Las autoridades europeas imponen reformas regresivas
Mark Weisbrot*
Hay algo que aclarar sobre la situación en las economías de la Eurozona que no está claro en absoluto si nos basamos en la mayoría de los informes noticiosos. No se trata de una situación en la cual los países enfrentan un “dilema” porque han gastado demasiado y acumulado demasiada deuda pública. No enfrentan “decisiones difíciles” que los obliguen a reducir los gastos y a aumentar los impuestos mientras la economía está débil o en recesión, a fin de “satisfacer a los mercados financieros”.
Lo que sucede realmente es que poderosos intereses dentro de esos países –incluidos España, Grecia, Irlanda y Portugal– aprovechan la situación para imponer los cambios que quieren. Tal vez sea aún más importante que las autoridades europeas –incluyendo la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI– que administran el dinero de todos los fondos de rescate están aún más comprometidas que los gobiernos nacionales con cambios derechistas de política. Y están aún más lejos de cualquier rendición de cuentas ante algún electorado.
En Thirteen Bankers [Trece banqueros] de Simon Johnson (ex economista jefe del FMI) y James Kwak, los autores describen las crisis de mercado emergentes de los años noventa y señalan que Washington las utilizó para impulsar cambios que deseaba: “cuando una elite económica existente ha llevado a un país a una profunda crisis, es hora de realizar un cambio. Y la crisis en sí presenta una oportunidad única, aunque breve, de cambio.” Naomi Klein suministra en The Shock Doctrine (La doctrina del choque] [Vea el vídeo subtitulado en español. N. del T.] una excelente historia de cómo las crisis se han utilizado para introducir o consolidar “reformas” económicas regresivas e impopulares.
Es lo que está ocurriendo ahora mismo en las economías de la Eurozona; aunque la “crisis” es considerablemente exagerada en la mayoría. España es un buen ejemplo. La historia de que España se metió en un lío porque el gobierno gastó demasiado no es apoyada por los datos. España redujo fuertemente su relación de deuda a PIB cuando la economía creció entre los años 2000 y 2007, del 59 a 36 por ciento del PIB, y produjo superávit presupuestarios en los tres años antes del crash de 2008. El crash fue provocado por el colapso de una gran burbuja de la vivienda en España, así como por el estallido de una gran burbuja del mercado de valores: El valor de las acciones cayó de un 125% del PIB en noviembre de 2007 a un 54% del PIB un año después. El colapso de cada una de esas burbujas tuvo un inmenso impacto en la reducción de los gastos privados. La recesión mundial agregó más choques externos a la economía española.
España tiene ahora sólo 61.000 millones de euros en deuda que vence este año; las autoridades europeas podrían cubrirla fácilmente si quisieran evitar el potencial para un aumento de las tasas de interés sobre la deuda española. Sin un fuerte aumento de las tasas de interés, la deuda española es bastante controlable, ya que comenzó con una deuda neta de sólo un 45,8% del PIB en 2009, y pagos de intereses de sólo un 1,8% del PIB. (La mayor parte de los informes noticiosos utilizan la deuda bruta del país, pero la deuda neta es una mejor medición. La deuda bruta incluye deuda en manos del propio gobierno, de modo que los pagos de intereses sobre esa deuda devengan al gobierno y por ello no aumentan la carga por deudas del país)
Por cierto, España tiene un gran déficit presupuestario del gobierno central en este año de unos 9% del PIB, y esto no puede continuar indefinidamente. Pero no lo hará. El déficit se reducirá en gran parte mediante el proceso inverso a como se produjo: A medida que la economía crezca, los ingresos tributarios aumentarán, los gastos por “estabilizadores automáticos” como la compensación por desempleo disminuirán, y la deuda caerá en relación con la economía, que es lo que importa. No tiene sentido reducir los gastos y aumentar los impuestos ahora, mientras la economía sigue muy débil, la inflación es negativa, y existe un grave riesgo de recaer en la recesión.
A menos que el objetivo sea reducir los salarios y las prestaciones en el sector público, debilitar a los sindicatos, redistribuir los ingresos hacia arriba y reducir el tamaño del gobierno, el presente no es el momento indicado para imponer estas cosas. Tenemos un problema político similar, aunque todavía no tan grave, en EE.UU.: Los obsesos del déficit están montando una campaña para reducir la seguridad social, a pesar de que puede realizar todos los pagos prometidos durante los próximos 33 años.
Irónicamente, la gente que quiere aprovechar la “crisis” en España aumenta en realidad el riesgo de problemas de deuda más serios, ya que la carga de la deuda aumentará si la economía cae en recesión o en años de estancamiento por las medidas de ajuste fiscal. Pero está dispuesta a tomar esos riesgos a fin de lograr sus objetivos políticos.
*Codirector del Center for Economic and Policy Research (Centro de Investigación Económica y Política) de Washington, D.C. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens