«Las reservas de mano de obra de Europa están en América Latina»

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Luisa Corradini*

Michel Godet, asesor del gobierno francés para el análisis económico, y experto en prospectiva estratégica, afirma que se debe recibir "a los latinoamericanos con los brazos abiertos". No olvida que la tasa de crecimiento de la población europea decrece y alguien tiene que mover las industrias. La inmigración selectiva: una muestra de pragmatismo, pero no un cambio ético. Africanos y musulmanes seguirán postergados y, eventualmente, perseguidos.

Polémico y mediático, miembro del Consejo de Análisis Económico, asesor del gobierno francés, académico y escritor prolífico, Godet es, a los 60 años, un economista sui géneris en el panorama intelectual francés. Su último libro, El coraje del sentido común, en el que analiza el futuro de la sociedad europea, fue un auténtico éxito editorial.

Para Godet, la decisión de la Unión Europea (UE) de encaminarse hacia una política de inmigración escogida y controlada es la correcta. "Lo que no tiene ningún sentido es no hacer ninguna diferencia entre africanos, árabes y latinoamericanos. Eso es una estupidez", insistió durante la entrevista en París.

Según los expertos, de aquí a 2030 Europa necesitará por lo menos 35 millones de trabajadores. Sin los aportes inmigratorios de varios centenares de miles de personas, las poblaciones de países como Alemania, Italia y dentro de poco España disminuirán en forma dramática.

A juicio de Godet, la UE debería optar por una inmigración realmente selectiva, utilizando criterios culturales y de productividad.
–¿De dónde haremos venir esa gente? –Cada vez que los inmigrantes llegan del Africa negra o de los países del Magreb, los problemas de integración son serios, por razones de atraso cultural y de estructura familiar.

"Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), dos tercios de los inmigrantes que llegan a Francia no hicieron siquiera la escuela primaria. Por otro lado, la mayoría de los inmigrantes que llegan de Africa lo hacen en el marco de programas de reagrupamiento familiar y pocos para trabajar. En 2005 sólo hubo 11.500 permisos de trabajo otorgados en Francia a esa inmigración. Es decir, 7% del flujo total".

–Pero usted no ignora que en Europa existe un fenómeno racista dirigido contra ciertos grupos étnicos en particular.

–Es probable. Pero yo trato de ser pragmático, de olvidar la ideología. Un reciente informe sobre la inmigración en Francia –que nadie verá porque los inmigrantes están diferenciados por origen étnico, una distinción prohibida por el Consejo Constitucional–demuestra que la tasa de desempleo de los árabes del norte de Africa y del Africa negra es tres veces superior a la de los franceses, mientras que la de los chinos es igual. ¿Cómo tratar un problema que todos se niegan a reconocer?

"Otra mentira que todos alimentan es la integración de esas poblaciones. Esa integración no existe. De hecho, hay en Europa una suerte de "apartheid" urbano: de un lado, los blancos; del otro, árabes y africanos. Ese fenómeno se reproduce en la escuela. La escuela multiétnica no existe, porque los blancos van a escuelas en barrios de blancos, y los jóvenes africanos, a escuelas en barrios periféricos. Con el tiempo, esto está produciendo un cóctel explosivo de violencia y de resentimiento".

–Y, entonces, usted dice que, así como Francia procedió con los portugueses en los últimos 50 años, Europa debería ahora optar por una inmigración proveniente de América latina y de Asia.

–Los portugueses representan en Francia cerca del 20% de la población activa extranjera y tienen una tasa de desempleo casi dos veces menor que los franceses. Es una pena que todos los franceses no sean de origen portugués; este país funcionaría mucho mejor. Pero los portugueses ya no emigran, porque tienen un maravilloso país. Yo digo entonces que hay que abrir las puertas a los latinoamericanos, que consideran a Europa su segunda patria, que mantienen profundos lazos culturales y están más identificados con este continente que con Estados Unidos.

–En otras palabras, si bien usted está de acuerdo con la inmigración escogida y controlada, no lo está para nada con la famosa Directiva de Retorno, que acaba de sancionar el Parlamento Europeo.

–Yo creo que es necesario hacer todo lo contrario de lo que estipula esa directiva. Habría que dar consignas a los responsables de la inmigración para establecer la libre circulación de latinoamericanos y asiáticos. Los ciudadanos de América Latina deberían poder recuperar automáticamente la ciudadanía europea incluso después de seis generaciones. Hay que abrir aún más las fronteras. América Latina aumentará en unos 130 millones de habitantes en los próximos 25 años. Mientras tanto, la totalidad de la cuenca mediterránea aumentará en sólo 80 millones, incluyendo a Turquía. Por eso digo que las reservas de mano de obra de Europa están en América Latina.

–¿Se refiere a profesionales con diploma o a simple mano de obra?

–A todo tipo de trabajadores y de profesionales. Los jóvenes universitarios, que tienen familia y diplomas, suelen adaptarse fácilmente a Europa. Y la gente sin calificación viene con toda la buena voluntad de trabajar por un futuro mejor. Lo mismo sucede con la inmigración asiática. Son estructuras familiares que alientan la educación de los niños. En Francia, en las escuelas donde hay pequeños asiáticos, el problema lo tienen los niños franceses, porque deben trabajar el doble para estar al mismo nivel.

–Usted es asesor del primer ministro. ¿Lo escuchan cuando emite ese tipo de opiniones?

–El gobierno recibe todas las opiniones de sus asesores y después decide. No estoy seguro de que los consejeros seamos muy escuchados en estas cosas. Es verdad que estoy muy presente en los medios y soy el único que dice en voz alta lo que todos piensan en secreto. Eso me permite ser a veces un poco más escuchado que los demás.


* Periodista. Corresponsal en Francia del diario argentino La Nación.

www.lanacion.com.ar

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