Luigi Lovecchio / Kirchner y la libreta de almacén

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No deja de ser curiosa la actitud de algunos intelectuales que en sus trabajos escritos u oralmente, muestran un sorprendente conocimiento íntimo de los acontecimientos que marcaron la trayectoria política de Néstor Kirchner (NK). Algunos creen que fue inseguro en algunas decisiones fundamentales, otros justifican su exitosa trayectoria política aseverando que la sensación de inseguridad y lo provisorio dominaron sus actos y le dieron la fuerza para obtener logros…

“Somos hombres comunes en situación excepcional”
Néstor Kirchner.

En fin, los hay de todos los colores y no faltan quienes intentan aprovechar de su condición de fallecido y tirarlo de la mortaja, con odio subcutáneo hasta dilapidarlo, algunos, con benevolencia, admiración y profundo dolor otros.

Sin embargo la conducta política de NK fue tan simple como la libreta de almacén que llevaba siempre a cuesta para evaluar las cuentas del país. 

No hay nada mejor que la libreta del almacenero para llevar las cuentas. Si los principios tradicionales de este tipo de matemática esencial son aplicados al manejo de la gran economía de un país, entonces fracasan todas las teorías de los grandes economistas que, como prioridad, anteponen las deudas (si al FMI, mejor) para avanzar con el crecimiento del país. En los tiempos actuales, un economista que vuelve a los postulados de una economía simple,  de producción, de “dar y haber” merece el premio Nóbel. Krugman y Stiglitz, son buenos ejemplos.

Néstor Kirchner fue un hombre sumamente práctico y políticamente pragmático. Era esa simpleza directa y sin vuelta la que iluminó su conducta. Los “mitos” infranqueables que encontraba en el camino, levantados como muros intocables, para él eran apenas paredes de papel maché, escenografías que se podían romper con la mirada de un niño cuya pureza lleva a cuestionar con simpleza los obstáculos. NK jamás olvidó ser un niño puro que va en contramarcha con la "aparatología" que publicita el sistema cuando se trata de avanzar con las ganancias especulativas y se vuelven, por eso, realizaciones sumamente sofisticadas para que las personas comunes no entiendan nada y queden confusas.
 
Esta condición se desprende por si sola al observar con atención su conducta. Apunta a la solución directa de los problemas antes que vestirla de inútiles cavilaciones. En esta simpleza reside su grandeza, su luz y el lugar que ocupe en la historia del país. Es la simpleza del hombre común.

En este sentido Kirchner es quien rescata este sentimiento de frustración de la persona de a pie y le muestra un camino inesperado y fácil de recorrer. Los medios dominantes de comunicación habían tapado parte de la realidad para los ciudadanos. Los parámetros lógicos de la realidad social estaban invisibles o distorsionados. NK descubrió estas fallas y con transparencia les hizo ver a todos dónde estaban los errores. Parece simple y es simple; no hay más que eso por debajo. Sólo que algunos intelectuales aún no se dan cuenta.

Aún cuando lo parezca, no es difícil comprender que la simple decisión política de fortificar el mercado interno, con el desarrollo de la capacidad industrial local, aniquila gran parte de la desocupación y devuelve el poder adquisitivo a la gente que trabaja, al mismo tiempo que mueve  con fuerza la economía del país y aumenta el volumen del PBI.

Tampoco es difícil de saber que las deudas son las que frenan el desarrollo del país y le dan la condición de dependiente de sus deudores. Cuando el Gobierno de NK pidió un 70 por ciento del aniquilamiento de las deudas, basó sus argumentos sobre una lógica incuestionable: “Los muertos no pagan deudas”.

Es el descuento más impresionante de la historia de América y de los países pobres o en vías de desarrollo, por eso todos los medios, fieles defensores de la globalidad, publicaron aquello con poca resonancia. Sin embargo cuando Menem y De La Rua contrajeron deudas que el país no podía pagar pasaron aquellas noticias como algo beneficiosos para la Argentina. De La Rua rezaba: “¡Hemos obtenido 40.000 millones en prestamos! ¡Es bueno dar las buenas noticias a los argentinos!” 

Pero no eran buenas las noticias, los argentinos aún los están pagando.
 
