México, Oaxaca. – EL MAL VIAJE DE LA MUERTE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

foto Si algo enseñan la violencia y las muertes de Oaxaca, es la estrechez de los límites de la petición ciudadana cuando se convierte en protesta al no ser oída por las autoridades supuestamente mandatarias de la ciudadanía. En el caso concreto de la sociedad mexicana estos límites, además, marcan el autoritarismo y desprecio de las capas dirigentes por la población. Los estudiosos podrán reflexionar obre las raíces del pensamiento de los Flores Magón, que acompañaron a Emiliano Zapata durante la Revolución Mexicana.

El desamparo de las comunidades integradas por los pueblos originarios en esta región, por otra parte, no es diferente a la que secularmente padecen los mapuche y contra la que luchan aymaras y quechuas, en el sur del continente –para no mencionar la realidad en América Central–.

Los hechos que conmueven a América los establece el diario mexicano La Jornada del sábado 28 de octubre de 2006. Conviene resumir la información de sus periodistas Enrique Méndez y Blanche Petrich, recogida in situ y titulada Represión policial y paramilitar en Oaxaca; tres muertos y 23 heridos:

En cinco acciones simultáneas, las policías ministerial y preventiva, respaldadas por presuntos militantes del PRI, atacaron esta tarde a balazos barricadas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), en acciones donde resultaron muertos el camarógrafo neoyorquino Bradley Roland Will (abajo izq.) –quien recibió dos impactos de R-15–, el profesor Emilio Alonso Fabián y el comunero Esteba Ruiz, además de 23 personas heridas por arma de fuego. Cinco de los lesionados estaban en el bloqueo en la colonia La Experimental, 13 en Santa María Coyotepec y cinco en Cal y Canto.

El fotógrafo Oswaldo Ramírez, del periódico Milenio, recibió un rozón de bala en la rodilla izquierda y los hombres armados con cuernos de chivo, escuadras 9 milímetros y revólveres 38 súper, dispararon al fotógrafo Raúl Estrella, de El Universal, quien resultó ileso. Una profesora fue gravemente herida si que se haya establecido su identidad. Después de las 21:00 horas se informó que en Santa María Coyotepec fueron detenidos 20 profesores, 13 heridos de bala, y fueron hacinados en la cárcel municipal.

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La jornada de violencia en la capital del estado y sus municipios conurbanos fue el preludio de una incursión policiaca del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, que se preparaba a «recuperar» la ciudad en las
primeras horas de este sábado, y en momentos en que se cumplía el plazo definido por la APPO para que el gobernador presentara su licencia al cargo.

La dirigencia del movimiento ciudadano reportó la desaparición de al menos 50 profesores que mantenían el bloqueo en las oficinas donde despachaba Ruiz Ortiz, y responsabilizó de la agresión armada a Elpidio
Concha Arellano, dirigente estatal de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y ex diputado federal, y a los alcaldes de Santa Lucía del Camino, Manuel Martínez, y de Santa María, Jorge Pablo.

El pasado 16 de octubre los sectores priístas advirtieron que su partido llevaría a cabo «las acciones necesarias para restablecer el orden, el estado de derecho y la paz social» en la entidad, y que si el gobierno federal no aplicaba la ley de manera «implacable a los desmanes y vandalismos, nosotros mismos vamos a dar la solución al problema».

Ante la gravedad de los hechos, el movimiento social determinó reforzar las barricadas, sobre todo porque se confirmó que el operativo también abarcaría una incursión en el centro hstórico, así como detenciones de dirigentes por parte de la Agencia Federal de Investigación (AFI), que envió un avión con 100 agentes que están acantonados en el hangar de gobierno.

Durante dos horas, desde las cinco de la tarde, la capital oaxaqueña vivió un escenario de represión sin precedentes, y en todo momento, desde Radio Universidad –la única estación que informó de las agresiones– se dio cuenta del operativo para acabar con el movimiento que exige la salida del gobernador Ruiz Ortiz.

Las zonas donde se ejerció mayor violencia fueron las de Santa Lucía del Camino y La Experimental. Los disparos en Santa Lucía coincidieron con una reunión que sostenían simpatizantes de la APPO y vecinos con Flavio Sosa, uno de los líderes del movimiento, quien llamó a mantener la calma. En el cruce de la calle Cal y Canto con Ferrocarril pidió a sus compañeros: «hay que llevárnosla tranquila. Tienen armas largas y somos blanco fácil». Se refería a un grupo de presuntos policías ministeriales y militantes del PRI, que unos minutos antes habían llegado a unos 100 metros de la barricada.

