Matilde Ladrón de Guevara partió, y en invierno

2.002

SurySur

Leona de invierno, sus desmemorias, se publicó en 1998, cuando golpeaba a su puerta la novena década de su vida; no fue el último de sus libros, pero sí el anticipo de su despedida. Doña Matilde, en un país que honra a menudo la puerilidad mediocre, saltó toda barrera a fuerza de gracia, honestidad y talento que la tuvieron más de una vez frente al Premio Nacional de Literatura –que le fue tres veces esquivo.

Aceleró su deceso una caída y fractura de cadera que, a sus años, gatilló lo irreversible en un organismo minado por el cáncer. A los 99 años emprendió la leona su última cacería por los territorios que nadie ha descrito. En la Sociedad de Escritores de Chile, de la que integró en otra época su Directorio, probablemente se pongan las polémicas y querellas entre paréntesis para el último homenaje– hoy lunes 24 de agosto– a quien nunca dejó de velar sus armas para los combates que la llamaron.
 
Las necrológicas dirán, con razón, que fue amiga de Neruda y que Mistral amadrinó a una de sus hijas; que era pariente del Che, que tuvo también relaciones de amistad con Salvador Allende, que vivió en Cuba, conocio a Fidel y escribió sobre la isla y su gente.

Quizá no haga hincapié en la generosidad intelectual que tuvo con los escritores jóvenes que se le acercaron a charlar, a inquirir sobre el mundo al cual ingresaban. Ninguno debe de haberse despedido de ella luego de esas conversaciones llevándose una imagen agria, una palabra descomedida, un comentario malévolo.

Su gran batalla, la última (pública al menos) transcurrio a lo largo de toda una década, después de que su hija Sybila fue apresada en Perú acusada de colaborar con Sendero Luminoso; Sybila Arredondo, viuda de José María Arguedas, fue liberada en 2002.

Su obra no es muy conocida en Chile –¿la obra de cuál escritor chileno es conocida en Chile?–, lo que es una pena por cuanto está lejos de conformar una sucesión de adjetivos balbuceantes, quejas primarias o párrafos "a la moda" para espantar burgueses. hay en ella una voluntad cierta de brindar testimonio de los vaivenes de su tiempo.

Sus estudios en las universidades Católica y de Chile –en su país de origen– y en La Sorbona de Francia le habían afiado las herramientas para su tarea literaria y acción societaria. Una de las grandes luchas de doña Matiñde fue por la reivindicaciòn de la mujer como actor social.

Los trabajos de Ladrón de Guevara suman alrededor de treinta títulos que parten, si mal no recordamos, con Amarras de luz, poemario publicado a fines de la década de 1941/50, y se cierran con la citada Leona de invierno, del anotado año de 1998. Hacia 2005 se publicó una antología de sus poemas. Pero entre sus obras más notables deben mencionarse Desnuda, poemario, de 1960; las novelas Madre soltera, de 1969; La ciénaga, de 1975 –que le valió el exilio– y Destierro de 1983. Se destacan, además, sus textos sobre una amiga y gran escritora: Gabriela Mistral.

Pocos dias antes había sido notificada del Premio a la Trayectoria con el que la distinguió la Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos, con sede en Italia.

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