Las armas del futuro listas para el combate
No está muy lejos el día en que a las guerras las protagonice el mando del control remoto. La fantasía macabra del «soldado universal» cede paso a la imaginación concreta de los tecnólogos. Y la palabra que define la nueva parafernalia guerrera es robótica.
Los nuevos robots no son artilugios mecánicos que tocan infinitamente una misma melodía en el pianoforte o amenazan con algún paso de baile; carecen de poleas y roldanas internas, no se les da cuerda. Tampoco recuerdan a la creatura del escritor checo Karel Kapek, que los echó a rodar en el imaginario de la ciencia-ficción con su novela RUR, hacia 1917.
Décadas de investigaciones, fracasos y adelanto en diversas ramas de la tecnología y en electrónica han convertido a esa tosca armazón -el robot- tanto en una poderosa herramientas en la línea del montaje industrial, como para las tareas domésticas; se abre asimismo paso en la medicina, tiene experiencia en la investigación espacial -¿qué otra cosa son las sondas que exploran otras atmósferas y planetas?- y submarina. Ahora vestirá uniforme.
El robot dejó de morar en los cuentos y novelas, la discusión sobre inteligencia artificial es cosa de ociosos. Se impone lo práctico: marchará en masa a la guerra detrás de las huellas de sus actuales adelantados.
…Y Johnny dejará su fusil
Dalton Trumbo, fallecido en 1976, escritor y cineasta honrado en las «listas negras» del senador Joseph Mac Carthy, publica en 1938 una novela profundamente antibélica: Johnny tomó su fusil, que pudo filmar en 1970. Johnny regresa de las trincheras de la Primera Guerra Mundial mutilado e incapacitado para comunicarse. Los robots, se espera, evitarán que eso suceda.
Por ahora no se espera que reemplacen por completo a la infantería, pero a los primeros ejemplares sí se les «asignan» misiones peligrosas: limpiar campos minados y espiar desde el aire, por ejemplo. Pronto tendrán poder de fuego. Tal como le va al gobierno estadounidense en Iraq y según crezca el «antinorteamericanismo» las máquinas-espías subirán su cotización.
La revista Forbes -que no sólo se ocupa de los ultra millonarios- estima que los aviones son pilotos -que espiaron las concentraciones de tropas iraquíes- podrían constituirse en un producto de US 2.000 millones de dólares a lo largo de 20051.
Contra el tiempo se procura que estas máquinas logren mantenerse en vuelo posor largos períodos, «comprender» cuándo deben aterrizar en un aeropuerto con mucho tráfico, dirigirse a sí mismas durante malas condiciones atmosféricas o porque se les dispara.
Empresas del conglomerado industrial-bélico estadounidense, como Lookheed Martin y la Boeing -que pierde terreno en la aviación comercial- intentan hacer de sus prototipos con rapidez objetos de comercio.
La fiebre robótica se extiende: iRobot, un fabricante de aspiradoras automatizadas y autónomas desarrolló dos máquinas para la guerra. No será la Lockheed, pero indica que estos aparatos mecánicos que se mueven solos, pueden calcular objetivos y discernir dificultades para superarlas, han llegado para quedarse. Ya no son dibujitos, el sueño quedó atrás, se ha despertado.
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1 El artículo de Forbes Aquí.