Los veinticinco años de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
Una mañana de hace 25 años, el primero de enero de 1994, vimos aparecer en la televisión un espectáculo insólito: un ejército indígena, como brotado de las sombras de esa noche del nuevo año, estaba tomando la ciudad de San Cristóbal. Eran muchos, se veían muy pobres y estaban abriendo una nueva época en la historia de este país y de sus pueblos. Su nombre era y sigue siendo Ejército Zapatista de Liberación Nacional: EZLN.
Dijeron después quiénes eran y qué querían y se proponían, y desde entonces no han cesado de decir, desde la primera Declaración de la Selva Lacandona hasta la campaña presidencial de Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno.
Usaron entonces un lenguaje que hoy, un cuarto de siglo después, es bueno recordar. El primero de febrero de 1994, en una carta al Consejo 500 Años de Resistencia Indígena del estado de Guerrero, explicaron su existencia en lo que era un manifiesto en realidad dirigido al país entero. Su singular lenguaje aparecía alejado del discurso político convencional:
En nuestro corazón había tanto dolor, tanta era nuestra muerte y pena, que no cabía ya, hermanos, en este mundo que nuestros abuelos nos dieron para seguir viviendo y luchando. Tan grande era el dolor y la pena que no cabía ya en el corazón de unos cuantos, y se fue desbordando, y se fueron llenando otros corazones de dolor y de pena, y se llenaron los corazones de las más viejos y sabios de nuestros pueblos, y se llenaron los corazones de hombres y mujeres jóvenes, valientes todos ellos, y se llenaron los corazones de los niños, hasta de los más pequeños.
El discurso se dirigía después al pasado:
Hablamos con nosotros, miramos hacia dentro nuestro y miramos nuestra historia, vimos a nuestros más grandes padres sufrir y luchar, vimos a nuestros abuelos luchar, vimos a nuestros padres con la furia en las manos, vimos que no todo nos había sido quitado, que teníamos lo más valioso, lo que nos hacía vivir, […] y volvió la dignidad a habitar en nuestro corazón, y fuimos nuevos todavía, y los muertos, nuestros muertos, vieron que éramos nuevos todavía y nos llamaron, otra vez, a la dignidad y a la lucha.
Esa voz continuó hablando entre la religión y el mito, la historia, el agravio y el orgullo, el ruego y la comunión:
Dejamos atrás nuestras tierras, nuestras casas están lejos, dejamos todo todos, nos quitamos la piel para vestirnos de guerra y muerte, para vivir morimos. Nada para nosotros, para todos todo, lo que es nuestro de por sí y de nuestros hijos. Todo dejamos todos nosotros.
Ahora nos quieren dejar solos, hermanos, quieren que nuestra muerte sea inútil, quieren que nuestra sangre sea olvidada entre las piedras y el estiércol, quieren que nuestra voz se apague, quieren que nuestro paso se vuelva otra vez lejano. […]
No nos abandonen, no nos dejen morir solos, no dejen nuestra lucha en el vacío de los grandes señores. Hermanos, que nuestro camino sea el mismo para todos: libertad, democracia, justicia.
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El Ejército Zapatista de Liberación Nacional celebra en estos días sus 25 años de vida. Además de su historia tiene su organización social, su lenguaje y su política.
Nada puede hacerse en Chiapas, en el vasto mundo de los pueblos indígenas y en el movimiento indígena nacional, como no sea indigenismo estatal de viejo cuño, sin tomar en cuenta su presencia, sin dialogar con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, su política y su historia, sus propuestas, su resistencia y su existencia.
Anexo
El 25 aniversario del EZLN
Magdalena Gómez
El próximo primero de enero se cumplirán 25 años del surgimiento a la luz pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El desafío al Estado mexicano, en el día de inicio formal de operación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, caló hasta nuestras raíces y movilizó como nunca a los pueblos indígenas de nuestro país, colocando su agenda en la de la nación y también dio esperanza y sentido a muchos activistas y movimientos en el mundo que se encontraban buscando cómo orientar la brújula de la izquierda en tiempos neoliberales.
