Recordó que existe una crisis económica profunda, calificada por algunos economistas como «la peor de la historia», es una crisis financiera, ambiental, energética, del agua, y esta crisis también afecta a la región latinoamericana. Advirtió que «no se puede subestimar los avances en la conciencia política de América Latina» representados por la movilización de los pueblos originarios, los jóvenes, las mujeres. Remarcó que este cambio en la conciencia, no tiene punto de comparación con lo que sucedía en los años 90; es impresionante y no puede ser subestimado o negado. Alertó de que hay autores que se ensañan contra los gobiernos progresistas, que si bien cometieron errores, en algunos casos caen en desviaciones de tecnocratismo y burocracia, falta de planificación o errores políticos tácticos también han logrado muchos aciertos históricos como nacionalización de grandes empresas de recursos naturales, legislación social de avanzada y política exterior de defensa de la soberanía nacional. Agregó que hubo cambios positivos que son irreversibles y que si llegan a ganar elecciones gobiernos restauradores del neoliberalismo, estos deberán confrontar las demandas de un pueblo más conciente de sus derechos.
García Linera inició su presentación diciendo que si hace un balance de los últimos quince años de transformaciones, destacaría tantos los logros de los gobiernos progresistas como también las dificultades y las complejidades, propias de países en movimiento, en transición. Su respuesta a los agoreros del fin de ciclo es que están equivocados, que los gobiernos progresistas no están llegando a su fin sino todo lo contrario: tienen un futuro por delante, como pueblos en lucha que van transformando sus sociedades y elevando su nivel de conciencia.
Ambos conferencistas se refirieron a las críticas al «modelo extractivista». Boron dijo que es una «irresponsabilidad gigantesca» exigirle a los gobiernos progresistas que no toquen los recursos naturales. Se preguntó de qué otra manera se puede alimentar a la población de países con gran crecimiento demográfico, como Ecuador y Bolivia. García Linera se refirió a la «tensión entre la generación de bienestar económico y la protección de la Madre Tierra». Explicó que el extractivismo en Bolivia lleva casi 450 años, desde la explotación minera en Potosí (iniciada en 1570). Agregó que junto a esa herencia hay que resaltar la pobreza de la región, una de las más desiguales del planeta. Estos dos componentes, la condición extractivista y la extrema pobreza, no dejan otra salida que producir para reducir la pobreza pero hacerlo con respeto hacia los pueblos originarios y escuchando la sabiduría indígena de dialogar con la Naturaleza: «a la Naturaleza no se la mata porque es matarse a sí mismo». Señaló su acuerdo con las palabras de Fidel: «Si solo nos dedicamos a producir hemos abandonado el futuro; solo habrá futuro ecológico…»
Volviendo a los críticos, distinguió dos tipos de ambientalistas: los ambientalistas revolucionarios y los ambientalistas coloniales, que les piden a los países del Sur que congelen sus condiciones de vida (colonial), mientras los países del Norte siguen con la «orgía consumista». En muchos casos estas organizaciones son generosamente financiadas desde esos mismos países centrales (EE.UU. y Europa). Aseveró que el gobierno de Bolivia no caerá en la trampa de acabar en pocos años con el extractivismo que lleva 450 años pues hace falta un puente, un periodo de transición para poder satisfacer las necesidades de la gente a medida que se vaya creando la nueva sociedad del conocimiento y de la cultura. Se refirió a la necesidad del salir del extractivismo sin congelar la producción ni regresar a la edad de piedra sino utilizando temporalmente el extractivismo para crear las condiciones que permitan el salto a la economía del conocimiento.
García Linera fustigó a «esa izquierda de cafetín, perfumada y bien remunerada, que se siente incómoda ante el estruendo de la batalla pero que sin embargo denuncia a los gobiernos progresistas por no haber instaurado inmediatamente y por decreto el Buen Vivir». Concluyó que estos «radicales de la palabra y timoratos de espíritu» que han devenido «profetas del fracaso de los gobiernos progresistas» son en los hechos «mediocres fariseos de la ofensiva reaccionaria», puesto que al ser incapaces de movilizar a las masas solo sirven como colaboradores de la restauración neoliberal.
Las dos presentaciones se realizaron ante salas colmadas. En ambos casos, el sostenido entusiasmo del público alcanzaba picos cuando los conferencistas se referían a la necesidad de corregir las tendencias burocráticas y a ampliar la participación del pueblo al igual que cuando fustigaban a los «profetas del fin de ciclo de los gobiernos progresistas».
El debate sigue abierto… Esperamos que de este debate surjan nuevas propuestas transformadoras que engloben las visiones de los trabajadores, de los movimientos sociales -pueblos originarios, defensores del medio ambiente, mujeres- y todos los sectores que persiguen una sociedad más justa y participativa en cada país de la Patria Grande que sigue en la lucha por la soberanía nacional y contra la injerencia imperialista.
Véase la ponencia de Álvaro García Linera, académico y activista, actual vicepresidente de Bolivia: http://www.rebelion.
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