“La poesía es una forma peculiar de autoerotismo”
Luis Benítez.*
La globalización se refiere a la progresiva uniformidad en materia de modas y consumo —que se pretende sea la cultura—; deriva del proceso de mundialización económica (y la nave a la deriva corre el riesgo de zozobrar). ¿Por qué no hablar mejor de la fusión de identidades? ¿De la gozosa cópula de las regiones diversas que mutuamente se enriquecen? ¿Por qué no hablar con la poeta veneciana Silvia Favaretto?
Pese a su juventud y su modestia —cualidad que es rara avis en el género— la poeta, ensayista y narradora italiana Silvia Favaretto acusa una muy interesante trayectoria literaria, que le ha valido numerosos reconocimientos, dentro y fuera de su país. Asidua invitada a diversos festivales latinoamericanos de poesía, es ella misma especialista en letras iberoamericanas, con estudios cursados en Europa. Desde Venecia se explaya sobre diversos temas, entre ellos cuál es la situación de nuestras letras en su país.
—Usted acredita una meritoria carrera como autora. ¿Puede hablarnos sobre su trayectoria literaria?
—Realmente mi trayectoria empezó en la infancia: a los 6 años de edad, escribí en una tarea que nos encargó la maestra: “Yo, cuando sea grande, seré poeta”. Casi no tenía libros en mi casa. Todos los libros que tengo ahora en mi departamento me los fui comprando de a poquito, sola, o los recibí a través de regalos. Pero empecé a escribir de verdad, poéticamente, en la secundaria, gracias a una profesora de italiano, Adriana Demas, a quien dediqué una sección de mi primer libro La carne del tiempo.
"Ella me hizo entender que lo que escribía yo valía algo. Empecé, en cambio, a publicar, gracias al festival de poesía de Medellín, Colombia. Allí conocí a mi primer editor y ahí comenzó lo que llamó usted una “carrera”, aunque me siga pareciendo que sólo recién estoy empezando y que me falta mucho camino para poder considerarme merecedora de afirmar que hice una “carrera”.
—¿Qué autores influyeron más en su estilo?
—Por razones profesionales, mis estudios universitarios y el doctorado, me he dedicado mucho a estudiar los distintos autores de lengua castellana y creo que en todos ellos haya algo que rescatar, desde el modernismo de Rubén Darío hasta el ‘boom’ de Márquez y Fuentes.
"Pero en otras latitudes también encontré obras interesantes. He amado mucho a Cesare Pavese, entre los italianos, y como mujer a la francesa Anaïs Nïn.
"Entre los autores que más influyen hoy en mi obra, se destacan Lauren Mendinueta, poeta colombiana, Clarice Lispector, la novelista brasileña, y Anise Koltz, de Luxemburgo".
—¿Cómo se ubica dentro de la actual escena poética italiana?
—En los márgenes. Quiero decir, no me siento perteneciente a ninguna generación de poetas italianos. Me siento más bien perteneciente a una generación de poetas transnacionales. Encuentro semejanzas de inquietudes y ansiedades compartidas con otros escritores de mi generación que no pertenecen a mi tierra.
"Y estoy hablando del guatemalteco Alan Mills, de la ya nombrada Lauren Mendinueta y de otros muchos, que no son de mi país y con quienes, sin embargo, me hermana algo superior a la ciudadanía".
—¿Cuáles han sido los temas abordados por su trabajo creativo y por qué eligió dichos temas?
—Creo que la poesía es un proceso en gran parte inconsciente, como en los sueños o en el delirio. Es decir, yo no elijo los temas, ellos se apoderan de mí sin que yo lo sepa y brotan del bolígrafo, casi sin que yo me entere. Escribo acerca de lo que advierto y percibo. Mi poesía es mi propia piel. Escribo respecto de cómo me tocan las cosas, el roce del espanto, de la alegría, de la tristeza.
"El tema, finalmente, soy siempre yo: la poesía es una forma peculiar de autoerotismo, una manera de ilusionarnos con que nos somos suficientes, con que no necesitamos el amor de otros. Y a la vez, la poesía es un tremendo alarido que busca la respuesta de otro. Estos son los temas, aunque no creo que se pueda hablar exactamente de un proceso consciente de elección.
