MÉXICO: MUERE LA COMANDANTE RAMONA DEL EZLN

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Tras enterarse vía telefónica del deceso y permanecer a solas por espacio de diez minutos en los baños del antiguo Cine Palacio del poblado de Tonalá, donde presidía una reunión de La otra campaña, el subcomandante Marcos anunció la muerte de su compañera, cancelando por lo menos durante dos días su recorrido por el país, y emprendió la marcha de regreso a este enclave zapatista ubicado a 30 kilómetros de la ciudad de San Cristóbal de las Casas.

«Esta mañana comenzó con vómito con sangre cuando iba rumbo a San Cristóbal. Murió en el camino. En este caso es muy difícil hablar, pero lo que puedo decir es que el mundo perdió a una de esas mujeres que paren nuevos mundos. México perdió a una de esas luchadoras que le hacen falta y a nosotros nos arrancaron un pedazo de corazón», dijo Marcos a los asistentes, con la voz entrecortada y los ojos enrojecidos.

Resoluciones del EZLN y condolencias

El delegado Zero pidió a la prensa no convertir la muerte de Ramona en un acto mediático. Y anunció: «En vista de esto vamos a cancelar nuestra participación para los actos de hoy y de mañana, y ahorita nos vamos a regresar para allá a esperar las órdenes que digan los compañeros de la Comandancia del Comité Clandestino Revolucionario Indígena».

Además de la reunión con adherentes, el líder zapatista subcomandante Marcos tenía programado un mitin a las seis de la tarde, así como otras reuniones a puertas cerradas en Tonalá, de donde partiría hoy para el municipio de Huixtla, fuertemente afectado por el huracán Stan.

Los funerales de la comandante zapatista Ramona se realizaron el viernes en San Cristóbal de las Casas.

Tanto el coordinador para el diálogo y la negociación en Chiapas, Luis H. Álvarez, como el PRD enviaron ayer sus condolencias al EZLN por la muerte de la comandante Ramona. A través de una carta enviada al Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Luis H. Álvarez resaltó la labor realizada por Ramona en la defensa de los derechos de las mujeres más pobres y marginadas.
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Más tarde, el PRD emitió un comunicado en el que expresó sus condolencias por su muerte y señaló que aunque el PRD y el EZLN han tomado caminos diferentes, «se impone la civilidad y el respeto a una causa justa, y ante la muerte de una actora relevante, no tenemos más que solidarizarnos con el zapatismo y lamentar el fallecimiento de la comandanta».

Se apagó la dulce furia

Cincuenta y tres días después del alzamiento del EZLN, el 22 de febrero de 1994, la comandante Ramona se alzó como el símbolo de la mujer rebelde. Aquel día, en la catedral de San Cristóbal de las Casas, convertida en la voz de los indígenas de México, dijo: «Venimos a buscar la patria que nos había olvidado».

Ramona, del pueblo tzotzil de Los Altos de Chiapas, fue la primera y única mujer zapatista que participó en el primer diálogo que sostuvieron la guerrilla y el gobierno federal, entre el 24 de febrero y el 3 de marzo de 1994. También fue la primera delegada del grupo armado en participar en una consulta sobre los derechos indígenas, en de octubre de 1996. De hecho, fue la precursora de los tours zapatistas, que desde 1997 se han repetido en tres ocasiones, además de haber planificado la toma de San Cristóbal de Las Casas, el 1º de enero de 1994.

Marcos más de alguna vez se refirió a ella como la dulce furia del EZLN.

Como preámbulo de la presentación que el subcomandate hizo de Ramona, el 22 de febrero de 1994, el líder guerrillero dijo: «¿Por qué es necesario matar y morir para que pueda venir Ramona y puedan ustedes poner atención a lo que ella dice»?

El 12 de octubre de 1996, Ramona, que eligió luchar en contra del gobierno en vez de convertirse en una brasa de hogar, salió de la selva Lacandona para convertirse en la filosa punta de lanza con la que, desde entonces, el EZLN se abre espacios de participación política en el país. Fue una pieza clave en la organización zapatista. Su talento político, dicen quienes la conocieron antes de que enfermase de un riñón que le trasplantaron, fue tal, que por mucho tiempo se encargó de difundir la ideología zapatista entre las comunidades de región de Los Altos. Hizo mucho trabajo de concientización y politización, y nunca necesitó cargar un arma.

Su figura no sólo trascendió por su retórica, sino porque el 24 de febrero de 1994 en el interior de la catedral, quedó en medio del subcomandante Marcos y del comisionado para la paz en Chiapas, Manuel Camacho Solís, en el inicio del diálogo de paz, cuando la bandera mexicana quedó extendida con los colores invertidos, rojo-blanco-verde.

Después del tres de marzo de 1994, a la comandante y su artesanal vestido de manta bordado con el punto distintivo que llevan las mujeres de San Andrés Larráinzar no se le volvió a ver más. Meses después, las versiones sobre su salud fueron varias. «Está muy enferma», decían unos; «no tarda en morir», decían otros. Tal fue la avalancha de versiones que no faltó quien la matara: «La comandante Ramona murió de cáncer», publicó algún periódico.

El 19 de febrero de 1995, diez días después de la ofensiva militar que puso en operación la fuerza de tareas Arco Iris del ejército federal en la selva Lacandona, la propia Ramona apareció en un video:

«Al principio pedíamos democracia, justicia y dignidad, ahora también pedimos paz. Nosotros estamos esperando para el diálogo. No nos olviden, no nos dejen solos, ayúdenos a construir la paz que todos deseamos», decía. La comandante aparece frente a una mesa, con una bandera blanca con las siglas del EZLN en rojo. Y mientras habla con tono suave, a lo lejos se escucha el cacareo de unas gallinas.

En esa ocasión, Ramona hizo pública su enfermedad. «Quizá muera pronto», dijo, al tiempo de asegurar que «muchos niños, mujeres y hombres están enfermos. Tenemos muchas enfermedades, pero los médicos, las medicinas, los hospitales no están en nuestras manos».

Después hubo otro mensaje videograbado. El 23 de julio, visiblemente restablecida, Ramona dijo: «(las mujeres) vamos a creer en las palabras de paz del gobierno» (sólo si los soldados federales) «no amenazan nuestras cabezas y las de nuestros hijos».

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Entregó además su gratitud a quienes se preocuparon por su salud: «No tengo palabras para agradecerles todas esas muestras de cariño y solidaridad. Sólo soy una de las miles de mujeres indígenas que se encuentran gravemente enfermas en todo el país».

El 10 de octubre de 1996, en La Realidad, Marcos y Ramona se despidieron, como si fuese para siempre. Sus brazos se enrollaron a la espalda de Marcos como si no quisiese ir sola al DF. Doblado por la cintura, el subcomandante pegó su cara a la de ella y dejándole un suave beso la miró dejar la tierra rebelde.

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* Periódico mexicano. www.milenio.com

Diego Osorno – Oventik, Chiapas
Redacción – Ciudad de México
Andrés Becerril – Ciudad de México.

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