Los niños índigo: esperanza de la nueva era

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En 1982, una parasicóloga de nombre Nancy Anne Tape, utilizó por primera vez el término “índigo” para calificar un tipo de aura energética especial que poseían un sinnúmero de niños con cualidades especiales.

Sin embargo, no es sino hasta 1999, a raíz de la publicación del libro Los niños índigo, de Lee Carroll y Jean Tober, que se masifica el concepto entre los seguidores del mundo espiritual, en el que se dice que los niños que poseen el aura añil forman parte de una raza superior, que viene a salvar el mundo de la infelicidad de la tierra.

Para poder llevar a cabo tal misión, los niños índigo cuentan con ciertas características, que de no ser truncadas o coartadas por sus padres o por el sistema educativo actual, se evidencian en formas del comportamiento humano tales como: alto potencial intelectual, fina intuición, problemas de aceptación de la autoridad, gran madurez espiritual, rebeldía, empatía, etc. y otras aptitudes paranormales como la telepatía y el poder de sanación.

Ante tal premisa, los parasicólogos y maestros espirituales afirman que los padres y educadores deben estar atentos para poder identificar si tienen ante sí a un niño con estas características, ya que la crianza y el tipo de educación debe variar completamente en relación con los otros niños sin este tipo de aptitudes. Según los estudios, los niños índigo no responden bien ante la imposición, la manipulación, la disciplina a través de la culpa, la rutina y repetición, la mentira y la injusticia y es por esto, que muchos de ellos pueden llegar a ser el dolor de cabeza de algunos padres o convertirse en los rebeldes de la clase.

Debido a estos tipos de comportamientos, a muchos de ellos se les detecta Síndrome de Déficit de Atención e hiperactividad, pero para los seguidores de dicha teoría, este diagnóstico es completamente errado, por lo que en lo que son medicados y tratados clínicamente pierden la sensibilidad, los dones espirituales y la energía beligerante que los caracteriza.

Y es que gracias a todos estos patrones de comportamiento es que los niños índigo pueden llevar a cabo su misión en el mundo, que no es otra que desencadenar e impulsar cambios en la sociedad, además de servir de puentes entre la tercera y cuarta dimensión.

¿DE DÓNDE LES VIENE SU PODER ESPECIAL?

Para la psicoespiritualidad, el poder, por así decirlo, de los niños índigo viene dada por dos fuentes: una, por su carga energética, que les permite ver más allá de los espectros de la luz y la otra, por su composición genética, la cual tiene activa cuatro códigos genéticos más, de lo que tienen el común de los seres humanos; esta variación les permite tener sistemas inmunológicos muchos más fuertes y resistentes, principalmente a las grandes enfermedades del siglo XX, como lo son el cáncer y el sida, llegando incluso a no ser contagiados.

¿Cómo pueden ser identificados? Según información publicada en la página web de la licenciada María Dolores Paoli, los niños índigo físicamente pueden no tener mayor diferenciación con un niño normal, de hecho pueden nacer en cualquier clase social y pueden pertenecer a cualquier raza o credo.

La mayoría son más delgados que el promedio, tienen una mirada profunda y ojos vivaces, son zurdos o ambidiestros y tienen ligeramente abultada la frente. Sin embargo, es más por sus características psicológicas y patrones de comportamiento que un niño pudiera ser catalogado como índigo. Paoli, enumera una serie de preguntas que deben responderse los padres que sospechen que su hijo pudiera ser índigo, y que en caso de que resultaran afirmativas más de diez respuestas, podría considerarse que es un hecho que el niño posee dones y misiones especiales ante la vida.

LAS PREGUNTAS DE PAOLI

• ¿Vino su hijo al mundo con un sentido de realeza y actúa como tal?
• ¿Tiene un sentimiento de merecer estar aquí y ahora?
• ¿Tiene un evidente sentido de identidad?
• ¿Tiene dificultades con la disciplina y la autoridad?
• ¿Se rehúsa a hacer ciertas cosas que se le ordenan?
• ¿Es para su hijo una tortura esperar haciendo colas?
• ¿Se siente frustrado hacia sistemas estructurados y rutinarios que requieren poca creatividad?