"Cuando me pongo a pensar de forma racional en cómo hacer un poema, es allí que la poesía muere. Cuando se vuelve un artificio lógico, con temas escogidos y palabras bien equilibradas, filtrado por nuestra racionalidad, el poema lo puedo tirar, ya no sirve para nada, es un ejercicio estéril de buen dominio de las letras. A mí me gusta lo contrario, me gusta que las palabras me dominen a mí. Yo me rindo y el poema sale ganador".
—Usted desarrolla desde hace años una interesante labor de traducción. ¿Puede referirnos su experiencia?
—Lo de la traducción es una actividad que desarrollé paralelamente a la de mi propia creación poética. En algunos casos las dos vertientes se juntaron: cuando me toca traducirme a mi misma, por ejemplo. Casi todos los poemas de Palabras de agua fueron escritos en Hispanoamérica y en castellano.
"El español sigue siendo para mí la lengua del corazón y del arte, aunque desde siempre me acostumbré a pensar y a interactuar en italiano, que es mi lengua madre. Como si el italiano fuera la lengua de lo ordinario, de lo cotidiano.
"Mi relación con la traducción de otros poetas, en cambio, ha tenido distintos orígenes. En algunos casos han sido encargos de trabajo, en otros proyectos de amistad. En todos casos ha sido difícil y no es una tarea que yo disfrute particularmente: siento que, como ya han dicho, la traducción es una traición; me agobia la imposibilidad, a veces, de devolver el real significado de una frase en otro idioma, simplemente porque hay palabras que no se pueden traducir.
"Es, en fin, una lucha constante con el idioma para mantener intacta la belleza del lenguaje.
"No siempre estoy satisfecha con lo que logro, pero siento muy fuerte el compromiso con la capacidad que tengo: poder ser traductora es un don, es la dicha de poder ser “puente” entre dos lenguas y dos culturas, y como tal lo asumo y lo llevo a cabo, esforzándome en hacerlo de la forma mejor que puedo".
—Ha participado, como poeta invitada, en diversos festivales poéticos realizados en varios países latinoamericanos. ¿Cuál fue su experiencia en Latinoamérica?
—He participado en festivales de literatura como el Festival Internacional de Poesía en Medellín, la Feria del Libro de Bogotá, el Festival de Poesía de Xela —Guatemala—, así como en el Encuentro Permanente de Poetas de El Salvador y el Festival de Poesía de Rosario, Argentina.
"También estuve en México, haciendo una pequeña gira de promoción de una antología de toda mi obra que han editado allí. En fin, recorrí bastante Latinoamérica, gracias a la poesía, y puedo decir que ésta es la región que más posibilidades tiene de darle al mundo grandes poetas.
"En mi país la receptividad de la poesía es muy mala, tanto por parte de los jóvenes como en lo que hace a personas de cualquier edad. Casi nadie compra libros de poesía si no se trata de clásicos. El oficio de poeta no existe hace ya mucho. Gracias a Dios, uno escribe porque no puede dejar de hacerlo, no porque espere cumplidos o dinero.
"La situación en Colombia me ha parecido mucho mejor, sobre todo en Medellín, hace ocho años. Además veo que las instituciones, las universidades, emplean mucho presupuesto para organizar talleres literarios, conferencias, lecturas.
"He participado —por ejemplo— en lecturas realizadas en la Universidad del Norte y en la del Magdalena y me he encontrado delante de organizadores entusiasmados por la poesía y un público receptivo, apasionado, algo que nunca hubiera podido suceder en Italia. Además vi que en Colombia y México hay muchas becas para artistas, certámenes y concursos gratuitos, mientras que en Italia hay que pagar unas tasas de hasta 50 dólares para participar en concursos de medio pelo, donde quien gana apenas obtiene alguna placa sin valor o productos típicos.
"Hasta editar es muy difícil; a mí siempre me han editado editoriales hispanoamericanas, salvo en los casos en que mi libro había ganado un premio y se editó por esa razón, pero luego la distribución y la promoción que le hacen al libro es nula".
—¿Cuál es su óptica respecto de la actual poesía italiana, qué autores le interesan más y por qué?
