a firmar un tratado de paz que termine la Guerra de Corea como un primer paso hacia relaciones normalizadas? El hecho de que nuestro gobierno sea renuente a reconocer públicamente el carácter cuestionado de la NLL o a buscar un final de la Guerra de Corea plantea importantes preguntas sobre las motivaciones que impulsan la política exterior.

* Profesor de Economía y director del Programa de Economía Política en Lewis and Clark College, Portland, Oregon, e investigador adjunto en el Instituto de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Gyeongsang, Corea del Sur. Este artículo apareció primero en su blog Reports from the Economic Front.
En www.rebelion.org —que cita como fuente a www.globalresearch.ca.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.

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