México: Los que tenían miedo al hambre y ahora también a la comida
En su Ventana sobre el Miedo, Galeano afirma que “Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida”, dividiendo el mundo entre los que no saben qué comer y los que no saben lo que comen. Sin embargo, después del inicio de la Cruzada contra el hambre, lanzada por el Presidente Peña Nieto en enero de 2013, el periodista uruguayo debería añadir una tercera opción: los que tenían miedo al hambre y ahora le tienen miedo a la comida.
Casi diario salen noticias acerca de los acuerdos tomados por la Secretaría de Desarrollo Social con algunas empresas transnacionales que desde hace años contribuyen al empeoramiento del régimen alimentario mexicano. Se confirman las palabras de Carlos Fernández-Vega en La Jornada: “la tesis es llénenlos, no aliméntelos”(1).
En el reportaje especial del 13 de abril de la revista Proceso(2), Patricia Dávila abarca de manera detallada el tema de la incorporación de transnacionales como Nestlé, Pepsico y Coca Cola a este programa inaugural del sexenio.
Dávila retoma las palabras de Patti Rundall, líder de la Coalición Internacional contra el Conflicto de Intereses, quien recordó las fuertes críticas a las versiones brasileñas de la Cruzada contra el hambre, los programas Hambre Cero y Bolsa de Familia.
En este caso, las transnacionales convirtieron a las mujeres habilitadas a ser guías nutricionales de sus programas en promotoras de las empresas, y en lugar de inculcar buenos hábitos alimenticios difundieron una cultura de comida chatarra muy dañina por sus altos contenidos en azúcar, sal, grasas y aditivos.
En el caso mexicano, SEDESOL anuncia que las empresas no están contratadas y no venderán sus productos sino que desarrollarán proyectos comunitarios en contra del hambre. Nestlé, por ejemplo, capacitará a 15 mil mujeres de las comunidades para que hagan sus propios negocios elaborando postres en el marco del proyecto “Mi dulce negocio, Nestlé”.
El parecido con las políticas de la ex Administración brasileña es evidente, pero parece que la experiencia de Brasil, que se hubiera podido aprovechar gracias a la presencia en estos días del ex Presidente Lula, no haya servido de advertencia contra los efectos contraproducentes de la participación transnacional a programas sociales gubernamentales.
Además, la SEDESOL aclaró que las grandes empresas que han firmado el convenio “no van a producir, sino a donar, a formular una galleta nutritiva” basada en avena y a bajo costo que “no tiene nada que ver con productos chatarra”. Una muy buena noticia para los casi 7.5 millones de mexicanos que padecen malnutrición y temían que se le entregara comida chatarra. Ahora en cambio saben que se les entregará una supergalleta energética creada específicamente para ellos en los laboratorios de Quaker. Por supuesto, para la comida chatarra podrán continuar a dirigirse a las tiendas Diconsa, la “empresa de participación estatal mayoritaria que pertenece al Sector Desarrollo Social”(3) y que la SEDESOL involucró también en la Cruzada(4).
Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC, alerta que hasta ahora sólo vemos la punta del iceberg del negocio que hay detrás del programa gubernamental que en sus palabras se vuelve una Cruzada no contra el hambre, sino contra los hambrientos(5). Se trata supuestamente de “los indios y campesinos que cometen el pecado de tener cultura propia, de ejercer y defender sus propias formas de organización, de producción, de vida, de lucha”. Las mismas personas amenazadas por la siembra de maíz transgénico y que están luchando por la defensa de su tierra y su identidad.
La amenaza es real y varios organismos nacionales e internacionales ya se han movilizado para denunciar la situación. Los días 26 y 27 de abril de 2013 tendrá lugar en la ciudad de Oaxaca la Pre-audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos en defensa del maíz nativo con la participación, entre otros, de los premios Nobel Alternativos, Vandana Shiva (India), Pat Mooney (Canadá) y Camila Montecinos (Chile).
La conexión entre la Cruzada contra el hambre y la siembra de millones de hectáreas de maíz transgénico es escalofriante. México, por culpa de la inevitable contaminación de los organismos sanos por los genéticamente modificados, corre el riesgo de volverse en un enorme campo de maíz transgénico y su población se ve una vez más traicionada y vilipendiada por el propio gobierno que regala su historia y orgullo al mejor postor y pretende compensar el saqueo de los recursos con migajas nutritivas.
Notas:
1 “México SA” por Carlos Fernández-Vega en La Jornada, 16 de abril de 2013, disponible en línea en http://www.jornada.unam.mx/2013/04/16/opinion/036o1eco
2 “Transnacionales, con apetito voraz en la Cruzada contra el Hambre” por Patricia Dávila en Proceso, 13 de abril de 2013, disponible en línea en http://www.proceso.com.mx/?p=338972
3 http://www.diconsa.gob.mx/index.php/conoce-diconsa/ique-es-diconsa.html
4 “México SA” por Carlos Fernández-Vega en La Jornada, 16 de abril de 2013, disponible en línea en http://www.jornada.unam.mx/2013/04/16/opinion/036o1eco
5 “Cruzada transgénica contra los hambrientos”, por Silvia Ribeiro en La Jornada, 20 de abril de 2013, disponible en línea http://www.jornada.unam.mx/2013/04/20/opinion/027a1ectambién a la comida