«La prensa chilena informa muy poco… y en cultura, en la zona de la creación, es casi nada»

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Mario Casasús*

Antonio Skármeta vino a Ciudad de México para acompañar al escritor Carlos Fuentes (izq.) en el homenaje nacional que se le rinde: 80 años de vida y 50 desde la La región más transparente (FCE, 1958). Su colega chileno (der.) comparte con nostros, además, la doble alegría del debut como fugaz  actor de cine en la adaptación de su novela El baile de la Victoria  y la dirección de El arte de filmar con los cineastas Arturo Ripstein, María Novaro y Carlos Reygadas.

Desde el cinco de marzo de 2007 no nos encontrábamos; pero quedamos de acuerdo en grabar el audio de una nota, con aires de fiesta por el cumpleaños de Carlos Fuentes.

Al cruzar la puerta del recinto universitario, Skármeta (Chile, 1940) le dijo a Juan Villoro “vengo de riguroso luto, aquí van a declarar la muerte de la novela” (risas, abrazos, ironías, recuerdos y copucha). Cada encuentro con Skármeta es un festín, no importa si en Guadalajara, Santiago, Buenos Aires o México, ya sea que hablemos de Cuba, Neruda o Rocinante; de travesuras, compinches o sobre meras divagaciones literarias.   

Autor de El entusiasmo (1967); Desnudo en el tejado (Premio Casa de las Américas, 1969); Tiro libre (1973); El ciclista del San Cristóbal (editorial Quimantú, 1973); Soñé que la nieve ardía (1975); Novios solitarios (1975); No pasó nada (1980); La insurrección (1982); Ardiente Paciencia (1985, adaptada al cine como El cartero de Neruda); Matchball (1989); La composición (1998); La boda del poeta (1999); La chica del trombón (2001); El baile de la victoria (Premio Planeta, 2003) y Neruda por Skármeta (2004). Recientemente publicó en Italia I biscotti della Fortuna y Borges e altre storie d’amore (2007).

–Antonio, ¿cómo te involucraste en el rodaje de El baile de la Victoria ?

–¡Estoy feliz, terminó la filmación!, el director Fernando Trueba se llevó el material a España para editarlo; yo fui a varias locaciones, porque tenía curiosidad y cada que visitaba el set quedaba tan fascinado por todo lo que estaba mirando que algunas veces nos amanecía; en verdad, trabajaron hasta altas horas de la madrugada. Te cuento, también actuaré, tengo un papelito en la película.

–¿Al estilo Mario Benedetti en El lado oscuro del corazón?

–Sí, es una participación pequeñita.

–¿Qué papel interpretas?

–Mi intervención es la de un personaje en la novela: el crítico de ballet; pero, te digo, prácticamente es cortita.

 –Cambiando de tema, tu enésimo encuentro con Carlos Fuentes y mismo número de viajes a México…

–Verdaderamente es un gesto de fraternidad y amistad hacia Carlos Fuentes, hacia su impresionante obra; un homenaje a su voluntad de pensar México, de pensar Latinoamérica, de insertarse apasionadamente en las coyunturas de la región desde un punto de vista progresista y democrático. ¡Además cómo no viajar al DF si fui invitado por el Comité Nacional Carlos Fuentes 80 años! coincidieron los tiempos propuestos, el fin de año, y mis deseos de acompañarlo.

–En rueda de prensa, Carlos Fuentes me dijo: “Chile es mi segunda patria” e hizo un recorrido hasta la dictadura del “abominable Pinochet”

–Exactamente, es verdad, Carlos estudió la secundaria en el Colegio Grange; alguna vez cuando estuvo de visita en Chile lo entrevisté para mi programa de televisión; y aquí entre nos: estudiamos juntos en el mismo colegio, pero él es un poco mayor que yo… Recordábamos algunas imágenes de los años mozos.

–Después de la adolescencia ¿lo volviste a ver durante tu exilio? o ¿en las tertulias nerudianas de Isla Negra?

–No lo sé, imposible saber cuándo y dónde lo volví a ver; sobre todo cuando he leído a Carlos Fuentes toda mi vida, como profesor de literatura lo he enseñado a mis alumnos, además he comentado sus libros, así que se me confunden las fechas y circunstancias.

"Te voy a contar una anécdota divertida que me pasó ayer… Aquí mismo tengo un testigo, cuéntale a mi amigo Mario, espera cómo fue… ¡Ah ya!… Se acercó una persona, después de que terminó la mesa El arte de filmar, una señora me dijo: ‘Maestro quiero decirle que me gustó muchísimo su novela Aura’, y yo le respondí: ‘A mí también, me hubiera gustado mucho haberla escrito’” (risas).

