Las pinzas de la política exterior cubana
Hace un par de días estaba comiendo con un grupo de amigos y la conversación derivó hacia la política. En el grupo había dos europeos ávidos por conocer todo lo posible acerca de Cuba. Uno de los aspectos que más les llamaban la atención era el tema de las relaciones exteriores del gobierno.
Decían no comprender cómo a pesar de que los medios de comunicación en general son duros con todo lo que a Cuba se refiera, el país no solo mantenía relaciones con casi todos los países del mundo, sino que había logrado en el ámbito latinoamericano neutralizar suficientemente las presiones de la administración Bush.
Uno de ellos hizo referencia al frenazo sufrido por Condoleezza Rice en su reciente viaje por varios países del área, cuando responsabilizó a Cuba por la inestabilidad en la región y no encontró un solo aplauso. El otro añadió que Rumsfeld –en Paraguay– no encontró eco para el mismo discurso.
Varios de los presentes dieron sus explicaciones, las que resumo diciendo que la realidad de América Latina no aguanta más y que el neoliberalismo ha puesto en crisis a la mayoría de los gobiernos, a las instituciones y a las propuestas políticas contaminadas con el pasado. Por ahí discurrieron los argumentos. Y yo callado, hasta que me pidieron opinión. Poco tenía que añadir y sin embargo mucho desde otro ángulo.
Comencé diciendo que el gobierno de La Habana, desde hacía muchos años, había desideologizado sus relaciones y en su lugar había iniciado un proceso de relaciones en pinzas. Una, con los estados y gobiernos mediante convenios y cooperación, como es habitual, y la otra, también pública, basada en la solidaridad que afectaba a los ciudadanos de los países en cuestión. Ambos niveles de relación no son contradictorios, sino armónicos y coherentes.
EL PRINCIPIO DE LA SOLIDARIDAD
La primera pinza –las relaciones y convenios con estados y gobiernos– fueron tomando el camino de la asistencia en campos como educación y salud, ayuda de la que está urgida la mayoría de los países que conforman la Organización de las Naciones Unidas.
Expliqué que Cuba puede hacerlo porque cuenta con el recurso humano que lo permite, que lo hace posible. Es así como además miles de jóvenes de países y continentes distintos han estudiado en Cuba diferentes profesiones. Existen ministros y gobernantes que recibieron su título en Cuba y suman mucho más de 30 mil los médicos que mediante convenios de colaboración o de asistencia solidaria trabajan en países del Tercer Mundo.
Recientemente el Presidente de Honduras, Roberto Maduro, anunció que reduciría a la mitad –es decir, a 300– la presencia de los médicos cubanos que desde el huracán Mitch (1998) prestan servicios en ese país. Esa nación centroamericana cuenta con 6 000 médicos, pero la gran mayoría de la población no recibe asistencia ni cuenta con los recursos para pagarla. Los cubanos están en el lugar preciso que toca a los más necesitados; más de un millón de desamparados han sido atendidos por éstos y decenas de miles han sido operados.
La presión de las comunidades y de organizaciones sociales fue tan grande que el Presidente Maduro tuvo que dar marcha atrás a la decisión. Si la razón que movió al gobierno del Presidente Maduro a anunciar la retirada parcial de los médicos fue política, y probablemente comprometida con solicitudes de la administración Bush, los ciudadanos le pusieron un palo en la rueda.
Los pueblos, cuando reciben solidaridad la devuelven como pueden. Los ciudadanos son votos, y orientados por organizaciones de la sociedad civil concurren a las urnas con menos desgano y mayor lucidez. Un hijo o familiar salvado de la muerte o aliviado de un dolor terrible puede más que las campañas por los medios informativos. Es un acto en caliente, no una retórica vacía.
CAPACIDAD, COLABORACIÓN, ECONOMÍA
El anterior fue un ejemplo entre muchos, pero hubo más. Comenté que la cifra de estudiantes de medicina de los países de nuestra área en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina) ha sido incrementada en miles, y los hondureños, por seguir con el ejemplo tomado, ascienden a 711; la asistencia a enfermos de la vista será de 100 mil pacientes al año. Vendrán a Cuba, donde serán operados, y luego regresarán a sus países. Desde el transporten aéreo hasta el tratamiento completo es absolutamente gratuita. ¿Piensan ustedes en el impacto que va teniendo?, pregunté a mis amigos.
Pero la cosa, como decimos en cubano, no queda ahí. Cuba establece relaciones de colaboración y solidaridad con los municipios de diferentes países, independientemente de que haya o no colaboración a nivel nacional. Quien dice municipio dice la base de todo estado nacional, el nudo en el que se organizan las comunidades primarias.
A ese nivel ya vienen haciéndose trabajos en el sector de la educación con, por citar unos pocos ejemplos, municipalidades mexicanas y colombianas, mientras se preparan para actuar en varios municipios nicaragüenses, país donde la mayoría de las alcaldías están en poder de la oposición sandinista. En el área de salud, jóvenes nicaragüenses estudian en la ELAM.
Piensen en esto, argumenté: familias cuyos hijos estudian medicina u otra carrera en Cuba, o que los atiende un médico de esta nacionalidad, o que se alfabetizan mediante el método cubano. El eslabón entre la familia, célula básica de la sociedad, potenciado por acuerdos con el municipio, matriz de la organización política de las sociedades, repercute en toda la arquitectura de la sociedad.
No lo han hecho los europeos ni EEUU porque ambos tienden a ver desde la cúspide a las pequeñas cúspides de los demás países; también son proclives a establecer relaciones en las que los seres humanos se van perdiendo y opacando. Es una política fría y las gentes valoran las diferencias, mucho más los millones de excluidos.
