Mi Julio Verne, de Patricio Guzmán

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LN

Sin considerar el espolonazo del encargo –los cineastas tienen que vivir– ¿qué vibraciones repican en un realizador cinematográfico que ha dedicado gran parte de su vida a mostrar los procesos de la lucha social, y de qué modo repican, para de pronto sorprender a moros y cristianos con casi una hora dedicada a Julio Verne? La respuesta, como en toda obra de la inteligencia, está en la vida del que asume la tarea, en la obra misma y en los recursos empleados para terminarla.

Imaginemos a Guzmán como un niño –quizá hijo único– más bien retraído, calmo, gran lector que sólo en la lectura y a su través permite que la imaginación –o la fantasía– tenga la rienda que exige. Quizá por ello 60 años después de sus primeras lecturas puede decirle a quien lo entrevista: "Como placer, imaginación, el viaje imaginario es una maravilla"(1). Se refiere a su filme Mi JulioVerne.

Lejos de querer encontrar elementos metafísicos, anclados en el positivismo del XIX, como la médula de la literatura del escritor francés, para sostener alguna idea del desenvolvimiento cultural, casi maravilladamente, el director salta la historia y anula la idea común de progreso para poner, en cada caso, la obra de Verne en manos –o en el espíritu– de alguien que haya vivido  aventuras semejantes.

Es un astronauta quien nos sitúa, a 120 años de publicada, frente a la novela De la Tierra a la Luna; no vemos el cañón construido por los integrantes del Gun Club, pero comprendemos ese "algo más" que sin poder precisarlo define a la especie humana. El mismo recurso para los demás hitos: sea para las Cinco semanas en globo o para recordar al Nautilus del capitán Nemo. El ensueño de viajar imaginariamente se ha convertido en el arte de la exploración.

Porque no ocupa al realizador resaltar o rendir tributo a la capacidad anticipatoria de la literatura de Verne, uno de los precursores del género ciencia-ficción –que Guzmán leyera incansablemente y cultivara en su adolescencia–; tampoco se desvive por enseñar territorios exóticos o describir aventuras y tremendos peligros. Propone otra cosa: desplazarse de verdad, pero sin moverse.

El universo de las máquinas y artilugios mecánicos, tan presente en las obras de Verne, parece no ocupar lugar en la película de Guzmán, pero está allí –las máquinas, con distinto grado de complejidad, parecen testimoniar, siempre, los capítulos de la aventura humana–; en cierto modo es parte de nuestra realidad (o una de nuestras realidades) y como tal realidad las máquinas son posibles de abstraer.

En suma, Guzmán no intenta explicar la obra de Verne, muestra su aventura desde la contemporaneidad que la hace fascinante –y con eso repite el encantamiento.

Ficha
Guión y realización: Patricio Guzmán
Asistente del realizador: Camila Guzmán
Fotografía: Jacques Bouquin
Sonido: André Rigaut
Montaje: Eva Feigeles
Música: Jorge Arraigada
En francés, subtitulada al castellano.
Duración: 56.13 minutos.
Una producción de Ex Nihilo para Arte, Francia.

Información sobre el realizador y su filmografía: www.patricioguzman.com
Para adquirir una copia del filme: contacto@patricioguzman.com

(1) Entrevista con Iván Pinto, aquí

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