Literatura: notas lamentables y crasas

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

ESCRIBE MANUEL LOZANO

Siempre leo y releo con interés –y no sin placer, por qué no– los artículos y ensayos que publica Piel de Leopardo. Cuando anticipé la presentación en Argentina de las ocho ediciones de la antología «Nueva Poesía Hispanoamericana», evento que estuvo bajo mi coordinación, se me pidió información sobre las características de misma y los autores incluidos.

Se dejaba entrever que, de acuerdo con la línea editorial de la publicación, se haría una crítica seria (que no quiere decir «solemne», palabra deleznable) y fundada en términos literarios.

A los pocos días, me encontré con dos «pseudo-artículos» (de alguna manera deberé calificarlos), firmados por un tal Rivera Westerberg. Como aprendí de los grandes autores -entre ellos, de Quevedo- que la brevedad puede ser una virtud –virtud por cierto escasa en estos tiempos oprobiosos y carcelarios administrados por el dios mercado–, aplicaré la sentencia de Guillermo de Rotterdam: «Entia non sum multiplicanda, praeter neccesitatem», que parece desconocer de lleno el tal Rivera Westerberg.

fotoPaso a destacarle a Westerberg los puntos que juzgo imprescindibles:

1) Siempre valoré el trabajo en el sentido más amplio del vocablo. En este sentido, es dable destacar que un escritor latinoamericano –en este caso Leo Zelada– haya editado en un poco más de un año, casi nueve ediciones de una Antología que reune voces representativas no sólo de América Latina sino de España y de África. Las ediciones no son «seriadas», ni reimpresiones, y en cada nueva publicación se incorporan novísimos poetas.

2) Con una grosería y desenfado fuera de todo contexto, amén del craso desconocimiento de la obra de todos los antologados, Rivera Westerberg advierte que «la promoción de la obra a través de la insistencia en los premios obtenidos por algunos escritores incluidos en la antología –o del mismo antologador– no garantiza la autoproclamada trascendencia del trabajo». Esta mera «opinión» es harto fácil de rebatir:

La poesía no necesita, en cuanto obra de arte en sí, de promoción alguna, señor Westerberg. «La poesía es, sucede como la rosa de Angelus Silesius, con eso basta», me dijo alguna vez Borges. Por otra parte, me pregunto por qué le molestan tanto los premios a Rivera, ya que parece hacer redactado estos dos mediocres textos sin leer siquiera mínimamente alguna de las ocho ediciones de la Antología.

3) Rivera comete –desde el principio al fin de sus notitas– descaradas «falacias de autoridad». Las comete por «omisión», dialécticamente hablando. Escribe: «(…) Si bien podría decirse que son todos los que están, no están todos los que son. Se advierten groseras ausencias de algunas escrituras –por cierto no menores– del norte, centro y sur de América. Lo que prueba o la extrema subjetividad del compilador o un desconocimiento fatal de la producción poética contemporánea.

Señor Westerberg, ¿no se percató de que estaba leyendo una antología, o esperaba cándidamente al dios de Spinoza o a la transfiguración de la Voluntad de Shopenhauer venir en su auxilio para congregar a las faltantes voces del continente? Alguna vez, Juan Ramón Jiménez declaró preferir la palabra «Antojolía» a la de Antología, poniendo de manifiesto la ineludible figura de la subjetividad de toda obra.

4) Sigue hablando con descarada grosería de «autores respetables». Es más, intenta apropiarse del calificativo «grosero», tan caro a su escritura torpe. Sí, todos los autores antologados son respetables (uso el epíteto ahora desde otro lugar más digno por cierto.) Le aclaro que no me lamento de poseer más de cincuenta y cuatro premios nacionales e internacionales, de varias carreras universitarias, dos “masters” y un Doctorado Honoris Causa. Los obtuve por mi dedicación exhaustiva y constante al trabajo. Lo del talento o la creatividad, pregúnteselo a los lectores: ellos sabrán guiarlo por un camino sin ripios. 

5) Para mí, como para muchos escritores integrantes de este proyecto, la literatura es un destino, una sumersión constante en las napas más aterradoras y luminosas del lenguaje, una patria verdadera. Los problemas de mercadotecnia, se los dejamos a gentes como usted.

6) ¿Quién es usted para «vaticinar» la trascendencia o no de un libro? ¿Por qué ese ridículo afán de negar lo que ya resulta evidente? Deseche los turbios y denotativos, cuando no previsibles, lugares comunes. Lo invito a leer la obra de «consagrados» como Leopoldo María Panero, Luis Antonio de Villena, Raúl Zurita, la de talentosos autores aún no demasiado difundidos (pero que ya empiezan a serlo por la generosísima labor de Leo Zelada), y la mía propia, ¿por qué, no?

7) Ah, me olvidaba: Leo Zelada es un heterónimo. ¿No conoce a Pessoa? El tenía tantos…

8) Revea su amarillista y deleznable actitud. Pida disculpas. Dése un baño de poesía, que no le vendrá mal a su estado físico y mental. «Por los frutos los conoceréis», decía Cristo –y sigue diciéndonos– con ínclita inactualidad.

Villa Santa Lucía de Syracusa, mayo de 2005.

RECUENTO NECESARIO

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Rivera Westerberg colabora preferentemente en las secciones Cultura, Galería y Escrituras de la revista, haciéndose cargo, además, de la edición de los materiales en ellas publicados.

En enero de 2005 RW informó de la antología a que se refiere el señor Lozano bajo el epígrafe  Antología: la poesía escucha su propia voz, no dice nada, que se puede leer activando el siguiente enlace: www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=710.

Del escritor Manuel Lozano se ha publicado, en marzo, una entrevista acompañada por cuatro poemas, como se puede apreciar en: La palabra es mi esfinge despiadada (www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=957).

En mayo se informó sobre la presentación en Buenos Aires de la mencionada antología: Antología de poesía hispanoamericana. ¿Qué se quiso decir? (www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1082).

El tres de junio de 2005 –hace tres días– se publicó en la sección Cartas una del señor Lozano:  Graves erratas e imprecisiones (www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1172).

TEXTOS BORRASCOSOS

No tiene suerte Piel de Leopardo con los textos literarios. Se enojan unos y también se enojan otros.

En abril una nota –¡de Rivera Westerberg!– sobre la escritora costarricense Ana Istarú: La agonía irónica y el sexo que define (www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1037), acompañada de un relato y una muestra de la poesía que ella escribe, hizo necesario a la semana siguiente la publicación de una suerte de bitácora sobre las reacciones que el cuento de la señora Istarú provocó en algunos lectores.

Esos textos pueden leerse en www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1082.

Piel de Leopardo no participa del dolor que causen los textos que difunde; en cambio –como lo ha hecho en los casos anotados precedentemente– se alegra por el “espacio polémico” que aquellos puedan generar.

Invitamos a Rivera Westerberg a escribir –si lo creía conveniente– una respuesta a la lluvia de tajos enviada por el señor Lozano. Pero, al contestar, su correo electrónico –la redacción de la revista es virtual, en el sentido de que carece de lugar físico– sólo manifestó que se sentía “anonadado, pero también orgulloso de que alguien tan importante como Lozano me haya convertido en pulpa con tantos hachazos”.

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