Los crímenes de Marruecos
Marruecos presidirá el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Todo apesta en esta designación, desde la votación, que es secreta, al mismo resultado, premiando a un régimen dictatorial que vulnera las resoluciones de las Naciones Unidas y viola los Derechos Humanos (DDHH) tanto en el Sáhara Occidental que ocupa ilegalmente, como en sus propias fronteras. El mundo al revés.
El embajador marroquí Omar Zniber presidirá el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2024. Lo hará gracias a los 30 votos secretos que recibió y que se impusieron a los 17 obtenidos por Sudáfrica, que era el país que se postulaba como alternativa tras haber mostrado su radical rechazo a las continuas violaciones de DDHH en el Sáhara Occidental por parte del régimen de Mohamed VI.
Marruecos, que lleva décadas incumpliendo las resoluciones de la ONU en la última colonia africana, cuya potencia administradora continúa siendo oficialmente España, obtiene este premio. Nada importa que su ocupación ilegal haya obligado a las Naciones Unidas a tener desplegada una misión de paz (MINURSO) desde nada menos que 1991. Marruecos había movido los hilos, encima y debajo de la mesa, como ha quedado claro en Europa con el escándalo del Catargate, que ha destapado cómo funcionarios provenientes de Marruecos, Catar y Mauritania, habrían pagado cuatro millones de euros a varios miembros del Parlamento Europeo por tráfico de influencias.
Teniendo aun fresco el sobrecogedor testimonio de torturas, violaciones y crímenes de lesa humanidad relatados por mujeres activistas saharauis durante la última edición de FiSahara en Madrid, pensar que el perpetrador de tales crímenes será quien presida el órgano garante de DDHH es como si se designara director ejecutivo de ONU Mujeres a Habaitullah Akhundzada, emir talibán que preside Afganistán.
De nada ha servido la campaña que la sociedad civil saharaui puso en marcha para impedir tan funesto resultado, habiendo contado con un apoyo masivo de organizaciones internacionales. Con el nombramiento de Zniber, además, también se han obviado las masacres que Marruecos comete contra las personas migrantes, con matanzas perpetradas en connivencia con España en Melilla o las violentas redadas con que ha comenzado este año.
El embajador sudafricano Mxolisi Nkosi no tuvo ninguna posibilidad, no sólo por el cabildeo que despliega Marruecos, sino porque es el país que ha llevado a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) a Israel por el genocidio que está cometiendo contra el pueblo palestino. Después de haber roto relaciones diplomáticas con Tel Aviv, Sudáfrica ha conseguido que desde hoy mismo Israel se siente en la CIJ acusado de violar la Convención contra el Genocidio. En un momento en el que EU y Europa son cómplices directos de la impunidad con que el Gobierno de Netanyahu ha asesinado a más de 23.000 gazatíes, ¿quién esperaba que se sentara al frente del Consejo de DDHH a quien los defiende? Nadie.
Vivimos tiempos en los que se deja cada vez menos margen para creer en el Derecho Internacional y se abre la puerta a la violencia. No se castiga a países opresores, como Marruecos o Israel, se lava la imagen de dictaduras del petrodólar como Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí llevando hasta allí citas internacionales de toda naturaleza… Se ha perdido el norte en la brújula de la ética y quienes no lo han hecho asisten con asombro y profunda decepción a este lamentable espectáculo, con su paciencia prácticamente extinguida, sin saber cuánto más aguantará con la bota del opresor en el cuello mientras una parte de la Comunidad Internacional, la que tendría que correr en su auxilio, aplaude comiendo palomitas. El derecho a defenderse no aplica para todo el mundo… tampoco a ser defendido.
*Periodista freelance con casi dos décadas de experiencia, ex corresponsal en Londres. Licenciado en Ciencias de la Información. En el año 2000 fue nombrado jefe de actualidad y usuarios en el periódico Computing de VNU BP España. En Público.es