• ¿Encuentra mejores maneras de hacer las cosas que las que les sugieren en la casa o la escuela?
• ¿Es su hijo un inconforme?
• ¿Se rehúsa a responder a la manipulación o el manejo mediante el uso de la culpa?
• ¿Se aburre fácilmente con las tareas que se le asignan?
• ¿Tiene síntomas de déficit de atención o hiperactividad?
• ¿Muestra capacidad intuitiva?
• ¿Es particularmente creativo?
• ¿Demuestra empatía o preocupación por los demás?
• ¿Desarrolló pensamiento abstracto a muy temprana edad?
• ¿Es muy inteligente y/o dotado?
• ¿A descubierto su hijo la disposición a soñar despierto?
• ¿Tiene su hijo una mirada profunda y sabia?
• ¿Manifiesta pensamientos o conceptos espirituales con naturalidad?

LA CIENCIA EN CONTRAPOSICIÓN

Debido al auge que ha tomado la idea de los niños índigos en ciertas profesiones como la educación, sociología y la psicopedagogía, la medicina y biología tradicional se ha tomado la tarea de ahondar y averiguar la veracidad científica de estos supuestos espirituales.

Ricardo Babarro, biólogo venezolano, en un artículo publicado en internet, titulado Niños Índigo: ¿realidad o ficción? desglosa punto por punto los basamentos de esta “moda”, que a su juicio carecen de fundamentación científica y que pudieran ser fácilmente refutables a la hora de considerar como cierto el hecho de que existan o no, niños con el potencial y poderes correspondientes a la categoría de índigo.

Por ejemplo, gran parte de los patrones de conducta que los parasicólogos y maestros espirituales atribuyen a los niños índigo, bien pudieran ser características de niños con problemas de déficit de atención o con síndrome de hiperactividad, que si bien no son tratadas a tiempo pudieran desencadenar en alteraciones de la conducta que luego pudieran ser lamentadas por los padres.

Otro punto controvertido y señalado en el estudio de Babarro es el relacionado a los alcances de ciertos sustantivos y calificativos que acompañan a esta teoría, como es el caso de: raza superior, predestinación, libertad absoluta, irreverencia, entre otros, que en lugar de contribuir de fortalecer la autoestima, pueden llegar a causar frustración y enajenación, si son mal entendidos en el proceso de crecimiento y de interrelación con los demás.

Un asunto tal vez un poco más delicado es el relacionado con los supuestos estudios científicos realizados por la Universidad de los Ángeles, California, que certifican el hallazgo de la diferencia genética que hace de los niños índigos, seres con un sistema inmunológico superior. De acuerdo con las investigaciones realizadas por Babarro, no hay vestigios, publicaciones o bibliografías que avalen tales investigaciones:

“Ante tan trascendental descubrimiento en la historia de la medicina mundial, no se pudo encontrar referencia alguna de tan extraordinarios resultados consultando las páginas web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. (U.S. National Library of Medicine) y los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), las cuales contienen referencias y resúmenes de investigaciones publicadas en 4.600 revistas biomédicas en el ámbito mundial. Un descubrimiento de esta importancia no hubiera pasado desapercibido para la comunidad médica mundial y sin duda los investigadores serían merecedores del Premio Nobel”.

Lo cierto es que dependiendo de la empatía que nos cause la aproximación epistemológica al hecho de los niños índigo, dependerá el que creamos o no en la existencia de estos seres.

Más allá de la publicidad, el mercadeo y de la moda que ha envuelto a la sociedad en este nuevo tipo de teorías, es innegable que la forma de criar y educar a los niños debería evolucionar conforme cambian las sociedades y que, por ejemplo, la manipulación y la imposición de la que habla la teoría de los niños índigo, no puede seguir siendo parte de los métodos de crianza, independientemente si los niños sean índigo o no.

Sean maestros de la luz y desencadenantes del cambio o sean simplemente niños con el alma pura es mucho lo que podemos aprender de ellos, pues el proceso de aprendizaje no debe ser un proceso unidireccional, sino un proceso de retroalimentación constante entre padres e hijos.

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* www.mipunto.com

El portal Dios! (www.dios.com.ar) es dirigido por el periodista argentino Alejandro Agostinelli.

María Dolores Espaoli es una sicóloga venezolana (www.mariadolorespaoli.com

La antropofosía médica se ha peocupado del fenómeno de los niños índigos; ver
Los niños índigo y los 12 sentidos, de Marta Miguel (www.casasteiner.com.ar/indigo.htm

 
 

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