Mal de la cabeza: Ingrid Betancourt pone a Chile como ejemplo de perdón

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Alejandro Tesa

Informó ayer, miércoles tres de diciembre, la prensa chilena que la otrora prisionera de las FARC valoraba la capacidad de perdón de la sociedad local, que pudo convertir el odio vivido en "inmensa felicidad". Betancourt fue recibida en La Moneda por la primera mandataria, Michelle Bachelet; la prensa no dijo qué cara pudo poner la presidenta ante su lenguaraz visita.

Ingrid Betancourt agradeció, además, las gestiones que habría diligenciado en su oportunidad el gobierno chileno con miras a presentar su candidatura al Premio Nobel de la Paz

En una declaración de prensa conjunta, la ex candidata presidencial colombiana se declaró tanto latinoamericana como chilena –ella posee también la nacionalidad francesa–, ya que, a su juicio, hay entre esos pueblos "demasiado pasado de dolor que les une, que cada uno ha tratado de resolver individualmente a su manera". Betancourt abogó, asimismo, por evitar el camino del dolor, que lleva al odio y a la venganza, y propuso reforzar en su lugar "la capacidad de perdón", al señalar que "tiene que haber espacio para todos y hay que construir entre todos una patria grande".

Dijo:

"Qué felicidad como latinoamericana ver que finalmente Chile logró resolver esa ecuación de dolor en una inmensa felicidad". Probablemente al hablar de la "ecuación de dolor" se refería elípticamente a la dictadura de Augusto Pinochet y al decir que se había resuelto quiso significar el regreso de las formalidades democráticas en las alas –ya pesadas– de la Concertación.

Dijo que es necesario encontrar la inmensa "fuerza del perdón", que añora para que Colombia deje atrás "los odios, los rencores, la sed de venganza", como lo ha hecho Chile.

Bachelet respondió a las gentilezas de su huésped: "Ya es hora que se imponga el espíritu humanitario, no queremos más secuestrados", declaró la mandataria refiriéndose no se sabe si a los presos de las Farc o a los que mantiene el Estado colombiano; de cualquier manera señaló que Betancourt es "un ejemplo de entereza y valentía" para un continente al que "le ha costado tanto consolidar la democracia".

Comete un error serio la ex prisionera. No se trata de perdón, se trata de justicia; el perdón requiere una condición sine qua non: arrepentimiento; y no se ha escuchado nunca una sola voz de arrepentimiento por parte de quienes encapucharon, ataron, golpearon, violaron, sodomizaron y asesinaron durante la dictadura militar-cívica. Ni la de los ejecutores de tortura ni la de quienes los mandaron o autorizaron a hacerlo; mucho menos todavía se arrepienten los colaboradores intelectuales y de escritorio del período.

Al contrario, con una conducta rayana en el descaro y la desvergüenza llaman a dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro; como si pasado y futuro fueran fichas de cambio y no vidas mutiladas también por el trabajo precario, las deudas impagables, la competencia deshumanizada a cualquier precio, la educación por los suelos, el país regalado, el ambiente destruido, los cultivos de experimentación transgénica, el desprecio a los pueblos originarios, en fin, –que la Concertación no tiene ningún interés en remediar.

 

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1 comentario
  1. Pablo C. dice

    Es realmente asombroso –y hasta chistoso- escuchar una tertulia tan auto-complaciente y de bajo calibre, como la que Ingrid Y Michelle se mandaron ayer, espasmódicos cánticos de auto-alabanza profiláctica, simplemente una reiteración casi clónica de lo que se ha mitificado como lo que podríamos llamar, propaganda emo-sico-politica, donde en cuanto se encuentra un motivo de victimización, se elabora una gran cruzada global para recibir tributos majaderos y recaudar fondos de apoyo político (además de un muy conmovido publico comprador de algún próximo best-seller de dudosa calidad literaria e informativa) mutuo en donde deberíais inclinaros asustados y asombrados, por la maestría de las sofistas de la paz, que se auto evocan como símbolos de paz y justicia (doña Ingrid ) y símbolo de democracia y perdón (doña Michelle), como si el ser liberada por una misión secreta de corte casi-hollywoodense de efectivos militares, efectuara un metamorfosis moral y de acto, en la que Mahatma se incorporara en su espíritu, y se le tatuara en la frente el estandarte de la paz, es simplemente patético, el clásico efecto de la “doctrina shock”, donde un publico estupefacto por el efecto sico-emocional de los acontecimientos se vuelve vulnerable a las manipulaciones más absurdas que nuestros trastos políticos pueden cavilar, y así olvidar una vez más -y quizás para siempre- cual es el real significado de la paz, y quienes han sido (sin querer serlo por lo demás), los reales promotores de la paz de nuestros tiempos, puesto que por lo general son asesinados, acallados o simplemente ignorados. Y por otro lado la Michelle es un absurdo refulgente, el volcán activo más humillante de la degeneración intelectual y de la indecencia moral, puesto que las vallas de la decencia, la igualdad, el honor, la justicia ya fueron revocados hace cientos o talvez miles de años, por los padres promotores de las teorías más macabras de la existencia humana y que han sido promovidas y perpetuadas por sus descendientes politiqueros, aboga por botar las ultimas vigas que nos sostienen, nuestro sentido de indignación, reclamo, verdad histórica y dignidad, nos les quedan más obstáculos que quitarnos nuestra conciencia moral, difundiendo falacias de tan mal gusto, como “el perdón de lo imperdonable”, y así construir un futuro en la base de la humillación histórica, para así consolidar de una vez por todas el control del ser humano y la destrucción de los pueblos.

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