Malvinas, historia de traiciones

2.877

L.N.
Debajo del bramar desolado y solitario del viento, morador por antonomasia de esas regiones, el principio del mundo —tanto en la vertiente del Pacífico como en la del Atlántico— guarda enigmas: los de la tenacidad del animal humano, los de su inteligencia, valor, astucia y porfía por apoyar los pies en regiones que, si algo, es muy poco lo que dan cambio. También conserva entre sus tormentas y glaciares la cuenta secreta de las obcecadas ambiciones y traiciones de los hombres y la política.

Hacia 1833, mientras la Argentina se debatía entre discusiones y guerrillas para conformar el Estado que es hoy, de un abordaje o zarpazo Gran Bretaña ocupa el archipiélago de Las Malvinas —para los británicos serán The Falkland Isles— y envía de vuelta al continente al gobernador legítimo y su familia.

Durante un siglo y medio Buenos Aires reclamará con sorda insistencia la devolución de esa parte de su territorio a la también sorda —pero de otra manera— Corona del Reino Unido. Mientras, crecen ovejas en las islas y una suerte de dura casta de colonos se reproduce en el curioso encierro islero, despreciando —como dijo un poeta que despreciaba Castilla en otro tiempo y lugar— lo que ignora.

Entes de segunda clase para el deteriorado imperio británico, los malvinenses, en efecto, no tenían gran comercio con el continente; algunos pocos, con el tiempo, se radicaron en los campos argentinos de la provincia de Santa Cruz y en las estancias chilenas de Última Esperanza, en su mayoría propiedad de empresas ganaderas británicas; eran ovejeros, algunos pocos artesanos, ellos, y una que otra dama convertida en profesora en los colegios ingleses de la zona.

En abril de 1982 la dictadura argentina —acorralada por su sevicia e ineficiencia— intenta huir hacia adelante y ocupa Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur. En Gran Bretaña el gobierno de la "dama de hierro" ve en la ocasión su propio trampolín para sobrevolar los problemas de su gestión y, acaso también por escuchar los ecos de un imperio ya hundido en la mar del pasado, acepta el reto y envía una expedición punitiva.

La guerra se prolongará hasta junio de ese mismo año. Pocas semanas para contar tanta muerte, porque fue una guerra cruenta e inútil, como queda patente, por ejemplo, en la novela de Rodolfo Fogwill Los Pichiciegos, escrita con afiebrada prisa mientras tronaban los cañones, caían los obuses los "jets" de combate entraban en barrena y se perdían en la mar, y se hundían naves con su tripulación en el Atlántico Siur.

Sirvió, empero y en primer lugar, para que se constate que el entrelazado de intereses britano-estadounidense no era simple gorjeo diplomático; y en segundo lugar fue el marco vergonzante de la acción de la jauría militar-cívica, en el poder en Chile desde 1973, que espió para los ingleses y permitió que éstos usaran el territorio de Magallanes para resolver asuntos de la logística de guerra (así como la dictadura nunca pidió perdón por sus crímenes internos, ni ella ni los gobiernos que la sucedieron han pedido el perdón de los argentinos por esa traición y bajeza).

Pero la historia de las Islas Malvinas —que semeja una mariposa de piedra y coirón tendida sobre el Atlántico— conoce otras traiciones y sobresaltos, que son materia de este documental filmado en Gran Bretaña, Argentina y Estados Unidos. Malvinas, historia de traiciones se termina de realizar en 1984 por el director Jorge Denti, exiliado en México desde 1977, cuando la Argentina comienza a develar la magnitud de la hecatombe dictatorial recién terminada; por ello el filme está dedicado a un cineasta, Raymundo Gleyzer, secuestrado y asesinado en 1976 por la dictadura

La presente es una edición para verse como un todo orgánico; originalmente la película consta de cuatro partes. Participó en el guión el escritor y dramaturgo Alberto Adellach, muerto en el exilio años después. Intervienen en calidad de entrevistados Adolfo Pérez Esquivel, Gregorio Selser, Anthony Buck y  E. P. Thompson.

El filme obtuvo diversos premios en festivales cinematográficos y se exhibió en 2009 en el Festival Latino de Triste, Italia (www.cinelatinotrieste.org).

Ficha
Dirección: Jorge Denti
Guión: Alberto Adellach e Irene Selser
Fotografía: Fernando Gaja y Peter Chapel
Montaje: Ricardo Moura y Laura Imperiale
Música: Alberto Núñez Palacios y León Gieco
Sonido: Nerio Barberis e Iain Bruce
Productor: Jorge Denti, Michael Chanan y Nerio Barberis
Producción: Cine de la Base – Zafra AC, México
Año de Producción: 1983, México – Argentina
Duración: 80,04 minutos.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.