Los alimentos, nido del terrorismo generalizado

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Alejandro Tesa.*

Los precios mundiales de los alimentos —dice un despacho de Argenpress— tocaron un nuevo récord en enero pasado, por séptimo mes consecutivo, según informó la última edición del Indice de la FAO sobre un conjunto de productos básicos y que analiza mensualmente sus variaciones a nivel global.

Y agrega: "El Indice tuvo un promedio de 231 puntos en enero, con un 3,4 por ciento de incremento respecto a diciembre de 2010. Se trata del nivel más alto (tanto a nivel real como nominal) desde que la FAO comenzó la medición de los precios alimentarios en 1990.

Toda conspiración sólida entra por la panza, decía alguien hace más de medio siglo, y antes la "conspiratio" había asegurado que los grupos eclesiales— o el grupo católico y apostólico— que en su tiempo era, por ejemplo, la aérea Panagra o la marítima Grace Line, abandonaban sus nichos transportistas para dedicarse al rubro alimentación.

La temida bomba de mediados del siglo XX, por esos mismos años, dejaba de ser explosiva para refugiarse en un plato de comida ausente; luego vinieron las hambrunas africanas y la fotografía del niño como a la espera del buitre y el reventón del VIH.

Argenpress difundió: "Los nuevos datos muestran claramente que no cede la presión alcista de los precios mundiales de los alimentos", indicó el economista de la FAO y experto en cereales Abdolreza Abbassian.

"Estos precios altos pueden persistir en los próximos meses. El alza de precios de los alimentos implica una grave preocupación, en especial para los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, que pueden tener dificultades en financiar sus importaciones alimentarias, y para las familias pobres, que gastan un porcentaje importante de sus ingresos en alimentos", añadió el análisis.

Allá por el siglo XIX un señor Engels (no maese Federico, ese muerto que goza de buena salud) dio color a la estadística considerada como ciencia; demostró —estadísticamente— que los pobres son una manga de glotones: gastan un porcentaje de sus ingresos muy superior al que destinan del suyo los ricos en comida.

A finales del siglo XX, inicios del XXI, un suponemos muy eficiente laboratorio alemán y otro chileno pusieron las cosas en su lugar: elaboraron un alimento para uso médico vendido a buen precio que, ¡oh casualidad!, eliminaba a los alimentados. Casi todos pobres, naturalmente.

El alimento se llama Nutricomp ADN (¿o es Nutricomp QEPD?). La vida su ele ser cruel. Más allá de jugarretas médico-industriales o jurídico-sociales, o simplemente económicas, quizá de impunes corrupciones o de ineficiencia y lenidad varias, lo cierto es que ya no trata, para cientos de millones, de arrojar la primera piedra, se trata de llenar el último plato.

Todo indica que lo conservarán limpio. Por vacío.

* Fuentes:

– www.argenpress.info
– Periódicos de la fecha
– Viejos archivos.

 

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