Recordé que el compromiso de los países desarrollados de otorgar el 0,7% del PIB para el desarrollo de las naciones pobres solo ha sido alcanzado por tres de los comprometidos, mientras los poderosos persisten en políticas proteccionistas, en proyectos de integración asimétricos como el ALCA, y apoyan de manera persistente los enfoques del Fondo Monetario Internacional que exige recortes sociales –vale decir menos seguridad, educación, salud.
Muy a menudo las ayudas para proyectos no llegan a concretarse, perdiéndose en los vericuetos de las burocracias políticas nacionales, lo cual fomenta la corrupción –que por cierto no es, como quieren asegurar los poderosos, la causa principal de los males de nuestra área.
Muy oportuno me fue para la conversación el hecho de que unos días antes había hablado con varios miembros de la delegación de alcaldes y concejales bolivianos que visitaron Cuba. Era una delegación de casi 100, de ellos 71 alcaldes, un buen número de concejales y otro tanto de activistas sociales.
Como resultado de la visita se firmó un acuerdo de cooperación que, entre otros beneficios, otorga becas gratuitas a jóvenes bolivianos para estudiar medicina en Cuba, abre el sistema de salud de la Isla a los bolivianos de bajos recursos y que padezcan de trastornos en la vista. También establece el desarrollo de programas en los sectores educativos, culturales, deportivos y de atención a la niñez y a las persona de la tercera edad. Y todo esto no es para mañana, sino de inmediato.
LA “INTENCIONALIDAD”
Pueden ustedes pensar, dije a mis dos amigos europeos, que no es casualidad, que “hay intencionalidad”, como dijo uno de ellos, porque Bolivia tendrá elecciones en diciembre próximo y una parte de los alcaldes y concejales presentes en la Isla son del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, candidato a la presidencia con buenas oportunidades de ganar. Pero Cuba tiene una actuación anterior y con gobiernos que incluso han promovido resoluciones contrarias al gobierno de La Habana, como Honduras. O mantiene a cientos de médicos en la olvidada Haití después del derrocamiento del Presidente Aristide.
Juzgar intenciones es sumamente delicado. Más acertado para sacar cuentas es apreciar que la pinza de la política exterior cubana beneficia a los más humildes; después, como consecuencia lógica, la solidaridad tiene un impacto que de por sí puede traducirse en actitudes.
Me vino bien recordar la respuesta que a una pregunta mía dio Adriana Gil, joven concejala de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, “Yo creo que el modelo de salud y de educación (cubano) le va muy bien a Bolivia… y no es que nos vayamos a hacer comunistas”. El problema de Bolivia es “que la gente coma, que se cure, que se eduque. No podemos ahora llenarnos la boca con una democracia en la que los derechos humanos fundamentales no están siendo satisfechos…”, añadió.
Para los habitantes del Sur, las críticas que puedan hacerse al sistema político cubano palidecen ante logros que nunca han tenido y que son vitales.
¿Y la alianza Cuba-Venezuela?, me preguntó uno de los amigos. La esperaba y les recordé que desde el pasado diciembre el gobierno cubano y la República Bolivariana de Venezuela firmaron un convenio estratégico que incluye coordinaciones en política exterior, por lo que la pinza aumenta en capacidad y recursos y debe tener mayor repercusión en los acontecimientos por venir en nuestra zona geopolítica.
De esta alianza resultan los tratamientos médicos a 6 millones de latinoamericanos en 10 años, que ya comenzó. O la nueva ELAM próxima a construirse en Venezuela, y la política energética que va concretándose en beneficio de gobiernos y pobladores, como el recién constituido consorcio Petrocaribe. Energía a bajo costo, financiamiento inicial garantizado, fondo para inversión en proyectos sociales. Y todo esto abarca a 14 países que significan votos dentro de la OEA, organización formada por 34 países.
¿Qué tendrá repercusión? Ya la tiene. Las presiones y campañas vienen dándose porque la pinza mancomunada con la de Venezuela, que significa la alianza de recursos económicos con los humanos, indiscutiblemente toca en las raíces, empieza a beneficiar a las mayorías para quienes rinde dividendos. Tiene los ingredientes para que como resultado cambie la correlación de fuerzas en América Latina.
Nada, que las potencias compran gobiernos, hay otros que con actos enamoran a los pueblos y si el resultado final es favorable a estos últimos, veremos como las potencias abandonarán hasta el ritual de las urnas electorales.
* Jefe de la corresponsalía de Radio Progreso Alternativa en La Habana y editor de la versión en español de Progreso Weekly/Semanal.
Correo electrónico: ramy@progresosemanal.com
SOLIDARIDAD CON ESTADOS UNIDOS**
Cuando Fidel Castro ofreció enviar 1,100 doctores cubanos y 26 toneladas de suministros médicos para ayudar a Estados Unidos tras el paso del huracán Katrina, los congresistas cubanoamericanos que representan al sur de La Florida rechazaron la oferta en forma ruda.
No todos, empero, Mel Martínez,, fue más digno. El lunes 12, el senador Martínez, republicano por La Florida, reprodujo unacolumna del St. Petersburg Times en su página electrónica( www.martinez.senate.gov).
Fue una manera de reafirmar declaraciones que Martínez hiciera al Miami Herald la semana pasada, en el sentido de que Washington debería aceptar la oferta de Cuba de enviar cientos de médicos para atender a las víctimas del huracán Katrina, siempre que se les necesite y que, según Martínez, sean «razonablemente bien entrenados».
Rompió las filas de los que desdeñan la ayuda cubana por razones de baja política.
**Artículo de David Adams publicado el 11 de setiembre en The St. Petersburg Times.