Marchando, las mujeres ponen en el tapete la violencia de género en Bolivia
El lunes 7 y el martes 8 de marzo se realizó una histórica marcha de las mujeres bolivianas exigiendo justicia, desde el faro Murillo hasta la Plaza San Francisco de La Paz, en un contexto de liberación masiva de femicidas y violadores con sentencia, así como de un aumento de la violencia contra la mujer.
La marcha fue encabezada por las víctimas de violencia de género que alzaban las fotos de los jueces y fiscales responsables de la liberación masiva de femicidas y violadores en el país. Adelante estuvo la foto del senador Hilarión Mamani del oficialista MAS-IPSP, denunciado recientemente por violación y que fue suspendido de su cargo, pero aún no ha sido expulsado del partido y del parlamento.
La demostración fue protagonizada por las mujeres aymaras y se presentaron delegaciones de los nueve departamentos del país, que también participaron de la marcha en repudio realizada el 31 de enero pasado, a raíz de la liberación del caso mediático del femicida y violador serial Richard Choque Flores.
Un primer momento clave, fue cuando las mujeres llegaron al Tribunal de Justicia de La Paz con escaleras para poder cruzar las vallas y tomar la sede judicial. Desde allí, se declararon en vigilia por 24 horas y exigieron la presencia del presidente de dicho tribunal. Luego, entonaron un himno nacional feminista y empapelaron las paredes del tribunal con las fotos de los rostros de los fiscales y los jueces liberadores de femicidas y violadores.
Un segundo momento clave, fue la presentación de la “Alfombra de la Vergüenza” con el lema: “Que la vergüenza cambie de bando”, donde se expuso la lista de femicidas, violadores con sentencia y liberados a nivel nacional. También de los jueces y fiscales responsables de este accionar, con nombres y apellidos, caso y fotografía.
El trabajo fue realizado por las feministas de “Mujeres Creando” a través de la “Línea telefónica de la esperanza” donde las víctimas se contactaron. Dejando todo servido para que el Estado tomara las acciones concretas en el asunto, con resultados verificables.
Estas recientes marchas por el Día Internacional de la Mujer, así como la del 31 de enero pasado, se caracterizaron por estar organizadas por fuera de los partidos políticos, incluso del Movimiento Al Socialismo. Marcan un punto de inflexión por su masividad y el quiebre del miedo de las mujeres, el que predomina a la hora de denunciar a los machistas con nombre y apellido en una sociedad altamente conservadora.
La marcha de las mujeres del MAS-IPSP
Las mujeres que integran la agrupación de mujeres indígenas “Bartolina Sisa”, parte del Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) encabezaron el 8 de Marzo la marcha de mujeres del MAS. Partió de La Ceja de El Alto hasta la Ciudad de La Paz. El acto central se llevó a cabo en la Plaza Murillo a lado de la Casa de Gobierno, donde presentaron tres proyectos de ley: de ampliación de penas a femicidas, infanticidas y violadores, de castración química a violadores, y de trabajos forzados para reos con sentencia ejecutorial.
En Bolivia la pena para los femicidas es de 30 años de prisión sin derecho a indulto, pero como demostró el caso mediático del femicida serial con sentencia de 30 años liberado, el problema en el país es que no se cumplen las leyes.
No se mencionó la raíz del problema de las violencias de género que como construcción cultural requiere de un abordaje desde la educación sexual integral (ESI) en todos los niveles educacionales y en todas las instituciones de la sociedad. La mera aplicación de políticas punitivistas, no han dado resultado en ningún país, dado que no hay una conciencia de la problemática de parte de la sociedad en su conjunto.
Por otra parte, tampoco se mencionó nada respecto a la promesa de la reforma de la ley 348 de Protección de las Mujeres Contra las Violencias, que paradójicamente permite que los hombres violentos la utilicen para denunciar a sus propias víctimas y neutralicen las denuncias que éstas realizan. Además, se propuso la reforma del poder judicial que es una promesa que tiene 15 años desde la llegada del MAS al poder, y equivale a la promesa del presidente argentino Alberto Fernández de democratizar la justicia en su mandato.
El presidente Luis Arce, presente en el acto expresó -en un contexto de división en el movimiento de mujeres en el país- que “Hay temas que sobrepasan los colores políticos, los intereses sectoriales y regionales, una de ellos es la lucha contra toda forma de violencia hacia las mujeres. Esta lucha debe unirnos a todos y a todas”.
Además, el mandatario presentó proyectos en favor de las mujeres: la creación de la fuerza especial de lucha contra la violencia (FELCV), un programa de “viviendas para jefas y víctimas de las violencias” y privilegiar con obras públicas a empresas que contraten al 50 por ciento o más de mujeres.
Discursos y pensamientos que dividen a las mujeres en Bolivia
1-“El machismo es algo propio de la derecha golpista”: Es muy común escuchar esta frase en la clase política progresista, como si el machismo fuera algo externo a la izquierda que no le incumbe a este sector progresista. La epistemología feminista revela que el machismo es independiente de la ideología política y de los partidos políticos porque es una problemática estructural, sistemática y generalizada en las sociedades patriarcales.
Dicha problemática atraviesa a todas las instituciones de la sociedad (la familia, la educación, el estado, etc.) a través de las cuales el machismo se reproduce y donde el ser humano se socializa.
