Milei, desorientado, pide ayuda a Macri, mientras crece el hambre en Argentina
Tras el fracaso en el Congreso para imponer su Ley ómnibus, la desorientación reina en el gobierno argentino: el ultraderechista presidente Javier Milei entró en emoción violenta y amenazó -desde el Muro de los Lamentos de Jerusalén- a llamar a un plebiscito, mientras amenazaba a los gobernadores y asumía la necesidad de una alianza con el expresidente Mauricio Macri, para instaurar un cogobierno.
Milei concluyó su primera gira por Israel rezando y bailando con los rabinos y los creyentes en el Muro de los Lamentos. Luego pasó a visitar al Papa Francisco y participó de la ceremonia de la consagración de María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula y nacida en Santiago del Estero, como santa de la Iglesia católica.
Mientras, en Argentina, el Congreso descarriló su Ley ómnibus, que volvió a Comisión a propuesta del bloque oficialista cuando en el tratamiento en particular recibía votaciones en contra, una tras otra, que limitaban y casi negaban la votación en general, sobre todo en las “facultades delegadas” que había solicitado Milei para hacer y deshacer en muchos ámbitos y se le negaban.
La Constitución argentina establece en su artículo 40 que el presidente sólo puede convocar a una consulta popular no vinculante, sin que el voto sea obligatorio. Sólo el Congreso puede convocar a una consulta popular para convertir un proyecto en ley.
Desde la Casa Rosada, y previendo otra derrota, señalaron que hay muchas otras maneras de llevar a cabo el plan de Gobierno e implementar varios de los artículos de la ley, desde Decretos de Necesidad y Urgencia hasta decretos simples y resoluciones. Una forma de admitir que también están desestimando la idea de reflotar el proyecto ómnibus con una consulta popular.
Enterrada la ley ómnibus, el gobierno va por el plan B: implementar por decreto varios de los artículos rechazados parlamentariamente. La furia del presidente de la motosierra se descargó sobre varios mandatarios provinciales, con quienes cortó puentes. La desorientación reina en el gobierno de Javier y Karina (El Jefe) Milei, la hermana que ocupa el cargo oficial de Secretaria General de la Presidencia.
La decisión de los Milei de avanzar en una fusión con el PRO del expresidente Mauricio Macri, es la admisión temprana de su incapacidad para gobernar. La ahora ministra de Seguridad Patricia Bullrich anunció el acercamiento, pero lo mira con cautela. Está cómoda en el actual esquema. “Acá trabajo tranquila, hago lo que quiero. Con Macri tenía 50 personas opinando”.
El Destape señala que el jueves último Milei llamó a Macri para saludarlo por su cumpleaños. Éste le dijo: “estoy de acuerdo con lo que haces, pero la situación te va a llevar puesto. Esto así no aguanta hasta marzo”. Macri piensa que el gobierno no se va a poder sostener políticamente. “Hay que fortalecer la política”, le dijo. A sus íntimos Macri les dice que hoy Milei mide entre 40 y 45 puntos, pero que sin el PRO mide mucho menos.
Hoy no se habla sólo de Javier, sino del gobierno “de los Milei”. La originalidad de los Hermanos Milei es pretender que las uvas estaban verdes y festejar su fracaso, dice el analista Horacio Verbitski. Esta vez no fue en las urnas sino en una votación legislativa, a menos de dos meses de haber asumido el Poder Ejecutivo.
Las redes se inundaron con mensajes derogatorios contra gobernadores, diputados, senadores, líderes políticos, tildados de extorsionadores, coimeros, bestias, delincuentes, traidores, rapiñadores de bancas, enemigos de una mejor Argentina, a la que viven robándole. A los de la Unión Cívica Radical, los llamaron «putitas del peronismo».
En pleno carnaval y una ola de calor agobiante, varias batallas se despliegan de manera paralela: en el Parlamento la ultraderecha tropezó, y puede desplomarse si la crisis institucional persiste; en la calle se enfreta una protesta social que no se apaga y con la represión estatal que arrecia; mientras en la oposición no aparecen proyectos alternativos y toda la presión está sobre una población conmocionada por los desmedidos ajustes económicos, que hicieron crecer la pobreza, el hambre y la desesperación.
