La literatura nos salva
Si bien mi vida no sería la misma sin la lectura, no critico la vida de un “no lector”, quienes seguramente encontrarán satisfacción en otras actividades, las cuales, no tengo dudas, puedan hacerlos tan felices como a mi, los libros. Frecuento un taller de literario, y me doy cuenta que la pasión que mis compañeros sienten por la lectura y la escritura, es la misma que me abarca a mi. Los libros nos unen.
He profundizado en literatura inglesa, francesa, española, italiana, rusa, etcétera, que había leído pero que no conocía tanto, y de verdad me he llevado estupendas sorpresas y algunos han pasado a estar entre mis “favoritos”. También he descubierto nuevos autores, con algunos de ellos sufrí un “colpo di fulmine”, y se encuentran entre mis imprescindibles.
Entre los autores que leo desde siempre, y que nunca defraudan, están grandes escritores y escritoras de la literatura latinoamericana, como Gabriel García Márquez, Francisco Coloane, Julio Córtazar, Daniel Chavarría, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Elsa Osorio, Isabel Allende, Mario Delgado Aparaín, Jorge Amado, Ida Vitale, Joao Guimaraes Rosa y tantos otros. Sería imposible nombrarlos a todos en este artículo. O autores de otras latitudes, de esos imprescindibles, pienso a Saramago, Almudena Grandes, Herman Hesse, Albert Camus, Gunter Grass, y muchos más.
Pero también he descubierto, en los últimos años principalmente, autores europeos (griegos, nórdicos, vascos, italianos, franceses), asiáticos, norteamericanos, mexicanos, latinoamericanos, maravillosos.
Gassan Kanafani (en la foto), palestino; Juan Manuel Fajardo, español; José Eduardo Agualusa, angoleño, fantástico; Olivier Truc, francés radicado en Estocolmo que ambienta sus novelas policiales, en Noruega, Petro Markaris, griego, novelista policial excelente y adictivo; Kintto Lucas, uruguayo-ecuatoriano, a quien conocía en otros aspectos, políticos y periodísticos, pero que sólo hace algunos años tuve la suerte de descubrir como poeta y narrador.
Y para finalizar esta síntesis, que no puede abarcar a todos, ni a los ya conocidos (algunos son obvios: pienso por ejemplo en Hemingway, Onetti, Tabucchi, Idea Vilariño, Marcela Serrano, Claudia Piñeiro, Padura, Bolaño, Melville, Neruda), ni a los nuevos descubrimientos (faltaron muchos), no puedo dejar de nombrar a Wole Soyinka, nigeriano y a Mia Couto, mozambiqueño.