Gonzalo Tarrués
Gente fiera, pasional, los de Córcega, allá en el Mediterráneo, dicen. Y ascendientes corsos tiene la modelo y actriz Laetitia Casta. A mediados del siglo XX la llamarían una "bomba francesa" o algo por el estilo, según la nomenclatura de esos años para describir a las mujeres hermosas del cine, tan cerca ellas, allí en la pantalla, y tan lejos, siempre, al terminar la función. No importaba mucho el talento entonces (¿importa ahora?) a la "industria" de Hollywood. Al fin de cuentas eran, ellas, simple "commodities", material gastable, o sea.
Según temperamento, astucia, inteligencia y suerte, durante el primer siglo del cine las jóvenes "starlets" terminaban convertidas en estrellas del "glorioso techniocolor" o hacían más dura carrera en la posta de mansiones u hoteles. Carne al fin, perfumada, pero carne.
Laetitia Casta no sólo pertenece a otras generaciones, al fin de cuentas ser llamada por Raúl Ruiz para filmar con él Les Âmes fortes (2001) o por Patrice Leconte paera hacer Rue des plaisirs no es poca cosa. Largo camino el recorrido por esa muchacha que –relatan sus microbiografías– en 1993, a los 15 años, atrapó el lente de una cámara. Hasta el día de hoy.
Acaba de ser portada de la reviista Elle, en Francia y Notorius, el nuevo perfume de la casa Ralph Lauren de la que es bandera, se vende bien.
A los 30 años Casta no puede quejarse. Un centenar de revistas la han puesto en tapa, fotogtafiada por los mejores. No ha muchos días obtuvoel Cisne de Oro en el Festival de Cine Romántico de Cabourg, por su interpretación de Nes en 68, cuya distribución universal se iniciará pronto.
En fin. Es ella.
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