La V Internacional no seduce a la izquierda latinoamericana

Mario Castagno*
El Primer Encuentro Internacional de Partidos de Izquierda realizado durante tres días en noviembre en Caracas con participación de representantes de 55 organizaciones de 39 países, finalizó con la convocatoria a un segundo Encuentro en Caracas en abril de 2010, para iniciar la conformación de la V Internacional Socialista, a propuesta del presidente venezolano Hugo Chávez.

Además, se suscribieron varios compromisos geopolíticos para la construcción del Socialismo del Siglo 21, mientras entre las organizaciones y partidos aún se discute al pertinencia y posibilidades de la propuesta del mandatario bolivariano.

Previamente, en la sesión de apertura del Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela, Chávez llamó al establecimiento de una nueva internacional (la Quinta), explicando que era necesario destruir el Estado burgués y sustituirlo con un estado revolucionario, pero también se refirió a la burocracia dentro del propio movimiento bolivariano. Un discurso que refleja la enorme presión de las masas que están cansadas de oír hablar de socialismo, mientras que el cambio prometido parece ser demasiado lento.

Marx había creado la I Internacional, Engels participó en la fundación de la II Internacional, Lenin fundó la III Internacional y León Trotsky la IV, que reflejaron las batallas de clase en Europa. Chávez, al lanzar la V Internacional, señaló que “Nuestra tarea, dijo, no es salvar al capitalismo, sino destruirlo”, aun cuando reconoció que el Estado en Venezuela seguía siendo un Estado capitalista y dijo que aceptaba la opinión de Lenin de que era necesario destruir el Estado burgués.

Algunos de los participantes en la reunión de los partidos de izquierda, han expresado que la propuesta de Chávez es una forma de “huir hacia delante”. Allan Woods, marxista británico presente en el Congreso de PSUV, señaló que “Después de 11 años, hay indicios de que las masas se están volviendo impacientes y frustradas por la lentitud de la revolución”.

“La crisis del capitalismo está teniendo un efecto, y muchos están indignados con la burocracia y la corrupción que ven por todas partes, incluido dentro del propio Movimiento Bolivariano”, señaló el británico, quien destacó que “hay un sentimiento general de que aquellos en la dirección de la revolución no están al corriente de la realidad y no escuchan a las masas o entienden sus problemas”.

El surgimiento del PSUV no se basó en una discusión amplia de un programa y de unos estatutos  ni surgió pues de la unificación de los partidos que apoyaban el proceso revolucionario. Sus ideas socialistas no nacieron de una definición previa de qué se entiende por socialismo, ni de una definición de las relaciones entre el partido y el aparato estatal, o de cómo asegurar una amplia democracia interna que permita evitar el peligro de burocratización del partido fundado mediante una resolución presidencial.

Para el antropólogo e intelectual estadounidense James Petras "La propuesta del presidente Chávez tiene dos aspectos. Uno realista y otro idealista. Realista en el sentido de que reconoce que el régimen de Obama está en una ofensiva militarista, dispuesto a intervenir y a extender guerras en todas partes del mundo afectando a muchos movimientos y gobiernos progresistas"..

 "Chávez reconoce, realísticamente, que la fragmentación y las limitaciones que cada movimiento tiene frente a esta ofensiva, necesitan de una organización internacional capaz de enfrentar la unión de actores imperialistas colaborando con la ofensiva de Obama". Petras opinó que este V Internacional debe ser una organización internacional, democrática y consultiva, no asentada en los ejemplos anteriores de un directorio centrado en un país, que toma decisiones solamente en función de sus propios intereses.

Algunos analistas han opinado que el tema debería ser considerado con cautela para no quemar etapas por apresuramiento dañando incluso la construcción de un amplio frente antiimperialista y antibélico y para no poner trabas a la creación, necesaria, de un organismo político unificador socialista cuya posibilidad todavía no aparece en el horizonte político. Conviene al respecto observar la experiencia histórica, señala Guillermo Almeyra.

Lo que vendra (?)
No es lo mismo “buscar una plataforma de acción conjunta entre los partidos de izquierda del mundo”, tal como reza en el Compromiso de Caracas, que lanzar una nueva “internacional”. Buscar una acción conjunta se hace fortaleciendo y estimulando el diálogo entre los espacios ya existentes que reúnen a partidos y organizaciones políticas y sociales de izquierda y progresistas, no desconociendo el largo camino recorrido, por ejemplo, por el Foro de Sao Paulo.

No se puede dejar de tener en cuenta la experiencia histórica de las Internacionales (cada uno puede usar el adjetivo que desee) y, sobre todo, la situación actual de la izquierda en el resto del mundo (en reestructuración en el mejor de los casos).

Toda la experiencia acumulada en Latinoamérica y el Caribe demuestra que el mejor camino para la articulación de partidos y movimientos de las diferentes corrientes existentes dentro del amplio espectro progresista y de izquierda en el mundo no es la formación de una Internacional con calendario hasta de corto plazo. Un consenso fijado con plazo fijo y sin diálogo previo.

Crear una Quinta Internacional sin discusiones ideológicas y estratégicas previas, seguramente facilitará una mayor dispersión y una nueva polémica estéril en los sectores progresistas, en lugar de ayudar a generar una concentración de energía y fuerza contra los enemigos comunes, en espacios donde se reúnan familias políticas e ideológicas distintas, que son conscientes que sólo a través de la unidad en la diversidad se conseguirá la victoria.
 
Es, sin duda, necesario unificar internacionalmente todos los movimientos y tendencias antiimperialistas (nacionalistas revolucionarios, socialcristianos, libertario, socialistas, comunistas) pero también lo es no calificar de socialistas a quienes no lo son (por ahora al menos). La indispensable y amplia discusión sobre cuál debería ser el programa mostraría si existen las condiciones para no forzar la fase de unidad antiimperialista con el programa contenido en la Declaración de Caracas.

Hay otro temor, el de los partidos que están en sus respectivos gobiernos, que pueden llevar a la Internacional a morir asfixiada por las necesidades políticas y los virajes de los mismos. Para Guillermo Almeyra, si la Quinta Internacional pretendiese encuadrar desde arriba, desde los estados, los movimientos sociales antiimperialistas y anticapitalistas, el apoyo debería ser puntual a tal o cual posición o llamado.

Es de esperar que el proceso de construcción de la Quinta Internacional no quiera apresurar, por voluntarismo, el tiempo de maduración de las conciencias en la lucha por el socialismo.

*Analista internacional
 

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