—El siglo XX en Italia ha visto florecer importantes movimientos de vanguardia, como el futurismo de Marinetti, el decadentismo de D’Annunzio y Pascoli, para llegar hasta el hermetismo de Ungaretti. Las guerras mundiales, además, han influenciado profundamente nuestras literaturas, pero una vez acabado los movimientos artísticos más recientes, como el Grupo 63 (cuyo principal artífice es el maravilloso Edoardo Sanguineti), alrededor de los 80, no hemos tenido en Italia otro importante movimiento con base conceptual común.
"Quiero decir, los últimos grandes poetas reconocidos a nivel nacional y mundial son Andrea Zanzotto, Mario Luzi y el ya nombrado Edoardo Sanguineti".
—¿Cómo ven a la literatura latinoamericana, actualmente, en Italia?
—Tengo que decir, con desconsuelo, que la literatura latinoamericana en Italia no es tan conocida como debería. Gracias al esfuerzo de docentes y escritores como la uruguaya Martha Canfield (que ha sido mi profesora y mi ídolo) se está empezando a difundir en Italia un conocimiento más amplio de lo que es la producción literaria de vuestros lares.
"Martha acaba de editar una antología de Eugenio Montejo, por ejemplo, que yo también ayudé a traducir. Suyo también es el proyecto de traducción y recopilación de poetas latinoamericanos publicado por el diario La Repubblica. en el que yo me encargué de escribir sobre Octavio Paz, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Mario Benedetti, Ida Vilarino y Juan Gelman".
—¿Qué escribe en estos momentos?
—Estoy terminando un nuevo libro de poemas que se llama Jardín ardiente y espero encontrar una editorial interesada en su edición, pues ya está casi terminado. También estoy trabajando en una recopilación de escritores que escribieron sobre el topos de la luna. Va a ser un artículo de revista para luego convertirse, quizás, en un ensayo.
—¿Cuáles son sus planes respecto de su producción literaria para el futuro?
—En algún momento me gustaría editar una recopilación de mis cuentos y también un libro de cuentos infantiles. A comienzo de 2011 se editará, en cambio, mi tesis de doctorado, Escritura Cicatriz, sobre las narrativas de la guerra sucia en Argentina.
Quién es Silvia Favaretto
Nació el 24 de febrero de 1977 en Venecia, Italia, se graduó en Letras Hispanoamericanas, y realizó un posgrado en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos.
Obtuvo el Premio Letterario Avis La Torre (Venecia, 1995); el Inves (Palermo, 1998); el F. Francesco (Augusta, 1998); el Valle Senio (Riolo Terme, 1999); el Giuseppe Malattia della Vallata (Pordenone, 2002 y 2003); el Emi Culture Factory (Milán, 2005) y el Premio Nacional Ibiskos (Florencia, 2006).
Ha publicado hasta la fecha:
La carne del tiempo (poesía, 1ª ed. Artificios, 2002, Bogotá, Colombia; 2ª ed. De los cuatro vientos, 2004, Buenos Aires, Argentina);
La farfalla Rossella (narrativa infantil, Az. Osp. Santa Maria Degli Angeli, 2003, Pordenone);
La tetra santità e il variopinto orrore (poesía, Penna d’autore, 2004, Turín);
Narrative femminili cubane tra mito e realtà (ensayo, Ca’ Foscari, 2004, Venecia);
El sacrificio de la mar (poesía, Altervista, 2006, Venecia);
Escritura Cicatriz (ensayo y tesis de dotorado, Ca’ Foscari, 2006, Venecia);
Parole d’acqua – Palabras de agua (poesía, Ibiskos editrice di A. Risolo, 2007, Empoli) y
Entre la carne y las palabras (poesía, Atemporia, 2008, México D.F.).
Así escribe Silvia Favaretto
Poesía
En el silencio
descansa la poesía.
En el silencio apagado
de la llama,
en el silencio violento
de la sangre,
en el silencio inmaculado
de la margarita,
en el silencio aullante del dolor.
Descansa y yo la despierto,
para manchar la hoja
y la conciencia.
(Versión al castellano de la autora)
* Escritor.