La consecuencia de este pensamiento es que en Bolivia no existe una agenda feminista a seguir, impuesta por las organizaciones de mujeres del país. Sólo aparecen ante casos mediáticos de femicidios o violaciones en manada que estremecen a la sociedad. Las violencias y la desigualdad de género no es un tema de debate instalado en la sociedad boliviana en general, que no asume las relaciones de género como relaciones de opresión y por ello no se las problematiza.
Bolivia tiene la tasa más alta en femicidios de toda Sudamérica, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), hasta el 2019. El parlamento cuenta con el 50% de mujeres, pero tiene a hombres de presidente del Senado y de la cámara de Diputados. De los 18 ministerios bolivianos, sólo cuatro son ocupados por mujeres y uno solo por una mujer indígena, en un país de mayoría indígena. Es evidente el “techo de cristal” como barrera que impide el acenso de las mujeres a los cargos de alto rango y de alto poder decisional, que siguen reservados para los hombres.
2- “El feminismo es funcional a la derecha”: Esta afirmación es común escucharla dentro de la izquierda colonial en Bolivia, de la que forma parte la élite del MAS integrada por hombre blancos, “intelectuales” de clase media, cuando los reclamos de las mujeres indígenas incomodan a la clase política y rebasan al mismo partido político.
Ante la crítica, los reclamos o las exigencias de las mujeres, la estrategia para desactivarlas es aislarlas y difamarlas, acusándolas de ser “funcionales a la derecha” o “financiadas por la CIA”. Uno caso emblemático fue el de la lideresa Segundina Flores ex dirigente de las “Bartolina Sisa”, que exigió paridad de género en las candidaturas políticas durante las elecciones subnacionales del 2020 y acusó a la élite del MAS de cerrar el paso a las mujeres indígenas.
Segundina fue blanco de una campaña brutal machista de difamación acusándola de ser “funcional a los golpistas”, pese a su rol fundamental resistiendo el golpe de Estado en territorio el 2019.
3- “El feminismo es una ideología importada de Europa”: Aprovechando la fuerte cultura anticolonial del mundo andino, se impone este discurso desde la cúpula del MAS con el fin de que se la perciba como “enemiga” de las mujeres o una “ideología colonial” que tendría el objeto de dividir a los hombres de las mujeres.
4- “El feminismo divide a los hombres de las mujeres”: El Chacha-Warmi (hombre-mujer) es un concepto andino para referirse a las relaciones de género basadas en la complementariedad. Si el feminismo divide al hombre de la mujer, este iría contra este concepto, lo cual es una falacia. Afirmar que el feminismo enfrenta al hombre con la mujer es una interpretación que desconoce los postulados del feminismo.
El feminismo no es la lucha de las mujeres contra los hombres, ni postula que las mujeres quieren ser como los hombres, sino que lucha por una sociedad con igualdad de derechos para los hombres y las mujeres, sin una distribución desigual del poder, respetando sus diferencias físico-psico-biológicas.
5- El pensamiento colonial paternalista, que postula que un hombre puede dirigir y conocer la problemática de las mujeres más que las mismas mujeres lleva a que las organizaciones de mujeres dentro de diferentes partidos políticos esperen la dirección, la aprobación o la imposición desde arriba de cómo deben organizarse y de su agenda, teniendo en cuenta que los de arriba siempre son hombres.
Incluso llegan a imponer a “sus” dirigentes, las que responden a ellos y no a una agenda de las mujeres, obstaculizando la autonomía de dichas organizaciones. Un dato revelador de este paternalismo es la naturalidad con que los hombres y las mujeres llaman “papá” a un jefe político hombre, algo que es herencia de la colonia, donde se llamaba así al patrón de la estancia que compraba y/o criaba a los indígenas quienes, además, portaban su apellido español.
Otro dato es que la lideresa Segundina Flores denunció el 2021 que le “armaron una cama” para desplazarla como cabeza de las Bartolinas Sisa por “rebelde”, por cuestionar a los hombres blancos que integran la cúpula del MAS y que colocaron en su lugar a una mujer más “sumisa y funcional” a sus intereses.
6- “El capitalismo y no el patriarcado es el origen de la violencia de género”: Si la desigualdad de género y la violencia de género es resultado del capitalismo, no es necesario hablar de feminismo, ni de patriarcado, ni es necesario que las mujeres se organizasen entre mujeres. Esta postura de la izquierda colonial boliviana es una postura eurocéntrica que hace lecturas reduccionistas de la realidad desde la categoría de clase social y desde ideologías importadas de Europa con pretensión de universalidad.
Las sociedades complejas y diversas atravesadas por la conquista y el genocidio indígena como la de América Latina, especialmente la de Bolivia, deben leerse desde la complejidad misma que la conforma, o sea, desde diversas categorías que no se excluyen, sino que se enriquecen: clase, género, raza o etnia, cultura, sexualidad, etc.
Por otro lado, la izquierda colonial y sus voceros intelectuales, tampoco tienen en cuenta que el patriarcado es milenario, antecede al capitalismo y ambos se potencializan en relación a la desigualdad de género. Pero el concepto de patriarcado no es equivalente al de capitalismo: este concepto del feminismo es fundamental para comprender y deconstruir la desigualdad de género.
*Periodista y psicóloga boliviana. Activista feminista y antirracista. Especialista en Nivel Superior en Educación Sexual Integral (UBA), colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)