Aún más obvio resulta comprender que el dinero que antes entraba en la caja del Estado por el funcionamiento de YPF, Luz y Fuerza, ENTEL, las AFJP (OJO, NO ERAN FISCALES), los ferrocarriles, etc., cuando estas empresas estatales se privatizaron, no tan sólo sus entradas económicas dejaron de fluir hacia las arcas del Estado, y además hubo la perversión de las AFIP, que prestaron con altos intereses este dinero, que antes era administrado por el mismo Estado, creando así las condiciones que desembocó en el consecuente default.

Los enemigos del país querían la Argentina de rodillas. Ahí la tenían. Lo consiguieron.

Algunos se frotaban las manos mientras el país conocía la miseria más honda. Otra vuelta de obligado, como siempre invisible se había cumplido, pero esta vez con éxito de las fuerzas globales enemigas.

No hay que ser ni sofisticado ni intelectual para comprender que si se quiere ayudar al país  es necesario desandar el camino emprendido, luchar con paciencia en contra de todas estas fuerzas apropiadoras que dejaron espanto muertes y desdichas.

El gran mérito de NK ha sido no haber entrado nunca en la lógica perversa del fundamentalismo económico de Wall Strett, aún actual, que prometía y promete puntos porcentuales a quienes los aceptaban a costa de la desgracia de la gente. ¨

Él tenia de su lado todas las razones para fracasar. Podría haber dicho: Hice lo imposible. El país está muy endeudado, es imposible saldar la deuda. Una deuda que yo no hice. Y aceptar las dadivas que eso significaba, la prensa a favor y una lluvia de millones de dólares de las fuerzas económicas foráneas. Se hubiese retirado, tal vez, con la conciencia sucia, pero con la gloria de neón que conceden los medios de comunicación a sus héroes de cartón pintado, verdaderos enemigos y traidores de la patria.

Pero no. Se vistió de niño juguetón. Un niño terrible que a la vez sólo mira con pureza y percibe la verdad. Desde ese altar comenzó su arduo trabajo. 

Pensar una transformación en ese clima de desastre, sin esperanza, con la economía global propietaria de todas las fuerzas económicas de la Argentina era una utopía.  Sin ser economista, con la libreta de almacenero a cuesta, iba observando con mirada puntillosa cuanto debía el país a los varios organismos internacionales, cuánto dinero entraba y cuanto podía salir.

Algo elemental. 

Ahorrando cada dólar con la implementación de una economía creativa, que defendía el mercado interno y buscaba de mantener un equilibrio entre todas las fuerzas económicas “amigas” y “enemigas”, supo revertir de a poco esta situación de dependencia.

Por fin hubo, otra vez, reservas; hubo superávit fiscal; hubo empresarios que comenzaron a reciclar y modernizar sus fabricas; hubo menos desocupación; hubo producción y ganancias inesperadas del campo que lloraba diez años de vacas flacas; hubo aumento (por fin) de las jubilaciones, hubo recuperación del poder adquisitivo; hubo un enfoque más humanitario de las relaciones entre los ciudadanos, los Derechos Humanos, la libertad de ser con el matrimonio igualitario.

Hubo muchas cosas nuevas que los argentinos solo miraban en las vidrieras iluminadas con fuertes luces del sistema de vida exterior, el de los países primarios. 

Por fin las reservas ascendieron a cifras record: más de 50.000 millones de dólares, por fin las jubilaciones se ubicaron con dos aumentos anuales, entre las más alta de América Latina, por fin las ventas batía records nunca imaginados y por fin los superávit fiscales también fueron extraordinarios. 

Todo eso da pie para reflexionar sobre esta nueva condición de bienestar del país. ¿Cómo es posible que este inmenso volumen de dinero, aparecido ahora de improviso con la administración de los Kirchner, se evaporara antes, con anteriores administraciones, dejando a los argentinos en un estado de austeridad y sacrificios constantes? ¿Dónde fueron a parar tantos recursos económicos?  Si ahora sobra el dinero para las jubilaciones, para los subsidios que mantienen las tarifas bajas,  para tener reservas y pagar deudas, ¿dónde iban a parar esos recursos antes, con otras administraciones? ¿Había una enorme aspiradora secreta que absorbía todo y lo hacía desaparecer en el pozo negro de los intereses personales?
 
Un hombre, con una simple libreta de almacén a cuesta, con simpleza, supo encontrar el camino que puso en carril una Argentina arruinada por las deudas y por la voracidad sin límites de las fuerzas económicas internacionales.

Mucho respeto para usted, Néstor Kirchner.

L.L. es periodista. Dirige en Argentina el periódico digital
www.losbuenosvecinos.com.ar.

 

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