Luigi Lovecchio / Cronología de un día feliz

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Será el placer que me venza una vez más…
Despertar sin sobresaltos, abrir los ojos e filtrar suavemente la realidad. Hasta que desde la tenue pereza todo encaja en los colores y las proporciones. Un estirón y casi me siento en forma. Falta el té perfumado de mango, el pan bien tostado, el queso amigo, y la mirada atenta de mi amor que en un momento, vence los años y la costumbre y vuelca su afecto en un ritual silencioso.

Nada de correr. El tiempo es suficiente para hacer las cosas bien, sin prisa. Así, casi recreando los tiempos con la placentera lentitud del verano, salgo de la ducha mientras mi amada sonríe a través del espejo y el vapor. Se divierte en mirarme. Posa sus ojos golosos sobre mi desnudez. Ya sonreí y anoté en la agenda del subconsciente que esta noche será el placer que me venza una vez más.

Almuerzo de negocios. El fulano es muy hábil y no deja nada al azar. Me divierto. Me siento seguro,  sé que aún “corra a mil”, en un momento precisará de la tranquilidad que ofrece una sombra amiga,  mi “sombra” para descansar y ser exitoso en sus propósitos. Es así la vida, ese complejo ajedrez infinito que siempre te asecha. ¿Valdrá la pena decirle al fulano  que no se esfuerce en mostrar toda su habilidad? Pero, no, para él también vale la oportunidad de sentirse ganador por un día. Ya sé que mañana  tomará noción del entorno y regresará a la realidad. La “sombra amiga” cobijara su oratoria.

Tarde de escritorio. Mucha creatividad. Parece un pozo inagotable la demanda de ser diferente, distinguirse, llamar la atención. ¡Ufa! Pobre mundo. Rueda a tanta velocidad que no percibe que se repite a si mismo y parece parado. El tiempo que corre parado… Para pensar. Los ritos se repiten bajo aspectos diferentes. Dicen: es la misma mierda con distintas moscas. Pero hay que ganarse el pan y el lujo deseado.

Por fin el regreso con el deber cumplido. Añoro las pantuflas, mi computadora, la mirada de ella y aquella curiosidad detrás de la sonrisa que casi me emociona a la mañana,  me tiene intrigado. ¿El secreto de ser feliz es mantener las dudas? Ella, Maestra y diosa, intuye el camino y me lleva…

Una cena deliciosa, un buen vino. No ceder la tentación de un buen espectáculo de televisión. La conversación con dos copas de licor amarillo de buena marca. Música de Francia, Satie, Debussy.  El preámbulo comienza y promete bien. Como dije, esta noche el placer me vencerá una vez más.

La luz ámbar viste de sensualidad
el blancor de su piel desnuda. El verdadero encanto son sus ojos. Brillan en la casi penumbra e invitan remisivos y con sutileza al encuentro. El fuego del licor ahora es un fuego misterioso y lleno de impulsos.

Suenan los ángeles desde el cielo una dulce sinfonía cargada de miradas cómplices, a la búsqueda de un paraíso de caricias instintivas sensibles al placer. Besos pequeños e intensos, el encanto de pasar mi cara sobre su piel, pequeños mordisco cargados de inebria. El embrujo de estallar en un rito colmado de belleza y misterio. El apacible navegar en un mar de sonrisas y ternuras.

Ya lo sé, no me lo digan. Mañana será otro día de rutina, pero ahora nadie puede quitarme lo bailado.

Luigi Lovecchio es periodista, dirige el portal www.losbuenosvecinos.com.ar

 
 

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