Lula llamó a frenar la barbarie ultraderechista
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, exhortó a los sectores de izquierda, progresistas y democráticos a organizarse a escala internacional para abordar el crecimiento de la extrema derecha. También reafirmó su compromiso con la integración sudamericana, y expresó su propósito de organizar un encuentro con jefes de gobierno democráticos a fin de definir una estrategia coordinada ante el avance de esa tendencia política antisocial.
El presidente brasileño anunció además que viajará a Chile en mayo y que espera que su par Gabriel Boric convoque a una reunión a quienes participaron el año pasado en una cumbre en Brasilia en la que el gigante sudamericano buscaba recuperar su papel activo en los asuntos regionales. «Necesitamos discutir cómo actúa América del Sur como bloque», dijo Lula. «Si hacemos política de alianza respetemos las diferencias, pero hagamos crecer la economía de la región».
Lula dijo también que espera que «las cosas vuelvan a la normalidad» en Venezuela tras las elecciones de julio para que «Estados Unidos pueda retirar las sanciones» energéticas impuestas por el incumplimiento de ciertos compromisos electorales.
El llamamiento de Lula se da en momentos en que políticos de ultraderecha conquistan cada vez más espacios y cobran carta de naturalidad programas que habrían resultado inconcebibles hace apenas unos años por su incompatibilidad con los derechos humanos y los principios democráticos. La ultraderecha quizá acceda al poder mediante las urnas, pero tanto cuando se encuentra en el gobierno como cuando es oposición opera de tal modo que socava la democracia, cuya esencia adultera y corrompe.
Brasil es testigo de ello: el ex presidente Jair Bolsonaro ganó claramente los comicios en octubre de 2018, pero sólo después de que Lula, el favorito en todas las encuestas, fue inhabilitado por un proceso penal en el que no había prueba alguna en su contra. Posteriormente salió a la luz la trama de jueces y fiscales corruptos que conspiraron para descarrilar su candidatura, pero el daño de cuatro años de bolsonarismo es irreparable.
En Argentina, Javier Milei impuso desde el arranque de su gobierno una batería de políticas de desmantelamiento del Estado, entrega del país a capitales extranjeros y destrucción de derechos sociales bajo la forma de un decreto de necesidad y urgencia, mecanismo que debe ser ratificado o derogado por el Legislativo o el Poder Judicial. Asimismo, intentó pasar una ley que le transfería la facultad de legislar, es decir, de suplantar al Congreso, en el que su partido es una ínfima minoría.
En Ecuador, el multimillonario Daniel Noboa acaba de extender la vigencia del estado de excepción, con el cual restringe derechos como la libre movilidad, la libertad de reunión o la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia. Desde el 8 de enero, a 45 días de asumir la presidencia, las garantías individuales han permanecido suspendidas durante 70 por ciento de su mandato, y seguirán así cuando menos hasta mediados de julio.
En El Salvador, Nayib Bukele ha gobernado bajo estado de excepción durante 25 meses ininterrumpidos, y no hay ninguna señal de que desee renunciar a esta medida que le permite disponer a su antojo de la libertad y la vida de los salvadoreños.
El compromiso de Lula
“Mi compromiso es con la izquierda, con un Estado socialmente justo. Hoy si miran a América del Sur perciben que hay un retroceso por el crecimiento de la extrema derecha, de la xenofobia, del racismo y la persecución a las minorías con asuntos retrógrados”, dijo e hizo un llamado para que “los sectores demócratas” se organicen.
Lula contó que habló con sus pares de España y Francia, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, para hacer una reunión con los que llamó “presidentes demócratas” que, vaticinó, puede ser durante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Una docena de presidentes de los países sudamericanos se reunió el año pasado, a excepción de Perú, en una cumbre que buscaba reactivar el diálogo regional tras el colapso de Unasur. Entre los participantes figuraron Boric y el venezolano Nicolás Maduro.