–La ministra de Educación durante el homenaje a Carlos Fuentes lo llamó Octavio Paz.

–¿En serio?

–Sí, en todos lados se cuecen habas, ¿recuerdas? cuando murió Roberto Bolaño una ‘periodista’ chilena informó el fallecimiento del cómico Chespirito.

–Claro, en el matinal de televisión.

–Hablando en serio, la confusión entre lo vivido, lo leído y lo literario ¿te sucedió con Neruda? ¿hay similitudes en tu relación con Fuentes?

–Son casos distintos, Carlos Fuentes es un narrador y un pensador de la política, Neruda era poeta y militante comunista… son relaciones muy diferentes.

"Con Neruda yo era un escritor joven, sentía que hablaba con un hombre mayor. En cambio con Carlos Fuentes tengo una cercanía en el tono y miles de matices compartidos: la literatura, la música, el cine y las artes plásticas; con Fuentes he conversado 10 veces más que con Neruda en toda mi vida. Tú sabes que conocí a Neruda, lo traté, fui cercano a él, pero no pertenecía a su círculo de íntimos amigos".

–Además de José Agustín y Carlos Fuentes ¿qué otras amistades mexicanas frecuentas?       

–Hay distintos tiempos para distintas amistades, cuando era más joven me sentía muy cercano a la literatura de José Agustín y leía sus obras, yo comenté varios libros de José Agustín en la prensa chilena, eran contados los ejemplares que llegaban a Chile y Argentina, las novelas circulaban por correo, nosotros nos enviábamos libros; hablé con mucho entusiasmo de La tumba (1964) y De perfil (1966), había algo fervorosamente generacional. También me interesaba mucho Gustavo Sainz, ¿sabes dónde está?

–Creo que radica en Estados Unidos, el año pasado lo vi en el programa de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara… El que vive en DF es René Avilés y José Agustín en Cuautla…

–También leí en ese tiempo a Parménides García Saldaña, recuerdo que murió joven; ahora al que más veo en México es a Juan Villoro, me gusta mucho cómo escribe y lo que piensa, por su conocimiento formidable sobre literatura, cine, teatro y fútbol.

–Juan Villoro ha dicho que se inició en la literatura por influencia directa de José Agustín ¿viste? Y ya cerramos el primer ciclo bibliográfico. ¿Qué lees en la madurez de tu vida?

–Mis lecturas son muy variadas desde que terminé con la emisión televisiva de El "show" de los libros, La torre de papel y Un mundo alucinante; para hacer esos programas tuve que leer mucho y mantenerme informado de las novedades del mundo editorial, leía todo lo que publicaban los jóvenes autores latinoamericanos.

"Pero como te decía, hace años que dejé la televisión; ahora estoy llenando mi vida con la relectura de algunos clásicos que quedaron grabados en mí, que necesito releer porque siento que hay señales por revisar en mi vida; recorrer algunos caminos recorridos para encontrar otras verdades, hacer lecturas de grandes obras del pasado que no había leído. Vivo libre de la responsabilidad de estar informando.

–Al cierre de Rocinante ¿cómo sobrellevas la falta de espacios en la prensa impuesta por el duopolio chileno?

–Lo que la prensa chilena informa del mundo es muy poco en relación a lo que pasa; y en cultura –es decir en la zona de la creación– es casi nada, y cuando lo hacen es de una manera muy poco atractiva, muy poco alegre, muy poco motivadora, presentan la cultura como un objeto solemne.

–Finalmente, ¿qué estás escribiendo? no ha llegado a México nada nuevo desde Neruda por Skármeta (Seix Barral, 2004)

–Lo último que trabajé fue el guión de El baile de la Victoria, soy coguionista con el director español Fernando Trueba; preferí ese camino, que él participara escribiendo el guión para que ya quedara puesta su percepción de la novela desde el comienzo; así que yo sólo fui un colaborador, en cine hay que darle mucha libertad al director: eso sí, no hay que equivocarse en elegir al director, que el director haga lo que quiera, pero que sea el director que tú quieras (risas).

–Casi lo olvido,  ¿quiénes son los protagonistas del filme?

–El personaje Ángel Santiago lo interpreta Abel Ayala, un joven argentino que actuó en la película El polaquito; Ricardo Darín hace el papel de Nicolás Vergara Grey; y la Victoria es un debut completo, Miranda Bodenhöfer, una chica de 18 años, gran actriz y bailarina. Estoy fascinado con sus actuaciones. A más tardar, el próximo abril se estrenará en Chile y España.

* Periodista.
Originalmente en el periódico www.elclarin.cl –se publica aquí por gentileza del autor.

              

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