Mamá Oca en la ONU. – CUMPLEAÑOS, MOVIMIENTOS, ESPERAS Y RECUERDOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La presidente cumple años el 29 de este mes de setiembre y algo pasa en las Naciones Unidas. De otra manera no se comprende bien por qué, apenas terminadas las importantes reuniones, diálogos, intercambios, etc…, que en sus dependencias mantuvieron importantes personalidades, que leyeron –quiere uno suponer que todos ellos saben leer– cientos de páginas sobre el asunto de los cambios climáticos aparentemente provocados –por lo menos acentuados– por la industria civilizada, el gobierno de Estados Unidos haya dispuesto otra reunión para tratar lo mismo. Claro, sólo los más grandes recibieron la invitación ante la cual no hay pretexto para el «lo siento, no tengo tiempo».

Algo pasa en las Naciones Unidas, por cierto.

De todos modos ¿qué pueden decir en ninguna parte quienes representan a Chile en estas nuevas versiones de la vieja plaza del foro, donde en su origen se juntaban los ciudadanos, no los engolillados personajes de nuestro hogaño?

Chile cumple su tarea de bastardear, fustigar y agredir el ambiente; lo hace en la medida de sus fuerzas, pero convengamos en que lo hace bien. Aquí no se respeta nada: ni santuarios naturales, ni alturas cordilleranas, ni la ribera oceánica, ni los fiordos, ni las islas, ni los bosques –y mucho menos a quienes viven allí donde se depreda o dependen, por ejemplo, del agua de los lugares depredados, o de la pesca de los mares entumidos. Será, se dice uno, el precio del progreso, el pago del boleto para subir al tren del Primer Mundo, el rastacuerismo redivivo a costa de cualquier cosa.

Sí, algo pasa en las Naciones Unidas.

Con poco disimulo Mamá Oca –no es la única, convengamos también– olvidó el foro (la discusiòn cívica) para moverse con agilidad en la plaza del mercado. Hizo bien. Antaño los ciudadanos en el foro discutían asuntos serios, pero en el mercado conseguían lo necesario para mantener su calidad de vida. No debe extrañar que el foro de las naciones se convierta en el mercado de las apetencias nacionales, sobre todo cuando algunas intervenciones de VIPS de VIPS lo transforman en lugar para reyerta de tabernas.

La prensa chilena está segurísima que la presidente viajó a Nueva York con una idea: ver modo de conseguir los 97 votos que el Estado necesita para lograr uno de los tres cupos disponibles para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; para ese trompo tienen «huaraca» enrollada también Argentina, Brasil y Venezuela.

En el país de Mamá Oca la política ha trasmutado no sólo en una forma de perfeccionar negocios, sino en ocasiones en mera rebatiña: algo sí como «no me digas cuánto hay, explícame dónde está». De otra manera ¿cómo entender que haya dicho que los derechos humanos están “en el centro de la historia reciente de Chile”, sin aclarar que lo están para ser escarnecidos.

¡Cómo puede haber dicho que para los chilenos (es decir básicamente para los chilenos que comen de la teta del Estado) “no hay lugar distante ni situación ajena cuando se trata de proteger la vida y la dignidad de las personas”! ¿De qué personas? ¿De aquellas que son un poco más iguales que el resto de los iguales?

Chile conforma una sociedad extraña. El 90% o así de su población se reconoce oveja de la católica apostólica y romana iglesia, lo que debe de incluir políticos y empresarios, comerciantes y administradores; sin embargo cuando un obispo señaló que debería haber un salario «ético» (vale decir, que se pague a los que trabajan lo suficiente para que subsistan con sus familias, considerando la brutal y repugnante desigualdad en el «reparto de la torta») quedó el tendal.

La pregunta es: ¿pagar salarios de hambre por trabajos precarios y simultáneamente subir los precios de los artículos de consumo cotidiano no es una agresión a los derechos humanos de los trabajadores?

Otro acápite del discurso «buena letra» de la presidente de Chile señaló: “Nos complacen los avances en materia normativa, tanto a nivel internacional como doméstico, saludamos la adopción y apertura de la firma de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, lo que llena un vacío en el sistema de protección de los derechos humanos frente a un crimen de lesa humanidad”.

¡Bravo! ¿Sabe alguien si el país ratificó lo de la Corte Internacional de Justicia? Porque el instrumento a que se refirió Mamá Oca está a la «espera» para ser ratificado.

Si no tuviera talante farsesco habría sido un acto de cinismo que el gobierno de Chile se congratulara por la declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas; es cosa de ver algunas cárceles chilenas o escuchar los testimonios de los habitantes de las comunidades mapuche luego de que graciosamente son invadidas, y las mujeres abortan, les bajan los dientes y los hombres son pateados.

Michelle Bachelet cumple años el 29 de setiembre; no podré brindar («como buen chileno» diría su antecesor en la presidencia) por ella. Beberé en cambio por mi hermana, que nació también un 29 de setiembre, la asesinaron en 1974 y no tengo dónde ir a dejarle un ramo de las flores que más le gustaban.

Menos mal que los pueblos del mundo –Bachelet dixit– saben que Chile a hecho “contribuciones sustantivas en la promoción y respeto de los derechos humanos, sabe que hemos estado siempre, incluso en coyunturas difíciles, pero con dignidad y decisión, del lado del derecho internacional y de la paz mundial”.

¡Je!

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