La vida desde el country

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los recursos humanos, término acuñado en la esfera de un capitalismo que se ha convertido en vampírico y perverso, son nada más que otro insumo para asegurar los términos de la dominación política y cultural de un sector de la sociedad sobre la mayor parte de la población. La pregunta es: ¿saldremos indemnes, o pereceremos ante la casta en formación, que prevalecerá a costa de la libertad, el trabajo y la calidad de la vida del resto?

La casita en el country no ya es el sueño del fin de semana. Muchos factores económicos, culturales y sociales la convierten en la primera prioridad de aquellos que pueden planificar su futuro. El country asegura independencia -no pocas veces impunidad frente excesos y delitos que puedan cometerse- y reafirma, simultáneamente, la sensación de pertenencia a un grupo exclusivo y, por ello, en riesgo ante la presión de las demandas sociales.

Estos alojamientos, en rigor seudo ciudades ancladas a corta distancia de las capitales, se construyen para integrar confort, goce de la vida natural y posibilidad de seguir haciendo negocios en un centro altamente urbanizado y en revalorización permanente.

Consisten en unas 80 hectareas -pocas más, pocas menos- cuidadosamente planificadas que cuentan -tras el cercado- con parquización, lugares para la práctica deportiva, una pequeña cantidad de supermercados y comercios y, muy en especial, con un cuerpo parapolicial propio, es decir: la seguridad adecuada a la calidad y riqueza de los vecinos. No sólo disponen en los últimos años de guardería infantil, escuela básica, colegio secundario e incluso vías provadas de acceso a la educación superior.

En un futuro próximo algunos niños van a desarrollarse dentro de una burbuja y, sabiamente alejados del tumulto urbano, serán formados no sólo en su primera etapa de socialización, que no es lo grave -es preexistente-, sino también en una segunda fase bajo un control férreo: privados de su libertad, inmersos en un mundo irreal, sin contacto con otras clases sociales -en plena marginalidad, sólo que invirtiendo el sentido habitual del término-. Todos ellos educados bajo un patrón utilitariamente planificado, con una vida estructurada a partir de su mismo y artificioso entorno.

¿Qué pensarán si en semejante microesfera sus necesidades básicas y culturales están satisfechas y organizado el rol a desempeñar cuando adultos?

Imaginemos un ejercito de niños bien instruidos bajo la tutela continua de maestros altamamente capacitados y sin contacto con la realidad. Son los adelantados de una aristocracia que indefectiblemente se sentirá llamada a dominar el mundo, única manera de reproducir ese hábitat privilegiado para sí mismos y sus descendientes, una meta inevitable para ellos tal como fueron formados.

En cuanto al resto de las personas, solo tendrán la oportunidad de negociar migajas en la creencia de que su sueño de llegar algún día ellos también al country puede tornarse real.

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* Abogado. Integra el soviet -comité- editorial de la revista de cultura y política latinoamericana Piel de Leopardo.

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