Por ahora, el presidente argentino, Javier Milei, tendrá que esperar para encontrarse con su colega brasileño. Según contó Lula, aún no tuvo oportunidad de leer la carta que fue enviada vía la canciller Diana Mondino, en la que solicitó una reunión. “No sé lo que dice, así que no puedo responder”, dijo. Adelantó que en cuanto la lea tiene interés en que “la prensa sepa qué es lo que pretende Argentina y qué quiere conversar con Brasil”.
La distancia entre ambos mandatarios la puso el argentino cuando desde antes de asumir catalogó al exdirigente metalúrgico como “comunista” y manifestó que no tendría relación con ese tipo de países. En esa línea, fuentes del Gobierno argentino dijeron que no se trató de un pedido de audiencia, sino que la intención es “generar un cruce en algún foro internacional” como en el G-20, que se realizará en Brasil; o en el Mercosur.
Con relación a Venezuela señaló que “está sucediendo algo extraordinario, toda la oposición se unió. Está lanzando un candidato único, habrá elecciones, habrá seguimiento internacional, hay mucho interés de querer acompañar y si Brasil es invitado, participará”, dijo, tras manifestar su expectativa de que una vez que termine el proceso electoral el país “regrese a la normalidad”.
Y por “normal” entendió que “quien ganó toma pose del Gobierno, quien perdió se prepara para otras elecciones, como yo me preparé después de tres derrotas acá en Brasil”, aclaró. “Espero que Venezuela vuelva a la normalidad, para que Estados Unidos levante las sanciones y que Venezuela pueda volver a acoger a las personas que están saliendo del país por la situación económica”, manifestó el mandatario brasileño.
Estos escenarios semejantes de adulteración de la democracia no sólo se dan en Latinoamérica, sino en otros países donde las derechas avanzan. En España, la derecha judicializó a todas las personas que participaron en la organización del referendo independentista de Cataluña en 2017, con lo que criminalizó la expresión de opiniones políticas y la identidad nacional de todo un pueblo. Mientras, la ultraderecha de Vox, que hoy cogobierna con el PP en varias entidades, puja sin pudor por la proscripción total de la autonomía de que gozan las regiones.
En Ecuador, el multimillonario Daniel Noboa acaba de extender la vigencia del estado de excepción, con el cual restringe derechos como la libre movilidad, la libertad de reunión o la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia. Noboa mantiene el estado de excepción desde el 8 de enero, apenas mes y medio después de haber asumido la titularidad del Ejecutivo: las garantías individuales han permanecido suspendidas durante 70 por ciento de su mandato, y seguirán así cuando menos hasta mediados de julio.
En El Salvador, Nayib Bukele ha gobernado bajo estado de excepción durante 25 meses ininterrumpidos, y no hay ninguna señal de que desee renunciar a esta medida que le permite disponer a su antojo de la libertad y la vida de los salvadoreños.
En Argentina, Javier Milei impuso desde el arranque de su gobierno una batería de políticas de desmantelamiento del Estado, entrega del país a capitales extranjeros y destrucción de derechos sociales bajo la forma de un decreto de necesidad y urgencia, mecanismo que debe ser ratificado o derogado por el Legislativo o el Poder Judicial, pero en ambas instancias se ha dado un juego de dilaciones que permite la continuidad del engendro jurídico, pese a que está claro que es rechazado por la mayoría de los legisladores y los ciudadanos.
Asimismo, intentó pasar una ley que le transfería la facultad de legislar, es decir, de suplantar al Congreso, en el que su partido es una ínfima minoría.
Lula deja en claro que es urgente que las fuerzas progresistas comprendan y cierren filas ante la gravedad de un contexto en que las derechas se radicalizan a ritmo alarmante y se alían con ultraderechas para seducir al electorado y usar las instituciones democráticas en contra de las mayorías. Una oportunidad, además para tejer la unidad necesaria para frenar la barbarie.
*Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)