México, D.D.O.
Como habrán adivinado, D.D.O son las siglas de “después de Obama”. El Presidente llegó y descendió del Air Force One “como atleta”, según las crónicas. Hechizó a la clase política y a los jóvenes con su damm good-looks y su estupenda oratoria; volvió a su jumbo, salió disparado a mesmerizar a los ticos y volvió a Washington para seguir con business as usual.
Tres días de imperial periplo que lo habrán dejado con la satisfacción del deber cumplido, mientras acá las legiones de analistas políticos se exprimen el seso para desvelar los significados políticos, sociales y económicos de la visita.
Les tengo una noticia: no los hubo. Obama cumplió un ritual y punto. Como aquel embajador de Fundación e Imperio de Isaac Asimov que visitaba las Regiones Nebulares para que los nativos sintieran que Trantor los tenía en mente y en la Satrapía de Widemos analizaron sus discursos con un algoritmo psico-lingüístico para encontrarlos ayunos de compromisos, significados o mensajes, así el inquilino de la Casa Blanca nomás vino a darnos, como diría Paco Calderón en Reforma, una tacita de atole.
Veamos. La primer señal es la comitiva: la Subsecretaria de Estado para América Latina; el asesor de Seguridad Nacional; la encargada de los temas de Seguridad Interna, la responsable de los Asuntos para América Latina, un montón de guaruras, otro de periodistas y dos bestias. ¡Guau! Obama ha tenido séquitos de mayor relevancia política en Little Rock, Arkansas. Pero la verdadera medida de la importancia que tuvo el periplo fue que Michelle se quedó en Washington, y todos sabemos que en esa pareja la de verdadero peso es la señora. “Vieja, ahora vuelvo. Voy al patio a ver a unos cuates. Espérame a cenar”.
¿Algo más? Mientras la televisión noticiosa mexicana pasaba en vivo la llegada de Obama a México y después su conferencia en el Museo de Antropología, en Fox News y en CNN se hablaba de los hermanos Tsarnaev, se dieron noticias de Kentucky y de Alabama, se dedicaron unos minutos al asunto de alguna especie en peligro de extinción y quizá se habló del indignante maltrato a los animales domésticos. Ahora bien, en justicia hay que decir que sí hubo una mención a nuestro país y esto fue aproximadamente a 12:13 en International Desk cuando una reportera desde Times Square probó los lentes Google que pronto todos vamos a usar y exclamó: “Puedo pedir al sistema que me diga en donde está el restaurante mexicano más próximo… ¡y bingo, ya está!”
En cuanto a la prensa escrita, de doce diarios defeños revisados, todos menos Milenio llevaron foto del encuentro Obama – Peña Nieto y en nueve fue la nota principal, lo mismo que en cuatro grandes rotativos estatales. Pero de 16 periódicos de otras tantas metrópolis estadounidenses, sólo La Opinión de Los Ángeles dio despliegue a la visita. En todos los demás fue una breve mención. Pero eso sí, sin excepción todos publicaron notas de color sobre la celebración del próximo “Cinco de Mayo” y algunos incluso proporcionaron la receta del “margarita perfecto” para la ocasión.
¿Así o más claro?
*Profesor–investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla. Columnista de Juego de ojos