Imposible reconstruir en unas líneas la trayectoria y el aporte del EZLN, baste señalar que un primer paso importante fue la masiva demanda social de cese al fuego que logró de Salinas de Gortari, el 12 de enero, el cese unilateral del fuego y el respeto zapatista a dicha decisión. Sin embargo, siendo importante ese factor tampoco se puede ignorar que el Estado ha hecho la guerra contra el zapatismo por muchos medios, y no precisamente pacíficos.
Un momento clave fue el de la traición del 9 de febrero de 1995, cuando el entonces Presidente de la República, Ernesto Zedillo, convertido en Ministerio Público, difundió en cadena nacional las supuestas identidades de la dirigencia zapatista y la emisión de órdenes de aprehensión, mientras el Ejército avanzaba en Chiapas contra el territorio que ocupaban sus bases. De ahí proviene el estigma de Esteban Moctezuma que como entonces secretario de Gobernación fue recibido en Chiapas días antes en supuesto y discreto plan de diálogo.
La crisis desatada derivó en la emisión de la Ley para el Diálogo, la Negociación y la Paz Digna en Chiapas que en su artículo primero dice: Esta ley tiene por objeto establecer las bases jurídicas que propicien el diálogo y la conciliación para alcanzar, a través de un acuerdo de concordia y pacificación, la solución justa, digna y duradera al conflicto armado iniciado el primero de enero de 1994 en el estado de Chiapas. Para los efectos de la presente ley, se entenderá como EZLN el grupo de personas que se identifica como una organización de ciudadanos mexicanos, mayoritariamente indígenas, que se inconformó por diversas causas y se involucró en el conflicto a que se refiere el párrafo anterior.
A partir de ese contexto, se definió la ruta del diálogo cuya primera mesa produjo los Acuerdos de San Andrés sobre derecho y cultura indígena firmados el 16 de febrero de 1996 y tras una serie de crisis, ya en el foxismo y con expresiones zapatistas de condiciones para sentarse de nuevo con el gobierno, se promulgó en 2001 la contrarreforma indígena con lo que el EZLN consideró que el Estado pateó el tablero y dio al traste con la posibilidad de retomar el diálogo suspendido desde septiembre de 1996.
De 2001 a la fecha, el zapatismo ha construido su autonomía en Chiapas, desarrollando diferentes áreas de trabajo mediante instancias de gobierno autónomo, así como sus propios sistemas de salud y educación por medio del trabajo colectivo, con la participación de todos y todas, mujeres, hombres, jóvenes y niñ@s. Se trata de las juntas de buen gobierno, experiencia emblemática más allá de las fronteras nacionales que sistematizaron y compartieron en la Escuelita zapatista, y han organizado diversos seminarios sobre la hidra capitalista, los comparte, los conciencia, entre otros.
La más reciente experiencia política fue el acompañamiento al Congreso Nacional Indígena en la decisión de nombrar un consejo indígena de gobierno con representantes hombres y mujeres de cada uno de los pueblos, tribus y naciones que lo integran. Y que este concejo se proponga gobernar este país. Y que tendrá como voz a una mujer indígena del CNI, es decir, que tenga sangre indígena y conozca su cultura, que sería candidata independiente a la Presidencia de México.
Conocemos el resultado de esta experiencia, de cara a las reglas del Estado: Marichuy no alcanzó el número de firmas requeridas, sin embargo su recorrido logró la articulación de redes que se mantienen en torno a la opción anticapitalista. También dieron cuenta de la profundización del deterioro en el país y de la virtual guerra contra los pueblos promovida desde el Estado. El EZLN ha reiterado el señalamiento sobre la transmutación de los gobernantes en la figura histórica de los capataces: Son buenos defensores de los intereses de sus patrones para saquear las riquezas naturales de nuestro país y el mundo como la tierra, los bosques, las montañas, el agua, los ríos, los lagos, las lagunas, el aire y las minas que están guardadas en el seno de nuestra madre tierra, porque el patrón todo lo considera una mercancía y así nos quieren destruir por completo. No están presentes de la parte oficial, en el nuevo gobierno, en sus proyectos, elementos para suponer un cambio de rumbo en esa trayectoria que amenaza la vida de los pueblos.