Lula, otra vez sus ambigüedades
Néstor Francia.*
El presidente de Brasil, modelo del oportunismo internacional. Pero es cierto: Venezuela no es Brasil ni tiene sus mismos intereses. La AIC, antiguo DAS, actual CIA de Colombia: herramienta de conspiración, pero Venezuela –rodeada por las armas del imperio– no cederá y presenta una sola cara ante el mundo.
Las recientes declaraciones de Lula en Colombia y su posición ambigua con relación a las bases militares gringas no deben sorprender a nadie. Ya en nuestro análisis fechado el 17 de septiembre de este año habíamos acotado:
“En cuanto a la izquierda socialdemócrata del continente, su conducta ambigua y obsecuente colabora, quiéranlo o no, con los planes de la oligarquía colombiana. Es significativo que el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, haya expresado ante el Congreso de ese país: ‘Brasil no es una Venezuela que compra en supermercados de armas por el mundo. Lo que nosotros queremos es la capacitación (…) No estamos en un festival de compras, estamos en un festival de capacitación nacional’”.
Entonces, al insinuar la aceptación de la tesis del “armamentismo” venezolano, se estaba dando tácita justificación a la instalación de las bases. Ahora Lula, verdadero modelo del oportunismo internacional, el mismo que autorizó la presencia de sus tropas en Haití, dice en su visita a Bogotá:
“Yo pienso que vamos a encontrar una solución ya que Uribe y Obama concuerdan que las bases son para cuidar del problema interno de Colombia. Espero que cuando ese acuerdo esté firmado nosotros podamos tomar conocimiento de él”.
Por supuesto, Lula ha pedido igualmente que los términos del acuerdo USA-Colombia sobre las bases se conozcan, y ha dicho que también deben ser transparentes los acuerdos militares de otras naciones con terceros, como en los casos de Venezuela y el propio Brasil. Vista así las cosas, alguien podría pensar que la posición de Lula es de “alta diplomacia”, y que en ese terreno cualquier cosa es válida.
Para nosotros se trata más bien del juego visto desde uno de los países y economías más importantes del mundo, un miembro del bastante exclusivo G20 (de naciones industrializadas y emergentes), que pretende ser el eje central de las relaciones de Latinoamérica con el mundo, y señaladamente con los Estados Unidos, y que por eso intenta estar bien con Dios y con el Diablo.
Tiene razón el ministro de defensa brasileño: Venezuela no es Brasil. No tenemos los mismos intereses. Según reciente denuncia de José Vicente Rangel, la Agencia de Inteligencia Civil (AIC) de Colombia, que sustituirá al DAS, y cuyas siglas son, significativamente, una transposición de las de la CIA, tendrá vínculos con Wáshington y promoverá el espionaje y actividades desestabilizadoras contra Venezuela.
Según José Vicente, la AIC tiene conexión con las bases norteamericanas montadas en territorio colombiano, con asesores de Estados Unidos de inteligencia, y sus nuevas actividades incluyen operaciones encubiertas para elevar tensiones entre los gobiernos de las naciones vecinas.
También señaló el periodista que esa agencia trabajará en el incremento de escucha de conversaciones de altos funcionarios venezolanos utilizando equipos de alta tecnología de Estados Unidos e Israel.
Así mismo, recientemente el analista petrolero Fernando Travieso afirmó que Estados Unidos tiene establecidas no solo las bases militares en Colombia, sino además una en Aruba y una en Curazao, y un contingente de infantes de marina en Guyana, que rodean a Venezuela por una especial razón: los 316.000 millones de barriles de petróleo que posee en reservas, que mayormente están acumuladas en la Faja Petrolífera del Orinoco.
De manera que Lula y Brasil se pueden dar el lujo de andar por el mundo con una doble cara. Chávez, Venezuela y nuestra revolución estamos, en cambio, evidentemente amenazados, así que solo podemos ser firmes y nítidos en nuestra presencia soberana en el concierto de las naciones.
* Analista de asuntos políticos.