MEZCOLANZA A LA CHILENA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Esto no quiere decir que los últimos siete días hayan sido muy distintos al resto del año. Simplemente que me atreví a ponerle nombre a tanta chambonada, disparate, sacada de careta y tontera pura y simple. Es un ejercicio fotográfico, casi. Una muestra.

Para marcar un inicio, partamos por las declaraciones de los socialistas respecto de la marcha, que convocó el el 29 de agosto la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Se olvidaron que eran gobierno y la apoyaron. Hasta ahí, la cosa se podía ver como una muestra de independencia ¿pero frente a quién? ¿A su propio gobierno? Raro. Mejor hubiera sido irse, porque no está cumpliendo con lo que prometió en la campaña. Pero no, y lo más sustancioso estaba por venir.

La presidenta Michelle Bachelet lanzó una de sus frases, y dio en el blanco: “No se puede apoyar al gobierno día por medio”. Eso bastó. El senador Camilo Escalona, presidente del Partidos Socialista, sacó de su chistera una explicación virtual y le pareció que la discrepancia estaba superada.

Para entender esta comedia –los chistes malos también pueden formar parte de una comedia– es necesario responder algunas preguntas. ¿Contra quien o qué era la movilización de la CUT? Era una protesta por la forma en que están siendo tratados los trabajadores. Por la extraordinaria concentración de la riqueza. Por lo poco que ganan muchos y lo mucho que ganan pocos. En definitiva, contra el sistema.

Hasta ahí, cómo no comprender a los socialistas. Pero hay un pequeño detalle. Los administradores del esquema neoliberal imperante -o los gerentes para estar más a tono con el tema- son las autoridades gubernamentales, socialistas incluidos. Y no olvidemos que la propia presidenta forma parte de esas filas. Por lo tanto, si el sistema se aplica en Chile como se aplica, se debe a quienes están en La Moneda. Razonamiento simple, ramplón.

Luego vino el chiste de algunos opositores apoyando la marcha. Todo, dijeron, por estar junto al pueblo que sufre el Transantiago. Nada contra el neoliberalismo, ni contra los empresarios que no pagan un sueldo ético –entre ellos, algunos católicos observantes que se niegan a escuchar a monseñor Goic.

Pero la mezcolanza siguió. El domingo, el diario El Mercurio publicó una entrevista de Sebastián Piñera, empresario y presidenciable de la conservadora Renovación Nacional (RN). Refiriéndose a la marcha del miércoles, la calificó de manera corta pero precisa: “Esto no es protesta, es casi terrorismo”. Confieso que al leer la sentencia –que además iba de título– desde lo más profundo de mi agnosticismo me salió un: “Dios nos libre de que llegue a la Presidencia”. Una protesta en su gobierno y sacaría los tanques a la calle, pensé.

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Al terminar la entrevista, otra frase para el bronce. La periodista Raquel Correa le pregunta por la actuación de Carabineros, “que apalean a manifestantes y hieren a un senador”. Piñera, suelto de cuerpo, responde: “Vimos como los agredían, incluso armados. Apoyo al Cuerpo de Carabineros, no los excesos, como aparentemente ocurrió en el caso del senador Navarro, al que le pegaron un palo en la cabeza que, en una de esas, hasta le hace bien”.

Demócrata puro.

Terminé de leer y me acordé de la palabra con que tituló un libro de reciente aparición el senador, también RN, Andrés Allamand. Eligió el término “desalojo” para ejemplificar lo que debía hacerse con la Concertación. No era alternancia. No, en su concepción democrática, a los contradictores políticos hay que desalojarlos, echarlos por la fuerza, del poder. Vistas así las cosas, una movilización para defender derechos sindicales o ciudadanos, es terrorismo. Quienes así piensan, son fascistas.

Pero aún quedaba el lunes. Adimark entregó su encuesta de agosto. La gente parece haber entendido que vivimos en una mezcolanza. Castigó al gobierno, a la oposición, a los partidos políticos.

El 52.9% de los encuestados se declara independiente y ajeno, incluso, a simpatías por la Concertación de Partidos por la Democracia o la Alianza por Chile. Esta última logra un 16.7% de simpatías, mientras la Concertación se empina hasta el 21.3% y el Juntos Podemos llega al 9.1%. O sea, los electores parecen estar hartos de la política que les están dando. Y, tal vez, esperan a un líder que no muestre más de lo mismo.

Esto debería hacer pensar a los dirigentes políticos. Aunque es posible que estén tan acostumbrados a vivir embadurnados en esta mezcolanza, que no piensan.

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* Periodista.

wtapiav@vtr.net.

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