Los halcones del déficit no se atienen a los hechos objetivos
Henry C. K. Liu*
“El mundo del trabajo organizado tiene la obligación moral y funcional de forzar cambios estructurales en este sistema económico disfuncional, en vez de seguir como víctima pasiva en la nueva era de la servidumbre impuesta a escala planetaria a los trabajadores. (…) A menos que el movimiento obrero organizado tome las riendas de la reforma, el paquete de estabilización de la Unión Europea, rayano en el billón de dólares, terminará en fracaso.”
¿Piensa usted que los halcones del déficit llevan razón en lo que concierne a derechos a tener beneficios, recortes de gasto público y crisis de la deuda? Piénselo otra vez.
Una ola de pánico exige la austeridad fiscal
La crisis de la deuda soberana en Grecia ha disparado una ola de pánico que se traduce en exigencias políticas radicales de disciplina fiscal en toda la Unión Europea por parte de una perversa coalición neoliberal de ideólogos de las finanzas públicas y conservadores "antiestatistas".
Los propugnadores de la disciplina fiscal arguyen que la Unión Monetaria Europea (UME) y su divisa común, el euro, no resultarían sostenibles sin la drástica reestructuración de las finanzas públicas en todos los países miembros de la eurozona a través de una combinación de aumentos de impuestos y reducción del déficit mediante austeridad fiscal. Pero los acreedores, el grueso de los cuales son bancos transnacionales, se verán protegidos de cualquier “recorte” en los títulos de deuda soberana de los que son tenedores.
Sin embargo, este tipo de políticas de dura austeridad fiscal en una época en la que la recesión global de 2008 espera todavía la recuperación incrementará aún más el riesgo de una profunda recesión de doble zambullida en 2011 en un mercado dominado por expectativas bajistas [bear market]. Las voces alarmistas de estos halcones del déficit claman por programas de austeridad fiscal especialmente punitivos para los trabajadores de la eurozona, al tiempo que siguen tolerando una abusiva manipulación del mercado financiero que sólo ha de beneficiar a la elite financiera, pasando el sufrimiento al conjunto de la población.
Acreedores bancarios contra asalariados
Los déficits fiscales de la eurozona se reducirán recortando salarios en el sector público, así como beneficios sociales y gastos de subsidio, de modo que los acreedores transnacionales cobrarán todo, mientras se hace la vista gorda frente a la descarada evasión fiscal practicada por los ricos con ingresos no salariales que contribuyen a la pérdida recaudatoria y a los déficits fiscales. La disparidad disfuncional del ingreso y la polarización de la riqueza entre las masas asalariadas y la elite financiera con ingresos derivados de beneficios y ganancias de capital constituyen las causas principales de la sobrecapacidad de la economía. En las últimas décadas, la respuesta neoliberal a la sobrecapacidad consistió en evitar la obvia solución del incremento salarial, aprestándose en cambio a inundar la economía con enormes montañas de deuda de consumo y empresarial que terminó en un tsunami de quiebras de los prestatarios y desembocó en una crisis del crédito global. Ofrecer ahora la misma respuesta a la actual crisis llevará sólo a otra crisis global.
Mientras que los culpables del desplome global de 2008 han sido rescatados con dineros públicos procedentes de futuros impuestos, la crisis de la deuda soberana en todo el planeta se imputa ahora a los inocentes asalariados, supuestamente por recibir unos salarios insosteniblemente altos y unos beneficios sociales excesivos que, o eso se pretende, amenazarían la competitividad de las economías en un régimen de comercio globalizado, concebido para deprimir los salarios por doquiera.
La crisis de la deuda soberana no está causada por el Estado de Bienestar
La furia con que los ricos y los poderosos se aprestan ahora a castigar a unos trabajadores pobres supuestamente causantes del lío choca, por lo pronto, con una muchedumbre de pruebas que muestran que la actual crisis de la deuda soberana no está causada por un gasto social elevado, sino por una súbita caída del ingreso público debida a la recesión económica, causada a su vez por el desplome de unos mercados crediticios dominados por la contabilidad fraudulenta permitida en las finanzas estructuradas, finanzas de las que es exclusiva y directamente responsable la elite financiera.
