Los temáticos: la ignorancia y la falta de pudor

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Virginia Vidal.*

Quien todo lo tematiza es un tematizador o un temático que da en la flor de transformar toda inquietud humana en tema y cuando no, se dedica a gatillar, a acribillar el idioma haciéndolo ininteligible para la comunicación humana y el desarrollo de las ideas. En Chile, un tema o tópico de una oración no es el interviniente en la predicación verbal del cual se predica algo.

Tampoco es asunto principal o materia sobre la cual se trata en una conversación, un discurso  o un escrito. No es parte de un manual o de un libro de texto que forma una unidad independiente, ni cuestión, asunto, materia, argumento, proposición. Ni siquiera es raíz de un verbo ni menos idea  básica de una composición musical. Y hace tiempo los alumnos dejaron de escribir composiciones con tema libre.

Ya no tiene sentido la aseveración “cada loco con su tema”, porque la idea fija del orate hace tiempo dejó de ser manía, obsesión,  porfía u obstinación.

Para los políticos, comunicadores, hablantes en televisión y en periódicos el tema es la ausencia plena de vocabulario, al punto que un millonario dueño de una empresa universitaria, traiciona su lengua primitiva diciendo: “la continuidad de Bielsa es un tema cerrado”.  La ministra  vocera de turno se permite afirmar: “el gobierno trabaja en paralelo al tema de los mineros”. Y otro personaje público en tono crítico dice: “Longueira insiste en solucionar el tema del mar para Bolivia”. Cuando de los mapuche se trata, ya no hay conflicto ni discriminación ni represión ni injusticia sino tema.

Los ministros  temáticos  han dado en la flor de  tematizar y convertir en tema todo asunto imaginable así fueren problemas,  tragedias, conflictos, contradicciones insalvables, crímenes,  riesgos. Entonces el terremoto y el tsunami y los muertos del 27 de febrero los transformaron en  simples “temas”.

Por si fuera poco, los temáticos también saben “gatillar”, pero no un arma de fuego, pues con el verbo de marras desencadenan, impulsan, activan, como lo aplica Cristóbal Piñera: “la cultura chilena puede gatillar o frenar la innovación, acá los fracasos son muy mal vistos”.

Y el colmo de esta perversión del lenguaje resulta cuando descubrimos que las guaguas o críos no son paridos sino gatillados por sus madres, según una ginecóloga de Clínica Alemana,  que se permite declarar: “la inducción de trabajo de parto significa gatillar el trabajo de parto en forma artificial, antes del inicio espontáneo de las contracciones”.

 En Chile así como las madres no paren sino “gatillan” a sus criaturas, ya desaparecieron de la faz de la tierra las tragedias, las contradicciones insalvables, los conflictos, crímenes y  riesgos: ahora sólo hay “temas”.

* Escritora, periodista.
En Anaquel Austral (http://virginia-vidal.com).

Las imágenes elegidas no pretenden ofender al reino animal, pero quizá contribuyan a la mejor descripción de los protagonistas del artículo. N. de la R.
 

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