María Corina Machado y la democracia de las cañoneras

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Luis Hernández Navarro

Con regularidad, desde hace muchos años, los Premio Nobel de la Paz y de Literatura se otorgan a escritores, políticos o religiosos que encarnan intereses y valores de las llamadas democracias occidentales. Poco importan su calidad literaria (aunque la tengan), su integridad ética o su compromiso con la paz mundial. Lo relevante para darles el merecimiento es que quienes lo reciben son críticos o enemigos de gobiernos que Occidente ubica como parte del Eje del Mal.

La entrega de la presea a la política opositora venezolana María Corina Machado representa el último episodio de una vieja tragicomedia. No hay nada en su trayectoria, como no hubo en sus predecesores, los golpistas Pedro Carmona y Juan Guaidó, mérito personal alguno para recibir el premio. La distinción es producto, lisa y llanamente, de una decisión de los poderes imperiales, para escalar el desgaste y aislamiento contra la Revolución Bolivariana.

Hija de una pudiente familia de aristócratas empresarios acereros, ingeniera industrial y ex diputada de la Asamblea Nacional en 2011, doña María Corina ha demostrado, a lo largo del tiempo, una indeclinable vocación golpista. En 2002, apoyó el efímero golpe de Estado en contra del presidente Hugo Chávez por parte de Pedro Carmona, empresario y miembro del Opus Dei. Y, cuando en 2019, Juan Guaidó se autoproclamó presidente de Venezuela, con el apoyo de Washington, ella se convirtió en su vocero y llamó a imponer sanciones económicas y a activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de la Organización de Estados Americanos (OEA), en contra del gobierno legítimo de Nicolás Maduro.

Su acendrado “patriotismo” la llevó a convertirse, en 2014, en representante alterna de Panamá ante la OEA, en ese momento un país con un gobierno hostil a Venezuela. Es decir, se volvió representante de una nación adversaria a la suya. Buscó así rebasar por la derecha a otros dirigentes opositores y probables candidatos presidenciales, como Antonio Ledezma, Henrique Capriles y Leopoldo López.

Su compulsión golpista ha sido persistente durante muchos años. También en 2014, impulsó junto a otros políticos “la salida”, una estrategia de violencia callejera instrumentada por paramilitares que convirtió a la oposición venezolana en aprendices tropicales de Isis. Guarimbas (bloqueos callejeros con alambres de púas y grupos de choque), quemas de chavistas y alimentos y guerra económica se sucedieron para tratar de precipitar (infructuosamente) el fin del madurismo.

En medio del silencio oficial del chavismo por el Nobel a Machado, un cartel en Caracas acusa a la líder opositora, a Leopoldo López y a Juan Guaidó por las sanciones a Venezuela impuestas por Estados Unidos. (Photo by Federico PARRA / AFP)
Un cartel en Caracas acusa a la líder opositora, a Leopoldo López y a Juan Guaidó por las sanciones a Venezuela impuestas por Estados Unidos

 

En una misiva de 2018, doña María Corina pidió al argentino Mauricio Macri y a Benjamin Netanyahu (a quien apoyó en su política genocida en Gaza) hacer uso de su fuerza e influencia para promover un cambio de régimen en Venezuela. En 2024 y 2025, buscó que Washington invadiera militarmente su país. La llamó “liberación”. Según ella, 44 por ciento de la población apoya una operación de este tipo para sacar a Maduro.

 

La agenda de la ingeniera Machado es muy clara y beneficia a sus patrocinadores. Sin ambigüedad alguna, declaró en un panel televisivo junto a Donald Trump Jr: “Olvídense de Arabia Saudita y los saudíes. Tenemos más petróleo, un potencial infinito. Y vamos a abrir los mercados, sacaremos al gobierno del sector petrolero. Vamos a privatizar nuestras industrias. Venezuela tiene enormes recursos: petróleo, gas, minerales, tierras, tecnología. Y como dijiste antes, tenemos una ubicación estratégica”.

Pero su propuesta privatizadora no se limita al oro negro. Quiere, también, que en una venta de garaje pasen a particulares la industria eléctrica, la hotelera, los medios de comunicación del Estado y la Corporación Venezolana de Guayana, fundada en 1960. Esta última, integrada por 14 empresas que explotan recursos forestales, hierro, bauxita, oro, diamantes y otros minerales.

US-Wahl: Das TV-Duell zwischen Kamala Harris und Donald Trump live ...No oculta sus lealtades. Dedicó su Nobel a Donald Trump, porque “es absolutamente justo. Estamos agradecidos por la forma en la que ha impulsado la democracia y libertad en las Américas. En su segundo periodo ha estado involucrado en la resolución de ocho guerras, incluyendo el muy significativo conflicto entre Israel y Gaza. Ha conseguido algo único que no tiene precedentes: el apoyo global de todo el mundo. Desde el principio, el presidente Trump comprendió que (en Venezuela) no se trataba de una dictadura convencional (…) La trató como un cártel del narcotráfico”.

Una tras otra, las figuras opositoras venezolanas, todas impresentables, han ido desapareciendo de la escena política de su país, en medio de escandalosos fraudes y abiertas traiciones a la patria. No importa cuánto hayan invertido en ellas las potencias imperiales y los grandes consorcios mediáticos. Tampoco la guerra económica y el bloqueo contra Caracas. Todos y cada uno de esos “líderes” se han desinflado, con más pena que gloria. La inmensa mayoría están refugiados en España o Estados Unidos, donde viven como reyezuelos. La imagen de Juan Guaidó en un palco vip, disfrutando el US Open Tenis en Nueva York, a finales de agosto de 2025, muestra la mala vida que esos prófugos de la justicia se dan.

El Nobel a María Corina Machado es el más reciente intento de fabricar una figura que justifique una invasión militar a Venezuela y entregue el petróleo a las compañías estadunidenses. Es la cara bonita de la “democracia de las cañoneras”, a quien quieren presentar como una moderna Juana de Arco. Falta ver lo que dice el pueblo venezolano.

*Periodista, investigador y escritor mexicano. Jefe de Opinión de La Jornada de México

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