Miguel de Unamuno: Creer o no creer, esa es la cuestión
Miguel de Unamuno, vivió una profunda contradicción filosófica durante su vida sobre creer o no en Dios. Si William Shakespeare se preguntó a través de Hamlet “ser o no ser”, podríamos decir que Miguel de Unamuno vivió la contradicción de “creer o no creer”.
«Ser o no ser, ésa es la cuestión», frase pronunciada por Hamlet coloca en el centro de la obra, la lucha interior del personaje entre la vida y la muerte. Es una dura contradicción interior: resolver la duda si es de mayor nobleza seguir su destino de lujos y riquezas o suicidarse y así terminar con sus penas.
Unamuno, en cambio, coloca en el centro de su vida, y lo traslada a su obra, la lucha entre racionalidad y espiritualidad que se libra dentro él. En esa batalla diaria va cambiando su visión, de acuerdo a la realidad de cada día. Entonces un día los avatares de su vida lo llevan a ser creyente y otra a declararse ateo, o a querer ser ateo. Es parte de una crisis existencial que se une a otra crisis existencial provocada por la duda permanente de no sentir que su obra poética era reconocida. Con esas dos dudas convivirá hasta su muerte, y se reflejarán en su obra.
La crisis sobre la falta de reconocimiento poético, tal vez se generó por el hecho de que la mayor parte de su poesía fue escrita después de cumplir los cuarenta años. Eso se evidencia al responder una carta del escritor uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, al analizar su creación poética.
«Yo apenas escribí versos hasta pasar de los treinta años, y la mayoría de ellos, la casi totalidad, después de traspuestos los cuarenta […]. Son poesías de otoño no de primavera.» (Carta a Zorrilla de San Martín, 1906).
La crisis sobre la creencia en Dios, tal vez se generó en su propia filosofía de vida y dentro de ella en su visión sobre la religión, que la desarrolla en su ensayo Mi religión:
Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón. Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro. (Unamuno, pp.4, 1907)
Las dos crisis existenciales se hacen evidentes en su obra poética, y en particular se nota en los poemas Id con Dios de 1907 y La oración de un ateo de 1910.
En Id con Dios, desde su primer verso se evidencian sus dudas sobre Dios y su creación poética: “Aquí os entrego, a contratiempo acaso / flores de otoño, cantos de secreto”. (Unamuno, s.p. 1907).
En un solo verso, Unamuno entrega a Dios su obra poética, de la cual duda por haber surgido en el otoño de su vida (“flores de otoño”), como le dijo a Zorrilla de San Martín un año antes. En este poema se muestra tan creyente en Dios, que llega al punto de poner en sus manos el reconocimiento o el olvido de su poesía.
Les pongo en el camino de la gloria
o del olvido; hice ya por ellos
lo que debía hacer; que por mí hagan
ellos lo que me deban, justicieros.
(Unamuno, s.p. 1907).
También, sus versos son una forma de provocar a Dios para que demuestre su existencia, haciendo que se reconozca una poesía que vino con él (“con Él vinisteis”). Se evidencia además una lucha entre racionalidad y espiritualidad
Íos con Dios, pues con Él vinisteis
en mí a tomar, cual carne viva, verbo,
responderéis por mí ante Él, que sabe
que no es lo malo que hago, aunque no quiero,
sino vosotros sois de mi alma el fruto;
vosotros reveláis mi sentimiento,
¡hijos de libertad! y no mis obras
en las que soy de extraño sino siervo;
no son mis hechos míos, sois vosotros,
y así no de ellos soy, sino soy vuestro.
(Unamuno, s.p. 1907).
En La oración de un ateo, Unamuno cuestiona a Dios y muestra el conflicto interior sobre su existencia. Eso se vincula con el conflicto sobre su propia existencia y la existencia del ser humano que de alguna forma se esbozaba en Id con Dios. El conflicto entre racionalidad y espiritualidad se mantiene. Por un lado recurre a él y por otro dice que es solo una idea, una creación del ser humano. Sin embargo, en contraposición coloca su propia existencia en la existencia de Dios y parece rogarle que demuestre su existencia. Como señalaba antes, parece que los avatares de su vida lo hacen vivir en la duda de creer o no creer. Está sufriendo y niega a Dios pero recurre a él. Es una representación de la cotidianidad de muchos creyentes que en sus momentos difíciles niegan a Dios porque no los ayuda, pero ruegan que los ayude. Unamuno representa ese sentimiento dando a su poesía un contenido filosófico sobre la existencia.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
(Unamuno, pp.4, 1907)
En otros párrafos del ensayo Mi religión, Unamuno desarrolla un poco más sus dudas sobre Dios y la religión.
En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racionalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo sin atenerme a dogmas especiales de esta o de aquella confesión cristiana. (Unamuno, pp.4, 1907)
Y bien, se me dirá, «¿Cuál es tu religión?» Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva… (Unamuno, pp.4, 1907)
Más allá de ciertas diferencias remarcadas, las dos poesías son un ejemplo de toda la obra de Miguel de Unamuno, en la que se presenta una permanente lucha interior entre existir y no existir, ser racional o espiritual y creer o no creer.
Bibliografía:
– Shakespeare, William. “Hamlet”, Biblioteca Virtual Universal
– Unamuno, M. de (1907): “Mi religión”, en Mi religión y otros ensayos: http://www.ensayistas.org/antologia/XXE/unamuno/
– Unamuno. M. de (1907): “Id con Dios”, UNIBA.
– Unamuno. M. de (1910): “La oración del ateo”, UNIBA.
___ (1932): “Poética”, en Poesía española. Antología (1915-1932), selección de Gerardo Diego, Madrid, Signo.
___ (1906): Carta a Juan Zorrilla de San Martín (1906), en Correspondencia de Zorrilla de San Martín y Unamuno, Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios, 1955.
___ (1904): “Intelectualidad y espiritualidad”, en La España Moderna, III.
– Darío, R. (1909): “Unamuno, poeta”, La Nación, Buenos Aires (mayo de 1909): http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el- modernismo-y-otros-textos-criticos- 0/html/fee0d3b4-82b1-11df-acc7- 002185ce6064_3.html
– Díez R., M. (2010): “Unamuno y Rubén Darío”, Letralia, no 232 (17-5-2010), año XV, Venezuela: http://www.letralia.com/232/articulo02.htm
– López, J. (1985): “Personalidad lírica”, en Unamuno, Madrid, Júcar, pp. 53-86.
– Valverde, J.M. (1977): “Introducción” a Unamuno, M. de, Antología poética, Madrid, Alianza, pp. 7-16.
*periodista y escritor uruguayo-ecuatoriano, ex vicecanciller del Ecuador.