El informe muestra que este movimiento de adaptación ha comenzado: 54% de los países encuestados han descrito las habilidades que quieren desarrollar para el futuro, pero solo 11 de los 51 gobiernos encuestados tienen planes de estudio para la IA. “Para poder navegar en el mundo digital, no necesariamente necesitamos habilidades muy sofisticadas. Aquellos que tienen las mejores habilidades de lectura son los que tienen menos probabilidades de ser engañados por un correo electrónico de phishing (suplantación de identidad), por ejemplo”, observó Antoninis.
Además, los docentes también necesitan una formación adecuada; sin embargo, solo la mitad de los países cuentan actualmente con estándares para desarrollar las habilidades de los educadores en tecnología de la información y la comunicación. Aún menos tienen programas de capacitación docente que cubran la ciberseguridad, a pesar del cinco por ciento de los ataques de ransomware (secuestro de datos para exigir rescate) dirigidos a la educación
Antoninis, también advirtió sobre el peligro de las filtraciones de datos en la tecnología educativa, ya que solo 16% de los países garantizan por ley la privacidad de los datos en el aula. “Sabemos que se utilizan grandes cantidades de datos sin la regulación adecuada, por lo que terminan siendo utilizados para otros fines no educativos, fines comerciales y eso es una violación de los derechos que debe regularse”, dijo el experto.
El informe además destaca las disparidades creadas por el aprendizaje digital. Durante la pandemia de Covid-19, 500 millones de estudiantes en todo el mundo quedaron excluidos debido al cambio a la matrícula solo en línea. Geográficamente, se notó un desequilibrio significativo en los recursos en línea a favor de Europa y América del Norte.
Finalmente, el informe llama la atención sobre el tema de la financiación, y destaca que muchos países ignoran los costos a largo plazo de las adquisiciones de tecnología, y el mercado de tecnología educativa se expande mientras las necesidades básicas de educación siguen sin satisfacerse. Una plena transformación digital de la educación con conectividad a internet en las escuelas y los hogares costaría más de 1.000 millones de dólares al día solo para funcionar, según los cálculos de la Unesco.