La máscara de Fu Manchu

RW

El doctor del mal tanto llenó cines como tomó por asalto los comics a lo largo de la primera mitad del siglo XX, copó también los primeros años de la televsión. La "mente maestra" del crimen –maldad tan total como ingenua, al fin de cuentas– cabalgó sobre el escurridizo temor que por lo oriental se había instalado en Europa, primero, y en Estados Unidos después.

Una veintena de películas, entre 1921 y bien entrada la segunda mitad del siglo XX –incluyendo dos seriales de 14 y 12 episodios– dan cuenta de la popularidad del personaje creado en 1913 por el británico Sax Rohmer (1883-1959), por lo demás un buen escritor del género policial (der). Hoy Fu Manchú se aprecia más cerca de la farsa que de la aventura, pero en sus primeros años llegó a personificar para el gran público el abstruso misterio que se asignaba al "lejano oriente".

Fu Manchú odia a los europeos, particularmente a los británicos –en el cine de Hollyuwwod y en las mil historietas que lo tienen como protagonista odiaría también a los estadounidenses–, y hacia el final los argumentos ideados en ese país, además a la democracia. Es descendiente de la mítica familia real china, cuenta con recursos inagotables, tendrá una hija tan depravada como él y siempre será al final de cada aventura derrotado por el inefable "sir" Denis Nayland Smith, que como corresponde en todas las novelas de misterio y policiacas de la época tiene un fiel amigo/esclavo: el doctor Petrie.

Con el paso del tiempo otro personaje oriental logra, en cierto modo, derrotar en popularidad a Fu Manchú, el detective, también chino, Charlie Chan.

La máscara de Fu Manchú, quizá el mejor filme sobre sus correrías, cuenta con un actor de lujo: Boris Karloff, y una contrafigura femenina de gran fama en su tiempo: la acriz Myrna Loy. Estrenada en 1932, participó en su dirección Charles Vidor, realizador que llegó a tener un enorme prestigio, aunque no figura en los créditos que atribuyen todo el trabajo a Charles Brabin.

El guión no está basado en una obra de Rohmer, y suena en la actualidad un tanto disparatado: se ha descubierto en un lugar remoto la tumba de Gengis Khan, y para allá parte el aristócrata inglés para impedir que la mente maestra se apodere de las reliquias y reclame para sí el viejo imperio para lanzar sus huestes contra el mundo occidental.

La película es de factura correcta y notable la interpretación del entonces joven Boris Karloff. Ver La máscara… es sumergirse poco más de una hora en un mundo que, para entonces, había abandonado el siglo XIX y la época victoriana, pero conservaba muchos de sus "tics" y valores. Vale la pena verla. Está hablada en inglés con subtítulos en castellano y pertenece  la filmoteca de Roberto de Chiara (www.robertodichiara.com).

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