Los demás

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Gisela Ortega*

Una de las actitudes más difíciles de mantener, pero que es de gran eficacia en un grupo, es servir a los demás sin que lo noten, de modo que el que es auxiliado no se sienta en deuda con quien le ayuda. Muchos colaboran, pero lo hacen de una forma tan manifiesta y notoria que parecen desear que todo él mundo se entere. Buscan con ello la compensación. Favorecer buscando la recompensa, como forzando al pago de algo debido, es vender unos servicios que tal vez a quienes los recibe no le interesan.

La generosidad del ser humano es el hábito de dar y entender a los demás. Comparado a menudo con la caridad como virtud, se acepta ampliamente en la sociedad como una costumbre deseable, no obstante mucha gente en el ojo del público desea el reconocimiento de sus buenos actos.

En momentos de catástrofes naturales, la ayuda con frecuencia es proporcionada, voluntariamente, por personas o grupos que actúan de manera unilateral en su entrega de tiempo, recursos, dinero, mercancías.

La caridad es una forma de altruismo y de filantropía, como puede verse en las personas anónimas que prestan servicios en una organización no lucrativa. El altruismo no solo se limita a épocas de desastres y situaciones extremas, incluye las intenciones puras del ser humano de mirar hacia fuera para el bien común de la sociedad y dar ejemplo a los demás.

El éxito de las personas se deberá tanto a ellos como a uno si se sabe respaldarlos como debe ser, sin crear distancias, sino al contrario reconocerlos y estimularlos. Con frecuencia los seres humanos son capaces de realizar mucho mas de lo que hacen, y esto depende de los que pueden y deben ayudarlos –que algunas veces se convierten mas en obstáculos que en apoyo.

La sociedad no necesita líderes de masas que arrastren a miles sin saber donde van. Pero sí necesita conductores modestos, imperceptibles, que apenas se note que lo son, ni en la voz ni en el gesto, pero sí en el consejo, y en la asistencia desinteresada.

Proporcionar atención es una virtud y un arte poco ejercitado. Hay muchos charlatanes y pocos oyentes. Hay seres que cuando se les habla, ya están pensando desde la primera frase que van a decir en contra de aquello que se les propone, sin que se hayan enterado bien de lo que se les ha manifestado. Él dialogo es un arte muy enriquecedor, que comienza cuando se pone mas interés en oír que en platicar. La persona reflexiva es quien tiene de verdad deseos de saber y aprender de sus semejantes.

Hay multitud de cosas que funcionan bien en la sociedad moderna, solo porque miles de individuos cumplen cada día con su deber, que para algunos parece insignificante pero que nos beneficia a todos. Todo el mundo es digno de ser respetado como persona. El ejemplo es la mejor forma de enseñar y aconsejar, sin obligar a los otros a seguir una forma determinada de actuar, porque cada ente es un ser individual.

Para que el universo social funcione bien y en paz no basta la justicia, sino que es necesaria la misericordia: el amor al prójimo. Según San Pablo “ la caridad es paciente, es benigna, no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El humanitarismo nunca acaba.”

Mucho de lo que exige la filantropía, parece inalcanzable. Pero si se comienza poco a poco, todo se da por añadidura, porque todo esta conectado y se descubre con satisfacción que los demás pagan con la misma moneda.

* Periodista.

 

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