La naturaleza aun responde

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El progreso económico y civilizatorio entró a saco en Chile. En su altar se desangran los bosques nativos, se discrimina y encarcela a pobladores mapuche, se lleva a la miseria a los pescadores artesanales, mueren obreros de la construcción, se ponen en uso autopistas antes de ser terminadas -y se cobra por usarlas-, se contaminan aguas y tierras. Un ejemplo, menor por su cuantía, pero arquetípico por su signficado, es la mortandad de cisnes de cuello negro y otras aves en el santuario natural Carlos Anwandter, en el sur del país (ver: www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=537″>Chile: planta industrial provoca ecocidio.

Se lee en el Diario Austral de Valdivia que en las áreas de las comunidades de Amargo y Corral los cisnes comienzan a instalarse en la vecindad. El periodista Marcelo Calfuquir lo consigna de este modo: «Alterado han visto su entorno los vecinos del camino a San Carlos, sector de Amargos y Corral, por la llegada de unos 60 cisnes de cuello negro a las riberas de sus hogares.

«Según los mismos dueños de casa, estos ejemplares han ido en aumento día tras día, lo cual causa preocupación por lo inusual de la situación. «Hay cerca de 60 cisnes. Nunca se había visto esto, llegaron de un rato para otro transformado las orillas de las playas como lugares de descanso y tranquilidad», señala Adolfo Pérez, pescador del lugar».

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Otro vecino, «Osvaldo Vera, pescador artesanal señala que las aves siempre vuelan en búsqueda del mejor alimento para subsistir. ‘No se había visto esta cantidad en años. Vienen, porque arrancan de la contaminación de las aguas y por la falta de luchecillo. No creo que tenga mucha relación la celulosa, pero me parece que están viendo esa situación (…) La naturaleza obliga en determinados momentos a cambiar de casa. Ojalá que por eso se encuentren cerca de las playas. Esperamos que cuando se abra la temporada de playas, podamos cuidarlos más y no darles cosas tóxicas que los puedan matar. El hombre es muy dañino», transcribe Calfuquir.

El asunto de que da cuenta el artículo del diario valdiviano y el texto de Claude sólo reflejan un atropello que es, en América Latina, pan de todos los días.

La muerte de cisnes en Valdivia

fotoDice Marcel Claude:

La planta de celulosa del poderoso grupo Angelini, ubicada en la provincia de Valdivia, ha estado por uno u otro motivo de manera permanente en la mira de todos los chilenos. La operación de esta planta se inició en febrero de este año, generando inmediatamente polémica por los olores que afectaron a una amplia zona geográfica. En Valdivia, distante a 50 kilómetros, las protestas de la comunidad se hicieron escuchar con fuerza.

Originalmente la Celulosa Arauco -propietaria de la planta- había declarado que esos olores, asociados a las emisiones de compuestos de azufre reducido, iban a tener un impacto menor y sólo en la zona circundante a la planta. La empresa reconoció los perjuicios para la comunidad, anunció la instalación de una nueva tecnología, con un costo de casi siete millones de dólares, la que permitiría la incineración de esos gases, y recientemente se habría completado la instalación de ella.

No obstante, durante las últimas semanas un nuevo conflicto se ha abierto a propósito de la muerte de un gran número de cisnes de cuello negro en el santuario de la naturaleza «Carlos Anwandter», del río Cruces. Aunque «nuevo» es una forma de decir, ya que desde 1997 se ha venido planteando la disconformidad por parte de la comunidad y de diferentes organizaciones civiles, con la realización del entonces proyecto. Ya en esa época se detallaron los riesgos -que ahora se están evidenciando- de la operación en la zona de San José de La Mariquina, de una nueva planta de celulosa.

Incluso durante noviembre de 1998 -hace casi exactamente seis años- interpusimos, junto al Movimiento de Defensa del Santuario de la Naturaleza Río Cruces, un recurso de protección en contra de la Comisión Regional del Medio Ambiente de la Décima Región por «vulnerar el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y el deber del Estado de tutelar la preservación de la naturaleza».

Ya en ese entonces existían antecedentes sobre los riesgos del proyecto, argumentándose que uno de los problemas más críticos y graves iba a ser la descarga de residuos industriales líquidos y otros agentes contaminantes, tales como cloro, metales pesados, entre otros, que «alterarían en forma definitiva e irreversible el Santuario de la Naturaleza».

Cabe también recordar que la mencionada acción legal fue rechazada de plano por la justicia, sin considerar la referencia expresa que se hacía a que el mencionado Santuario de la Naturaleza era y es, además, una zona protegida de importancia internacional, especialmente como hábitat de las aves acuáticas, amparada por la Convención de Ramsar. En esos años era además el único sitio chileno incluido en la lista internacional, situación que le permitía al país cumplir con el requisito para la ratificación de dicha convención.

Considerando el contexto de hace ocho años y enfrentados a la actual situación, resulta sorprendente, paradojal y arbitrario que la autoridades del momento, conociendo las calidades reunidas por este sitio de importancia internacional, hayan actuado con tanta desmesura y falta de prudencia administrativa aprobando un proyecto como el de celulosa en Valdivia.

Pero más allá de las particularidades de este caso y de no respetar la legislación vigente en Chile para santuarios de la naturaleza ni los acuerdos internacionales, esto es un reflejo más de otras muchas situaciones similares que se dan en nuestro territorio -aprobación de uso de petcoke, pesca indiscriminada con artes destructivas del fondo marino, contaminación por ozono, descargas de hidrocarburos al mar, pérdida de biodiversidad, etc.- que no hacen sino hermanarnos, a todos los chilenos, con la suerte de los cerca de tres mil cisnes muertos en la zona del Río Cruces.

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* Director de Fundación Oceana -Oficina para América del Sur y Antártica.

Artículo publicado por el diario La Tercera (www.latercera.cl/medio/articulo/0,0,3255_5732_103315838,00.html).

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