Los niños y las guerras del imperio
La tragedia de Beslán parece desafiar nuestra capacidad de asombro. Cada día de que pasa las cifras de niñas y niños muertos aumenta, como también aumentan nuestras preguntas y nuestra indignación.
La interpretación del presidente Putin, sobre las causas del desastroso desenlace del secuestro ha sido presentada por la prensa como un mea culpa, por una supuesta «debilidad» rusa. Extraña debilidad, que hace pensar sobre lo que Putin consideraría como fuerza.
Más allá de estos sentimientos de dolor e impotencia que todos compartimos, es necesario recordar que esta catástrofe no es un acontecimiento novedoso en la historia. Más bien parece ser un nuevo eslabón en una larga cadena de instantes en los que la sangre de los inocentes paga la culpa de los poderosos.
El precio de sostener un Imperio siempre ha caído en los soldados que supuestamente se alzan como conquistadores. Ya se trate de romanos cayendo en las Galias, franceses o alemanes congelados en la estepa rusa, ingleses masacrados en Sudáfrica o norteamericanos desaparecidos en Viet Nam, el valor de la victoria siempre se ha tazado en las vidas de jóvenes soldados, reclutados para morir por una gloria que ni ellos ni sus familias conocerán. Sin embargo, la muerte de soldados regulares, parece haber entrado en la lógica de lo «aceptable», en el marco de las reglas de lo que los Estados denominan «guerras simétricas».
Guerras de IV generación
Pero lo que provoca lo ocurrido en Beslán, o el ataque a NY del 11 de septiembre, o el atentado a los trenes de Madrid, o cualquier otro acto de terrorismo de masas, es la ruptura de ese criterio, al colocar en la línea de combate a ciudadanos desarmados, niños, mujeres y ancianos. En definitiva, al exponernos a todos.
Nos indigna por su arbitrariedad e irracionalidad. Lo que no recordamos es que este tipo de ataques corresponden al nuevo tipo de guerras que nos acompañarán de ahora en adelante: las «guerras asimétricas», o guerras de cuarta generación.
El concepto de guerras asimétricas no sólo hace referencia a la disparidad de fuerza entre dos bandos enfrentados, como se dio en el caso de las invasiones a Afganistán o Iraq. Se trata también de una diferencia cualitativa, ya que el nuevo enemigo «no puede ni quiere pelear de frente»: usa en una estrategia donde todos los medios valen, desde los más modernos medios de comunicación, de transporte, o de información hasta el terror psicológico y la más inimaginable brutalidad.www.portaldelpluralismo.cl
Estas nuevas armas permiten a un contrincante débil, que incluso puede no contar con un estado propio a la hora de combatir, superar las asimetrías estructurales, económicas y militares que lo separan de su oponente. En definitiva, este nuevo tipo de guerras se tenderá a radicalizar el costo que ciudadanas y ciudadanos anónimos cargan en todo conflicto armado.
Por ello, la sangre que los pueblos deben pagar por la constitución y el mantenimiento de un imperio caerá cada vez más arbitrariamente sobre los más anónimos y débiles miembros de los estados con pretensiones imperiales.
Durante doscientos años Rusia ha administrado Chechenia como parte de su patrimonio. Ha considerado que su presencia imperial allí se justifica por razones civilizatorias, dejando en la nebulosa las verdaderas causas, ligadas a la explotación de los recursos naturales.
Más tarde Stalin agregó a este dominio imperial el peligroso ingrediente de los pueblos «castigados», obligados a desplazamientos masivos desde y hacia la zona del Cáucaso, obligados a convivencias forzadas y humillantes, que finalmente llevaron a la explosión étnica y nacionalista post-soviética. Ante este panorama, la respuesta del «débil» Pútin ha sido siempre la misma: la más sangrienta de las represiones, la intolerancia al diálogo, la guerra total. Y así, cada golpe ha sido devuelto por el otro bando con otro más fuerte en una escalada que no parece tener fin1.
El 22 de septiembre de 2001, a pocos días del ataque al WTC, Putin declaraba que «Rusia no puede dejar de participar en la coalición contra el terrorismo, un fenómeno que sólo puede ser derrotado por medio de un frente común de todas las fuerzas del mundo civilizado». De esa forma se alineó con el presidente Bush en su guerra infinita contra un enemigo invisible. Porque el terrorismo no es un sujeto.
El terrorismo es una técnica de combate propia de guerras asimétricas. No se puede derrotar una técnica de guerra. Se puede derrotar a un adversario pero es imposible derrotar las armas que emplea.
El argumento de la «guerra contra el terrorismo» muestra la resistencia y porfía de los imperios o potencias ocupantes a reconocer la existencia de los conflictos que explican el estallido de las guerras asimétricas. Por muy condenable y monstruosa que sea la violencia de grupos chechenos, palestinos, árabes o vascos es imposible olvidar que en esas regiones existe un conflicto real, que nutre esa violencia criminal y que mientras no se resuelva la relación entre pueblos ocupantes y ocupados, el recurso a la guerra asimétrica será siempre una alternativa utilizable y al alcance de la mano para quienes no vean otra salida a su situación.
Plantear una «guerra al terrorismo» es por esto una guerra contra molinos de viento, que no se sabe dónde están, y que desvía deliberadamente la atención a la resolución de los verdaderos conflictos que simplemente los imperios se quieren negar a reconocer.
Mientras Putin, Bush, Blair o Sharon lanzan sus tropas a una guerra contra todos y contra nadie a la vez, los niños rusos, norteamericanos, británicos o israelíes se deben acostumbrar a vivir en el miedo permanente. Cuando se prefiere incorporar al currículo de las escuelas técnicas de sobrevivencia que educación para la paz y la democracia, algo no funciona, porque no se ve muy promisorio el futuro de los niños del imperio.
Nota:
Recordemos que Putin y Bush visitarán Chile en noviembre, durante la cumbre de la APEC. A lo mejor es una buena idea hacerles sentir algunos de nuestros sentimientos y opiniones participando en el Foro Social Chileno, y mostrándoles que somos muchos los que creemos que Otro mundo es posible.
1. Sobre la guerra por la independencia chechena puede leerse: www.pieldeleopardo.com/modules.php?name=News&file=article&sid=342 (n. de la r.)
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* Teólogo del Centro Ecúmenico Diego de Medellín.
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