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La balacera inició desde una casa particular en la calle Juárez y quien disparaba era una mujer. Para tratar de contrarrestar la agresión, hombres cubiertos con paliacates subieron a un camión de volteo y lo estrellaron contra el portón de la casa desde donde se abría fuego. Otros más utilizaron los tubos que, a modo de bazucas hechizas, confeccionaron para disparar cohetones, y los dirigieron hacia el inmueble.

En esos momentos, del fondo de la calle, los sujetos –la mayoría con camisetas rojas– que previamente habían bajado de camionetas tomaron las armas y comenzaron a disparar contra los brigadistas. Entre las ráfagas, los simpatizantes de la APPO atinaron a responder con más cohetones e, inclusive, con resorteras. Fotógrafos, camarógrafos y reporteros se cubrieron en las paredes, detrás de automóviles y
camionetas, así como de piedras, postes y árboles.

El camarógrafo neoyorquino Bradley Will, de la agencia independiente Indymedia, estaba en medio de la calle con su cámara para registrar los disparos, cuando recibió dos impactos, uno en el costado y otro en la boca del estómago (Murió antes de llegar a un centro asistencial).

De manera paralela, supuestos militantes del PRI, entre quienes se confundieron policías armados, atacaron el plantón permanente en la sede del gobierno del estado y de la policía, en Santa María Coyotepec, donde falleció el profesor Emilio Alonso Fabián y 13 personas más fueron heridas. Por la noche, el secretario de Gobierno, Heliodoro Díaz, ofreció una conferencia en la que acusó a integrantes de las barricadas de haber matado al comunero Esteban Ruiz. Desde la mañana, cuando inició el bloqueo de la ciudad por parte de la APPO, se habían suscitado roces entre plantonistas y vecinos de las colonias afectadas por el cierre de carreteras y avenidas, que reclamaban su derecho al libre tránsito.

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Las balaceras en Oaxaca empezaron a las 10 de la mañana, y en la Ciudad Universitaria desconocidos prendieron fuego a las oficinas de la dirección de la Facultad de Derecho, para distraer la atención de estudiantes que resguardaban las instalaciones de Radio Universidad, pues un grupo de encapuchados vestidos de negro pretendieron ingresar para tomarla. La tarde cerró con las
agresiones en la colonia La Experimental, donde se encuentra la sede de la Procuraduría General de Justicia del Estado, en Santa Lucía del Camino y en Santa María Coyotepec.

La mayoría de los comercios y hoteles del centro histórico cerraron a las siete de la noche y la sociedad oaxaqueña se fue a dormir con miedo, pero con la certidumbre de que este sábado podría darse una incursión policiaca masiva.

(Texto completo de la información aquí).

¿Violencia, muertos, heridos…dónde?

El lunes siguiente a los hechos –30 de octubre de 2006– la prensa de México informó que la Presidencia de la República de los Estados Unidos Mexicanos descartó que haya habido víctimas en el operativo para recuperar el orden en Oaxaca. El vocero de la presidencia, Rubén Aguilar Valenzuela, señaló que se «tiene información» de la muerte de dos personas en esa capital: un profesor acuchillado –asunto policial– y un joven que le estalló un petardo que manipulaba.

Dijo que entre las fuerzas federales que realizaron el operativo no hubo elementos militares ni se utilizaron tanquetas, sino vehículos antimotines con los que se arrojó agua sin elemento químico alguno o que pudiera provocar alguna reacción. El funcionario lamentó la muerte de un periodista estadunidense, pero precisó que ingresó a México en calidad de turista, y explicó que las investigaciones las harán las autoridades locales, y sólo si no se tienen resultados a corto plazo podrían efectuarlas instancias federales.

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Curiosamente estableció –insólito ante un operativo pacífico–que el presidente Vicente Fox se reunió el domingo con el gabinete de seguridad entre las 17:30 y las 19:00 horas. No obstante dejó en claro que se trató de la primera fase de un operativo para restablecer el orden el Oaxaca, ante la situación de ingobernabilidad en esa ciudad, y confió en que las clases en las escuelas se restablezcan en su totalidad de manera paulatina, garantizando, eso sí, la seguridad de los maestros y alumnos.

El vocero presidencial, empero, reconoció que el domingo 29 de octubre persistían barricadas en algunas colonias (barrios) de la periferia. No se refirió ni a la decena –o más– de personas heridas ni a los nueve asesinados en Oaxaca hasta el 15 de octubre –presuntamente por fuerzas a las órdenes del gobierno local– a lo largo de cuatro meses de resistencia civil. Esos muertos son: Marcos García Tapia, Andrés Santiago Cruz, Pedro Martínez Martínez, Octavio Martínez Martínez, José Jiménez Colmenares, Gonzalo Sisnero Gautier, Lorenzo San Pablo Cervantes, Arcadio Hernández y Alejandro García Hernández.

