Las maquinaciones de la BBC
John Pilger*
, a principios de este mes, "Panorama" tuvo el descarode arremeter contra una noticia dada por Gilligan por la radiode la BBC, en que correctamente hablaba sobre la preocupación entre los funcionarios de la administración por la veracidad del dossier del gobierno británico sobre las "armas de destrucción masiva" en Irak.
Esa edición de "Panorama" fue un reportaje típico en la línea de la cobertura que hizo la BBC antes de la invasión, de la "guerra contra el terrorismo", o en cualquier caso de todas las guerras en las que el gobierno británico ha luchado o que ha apoyado desde que se puede recordar. No se trata de ninguna conspiración, es ya una tradición venerable. Siguiendo el ejemplo dado por el fundador de la BBC John Reith , que se dedicó, en secreto, a hacer propaganda para el gobierno conservador de Stanley Baldwin durante la Huelga General. El principio sagrado de la imparcialidad se anula inevitablemente cuando el sistema se ve amenazado; especialmente cuando decide proseguir con su tradición imperialista y se une a EEUU para subyugar, violentamente o no, a otras naciones. Canalizando y amplificando el orden del día establecido, los devotos de la "imparcialidad" minimizan la culpabilidad de los gobiernos, los primeros ministros y sus aliados.
No es sorprendente que un reciente estudio alemán sobre las distintas coberturas que han hecho los principales medios de comunicación del mundo sobre Irak, encontrara que la BBC sólo concedió un 2% de la programación a las manifestaciones contra la guerra -menos, incluso, que los medios estadounidenses-, y pese a que las manifestaciones fueran probablemente muy representativas de la posición de la mayoría de la población Británica.
Esta reciente falta de "rigor" es la que lamentan Wyatt y Byford. Como escribió Robert Louis Stevenson, es el rigor de "los falsos imparciales, lobos bajo una piel de cordero, que sonríen mientras se callan". Es el rigor de un falso respeto por una élite corrupta, "esa combinación de mediocridad y ambición: de muerte al espíritu" como escribió el historiador Norman Stone.
Siempre ha habido excepciones honorables, y la aparición de una de ellas explica por qué la banda de Blair se puso tan nerviosa cuando Andrew Gilligan dijo la verdad sobre la "liberación" de Irak y sobre el embuste con el que se intentó encubrir semejante acto de barbarie .
Un ataque deliberado que se ha cobrado 55.000 vidas, 9.600 civiles, una violencia que mata o hiere a 1.000 niños iraquíes todos los meses como resultado de bombas que no han explotado y que fueron esparcidas en las áreas urbanas por militares británicos. Una violencia que una vez más ha contaminado con uranio gran parte de Irak. Este crimen es de lo que necesitamos dar cuenta con verdadero rigor. No necesitamos otra "investigación" por parte de un panel al servicio del sistema que se limite a abrir una salida impune para los responsables.
*Publicado en ZNet en español