A través de retorcidos “vehículos de propósitos específicos” (el único propósito específico de los cuales es tratar las ganancias de emisión de deuda como ingresos de ventas, a fin de eliminar pasivo financiero de la contabilidad gubernamental y poder presentar una imagen engañosamente robusta de las finanzas públicas), beneficios fantasma son succionados de la economía general para ir a parar a los bolsillos de financieros atacados de codicia, mientras se empuja a la economía real al desequilibrio, resultando todo en un elevada deuda pública real, imposible de sostener por un insuficiente ingreso agregado de la población trabajadora. Como porción del PIB, los salarios y los beneficios no han dejado de caer en las últimas décadas, mientras que la deuda pública ha ido en aumento. Las instituciones financieras internacionales generan rutinariamente beneficios mayores que el ingreso público de las economías pequeñas.
A pesar de las distorsiones propagandísticas, el problema de la deuda soberana no ha sido causado por el elevado coste del Estado de Bienestar; ha sido causado por unos mercados financieros desregulados, permitidos por los gobiernos con objeto de tomar prestadas enormes sumas a cuenta de futuros ingresos de las empresas del sector público, sin que constaran como pasivo en la contabilidad pública. Las finanzas estructuradas suministraban liquidez a los gobiernos que en ellas participaban, al tiempo que quedaban ocultas las deudas soberanas que habrían de honrarse en el futuro. Pero el grueso del dinero prestado fue a parar a los bolsillos de los negociadores de la privatización del sector público, mientras que las deudas quedaron para el conjunto de la sociedad. Una buena parte de la riqueza nacional se transfiere de la economía nacional a los especuladores internacionales a través de la manipulación legalizada posibilitada por la desregulada globalización de los mercados financieros. Es una nueva forma de imperialismo financiero sintético practicado contra las economías débiles a través de un esquema de movimientos cortos contra las monedas y los títulos de las naciones vulnerables.
La austeridad fiscal pondrá en peligro la existencia de la Unión Europea
Además, esas punitivas soluciones de austeridad fiscal harán insostenible a la UE como sobrestructura política a causa de la violenta oposición popular que suscitará en los países miembros. La síntesis centrista de la “tercera vía” entre el capitalismo de libre mercado y el Estado de Bienestar socialdemócrata ha forjado las condiciones de posibilidad de la presente crisis de la deuda soberana. El fundamentalismo de mercado ha sido desenmascarado por los malhadados pero predecibles acontecimientos que ayudó a crear como un fracaso tan desorbitante como espectacular. El costo exorbitante de este fracaso espectacular del fundamentalismo de mercado se cargará sobre las inocentes espaldas de los pobres que trabajan.
Hay robustos indicios de que los votantes de países con sistemas políticos democráticos multipartidistas han sufrido un lavado de cerebro que les induce a creer que el capitalismo de libre mercado con mínimas intervenciones públicas es la única vía a la prosperidad. Los votantes han sido subliminalmente condicionados para adquirir una ideología antiestatista en flagrante contradicción con sus exigencias de generosas redes de seguridad socioeconómica, que sólo el Estado puede proporcionar.
Cuando en la vida social el incauto débil resulta convencido por el retorcido fuerte de que el Estado es el problema, y no la solución, los débiles quedan atrapados en un clima político que permite la destrucción de su único protector institucional, puesto que la función existencial del gobierno, con independencia de su color político y económico, es proteger al débil del fuerte.
La no interferencia del gobierno que significan la desregulación y la privatización del sector público lleva a la ley de la selva en unos mercados libres bajo los que la función económica del financieramente débil es servir de carnaza al financieramente fuerte. Históricamente, el Estado evoluciona en la civilización para que las masas débiles puedan resistir a la opresión de la elite fuerte. Por eso los fuertes en la vida social siempre buscan abatir a los gobiernos populares.
El precio de salvar el euro puede ser la disolución de la Unión Europea
“Tax Enough Already”: el autor juega aquí con el nombre del movimiento populista de extrema derecha que con este nombre se extendido en los EEUU de Obama. Para un análisis en profundidad de ese movimiento y sus antecendentes históricos, véase en SinPermiso: “La tradición populista en los EEUU y la extravagante evolución del Tea Party”, escrito por Steve Fraser y Joshua Freeman (http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3326).
*Analista económico y político que escribe regularmente en Asia Times. Es consejero del Roosevelt Institute norteamericano, y forma parte del equipo rector de la revista New Deal 2.0.