La voz de Brasil

De acuerdo con un grupo solidario del Brasil, «O governo estatal e federal, junto com todos seus partidos políticos, tratam de implementar o medo, e por meio do terrorismo de Estado pretendem que a resistência acabe afogada em sangue. Eles não querem perder seus postos de poder, não querem que ninguém interfira em seus projetos de saque e sua suja democracia eleitoral, por isso mandam assassinar, por isso mataram Alejandro García Hernández.

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«Todos nossos companheiros caídos eram companheiros de base, não líderes, não famosos, não dirigentes sindicais, nem reconhecidos lutadores sociais… Todos eles eram pessoas dignas e rebeldes desde sua colônia, sua família, pessoas de baixo que decidiram levantar sua voz ao lado de milhares de pessoas como eles, hoje eles fazem forte o movimento do povo de Oaxaca, sem eles este movimento não existiria. Tanto é o medo que tem o Estado de perder sua quase nula legitimidade, que as opiniões dos companheiros das barricadas, das marchas… é um grande golpe. O governo sabe do que é capaz um cidadão, uma gente humilde, simples, de baixo e à esquerda, quando tomando consciência assume sua responsabilidade de lutar porque as coisas mudam. Por isso nos os mataram».

Opresión de clase y racista

El estado de guerra que impera en Oaxaca comprende no sólo a la capital estadal, Oaxaca de Juárez, sino también amenaza con subir los decibeles de la guerra de «baja intensidad» que inició Diódoro Carrasco Altamirano contra los indígenas zapotecos de la región Loxicha, hace 10 años; en Loxicha se vive una guerra sorda, lejos de los reflectores y quienes se consideran el mundo civilizado, la sociedad del siglo XXI.
Los asesinatos de Alejandro López López y, hace dos años, de Lino Antonio Almaraz confiman la impunidad del poder de los caciques políticos que medran en el estado.

La Organización de Pueblos Indígenas Zapotecos y el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo describen la región como una «que alcanza los más altos índices de marginación y pobreza y dónde el tan cacareado estado de derecho, las tan llevadas y traídas instituciones han cumplido con la encomienda de callar todo intento organizativo, de encarcelar, desaparecer y asesinar (…) pues no puede explicarse de otro modo que después de más de 24 horas de su ejecución, el cuerpo de Alejandro López López haya permanecido a la orilla del camino, sin que las autoridades correspondientes cumplieran con las diligencias que permitieran a su familia velar el cuerpo inerme, de quien deja en la orfandad a la compañera Crispina López Juárez y sus cinco hijos».

«Nos reconocemos como parte fundamental de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y le recordamos al licenciado Abascal que nuestros 12 presos del Fuero Federal no pueden ser la herencia de este sexenio que termina, que los 12 indígenas presos por delitos del fuero común también esperan justicia y libertad y que junto con la libertad de los presos de las otras organizaciones sociales, de los perseguidos de esta etapa y anteriores, sería la muestra de su voluntad para resolver un conflicto no generado por nosotros sino por quienes faltos de oficio político y sensibilidad humana han hecho del fascismo una particular forma de gobernar».

foto Leciones

La trama que se tejió en Oaxaca muestra los límites de la configuración del poder en México ante los métodos democráticos y pacíficos y la connivencia entre los pistoleros del PRI (Partido Revolucionario Institucional) que gobierna el estado y el gobierno del PAN (Partido de Acción Nacional), de Fox y seguramente de su sucesor Calderón y los limites de una estrategia de lucha que llama al pacifismo.

El conflicto fue iniciado por el movimiento por los maestros combativos pronto apoyados por los trabajadores de la ciudad de Oaxaca y de los campesinos de la región. Lo que partera como una protesta laboral se fue convirtiendo en rebelión contra el gobierno estatal; de la organización sindical se pasó a formas de organización asamblearia de los oprimidos de la ciudad y el campo, que da origen a la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), como fuerza social en claro crecimiento en número e influencia política.

Frente a ello el gobierno de Fox tejió una alianza estratégica con el PRI contra los trabajadores. Los grupos que atacaron hace un par de días las barricadas de la APPO no bandas espontáneas de ciudadanos que se opusiera a esa organización, sino comandos bien entrenados y con armamento de alta precisión para ser utilizado en el combate urbano. El camarógrafo de Indymedia Brad Willy murió de dos disparos hechos por un fusil como aquellos con que se arma a los francotiradores. Todo un mensaje a los periodistas y organizaciones solidarias.

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