Mientras, el ministro de Economía Luis Caputo, prefirió hacer mutis por el foro y silenció el impacto que el derrumbe de la ley tendrá sobre la posibilidad de incrementar los ingresos, por medio de la venta de la totalidad o de partes de las empresas públicas, que el Congreso le negó. Esto deja al gobierno a merced de los exportadores agropecuarios.
Los amores y desamores de la derecha
Caputo sostiene que el hundimiento de la Ley ómnibus no tiene importancia, pero Milei reacciona como si le fuera la vida en ello. Despidos de funcionarios, insultos y la figura del expresidente Mauricio Macri aflora en el horizonte. Pero el destino de este gobierno no se juega allí sino en qué pasará con la inflación y con los casi 50 millones de afectados.
Los medios se concentraron en los detalles de la telenovela de los desamores de Milei con los gobernadores e inoxidable esperanza de Mauricio Macri de pescar en río revuelto, y llegar a un acuerdo de coparticipación presidencial. El Gobierno apuesta a que todas esas dudas queden disipadas por la caída del déficit fiscal, hoy su objetivo excluyente, para alegría de los empresarios: y la inversión privada reemplazaría la desaparición de toda la inversión pública.
Lo único que aún se discute es la magnitud de la nueva devaluación que exigirán para liquidar la enorme cosecha de este año a partir del mes próximo, y en qué proporción se trasladará a los precios, dada la caída vertical de las ventas de alimentos y artículos de limpieza. Sin necesidad de disimular el golpe, hicieron saber su disgusto la Asociación Empresarial (AEA), la cámara de empresas estadounidenses (AMCHAM) y hasta la Unión Industrial.
Esta derrota se debe en parte a la impericia y la improvisación de un Gobierno que parece que se autoconvenció que tiene capturado para siempre el favor popular y, además, es el elegido por las «fuerzas del cielo». Y Milei es síntoma de la magnitud de la crisis de representación, mientras exacerba la sobrevaloración de sus fuerzas hasta niveles delirantes.
El mesianismo político como respuesta a la crisis significa suplantar la incapacidad para una salida política con la sobrevaloración de la fuerza propia o de las capacidades personales. Los delirios místicos de Milei chocan con la política terrenal, dejando en claro que no existe esa “fortaleza” imbatible que muchos de su cohorte de propagandistas atribuían al Gobierno y no tiene los recursos para imponer su plan.
Los análisis posfracaso plantean dos teorías: una, que se debió a los límites que encontró “por arriba” con los llamados “bloques dialoguistas” que a la vez representan distintos intereses locales y empresariales que se veían afectados por el reseteo general.
Pero, sobre todo, el fracaso respondió a los límites “por abajo”, sorprendido primero por los cacerolazos y luego por el paro con movilización del 24 de enero, acompañado por combativas movilizaciones de trabajadores frente al Congreso, pese a las amenazas del protocolo represivo de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
Fue una derrota para Milei no solamente en el plano legislativo ya que quedaron heridas figuras claves del gabinete, como el ministro del Interior Guillermo Francos -por la infinidad de veces que fue desautorizado por el Poder Ejecutivo en las negociaciones por la ley- malhiriendo los vínculos con los gobernadores. Bullrich quedó cuestionada por sus operativos represivos y el titular de Economía. Luis Caputo por borrarse de las negociaciones.
Los despidos de varios miembros del gobierno generaron el problema de cómo reemplazarlos, y con quiénes. Desde las filas neliberales, Mauricio Macri y Patricia Bullrich presionan -cada uno por su lado- para copar el gabinete basados en que el bochorno en el Congreso desnudó el amateurismo de muchos dirigentes de ultraderechista La Libertad Avanza.
En el PRO de Macri y Bullrich analizan que si Milei sigue gobernando como hasta ahora, el «crash» es inevitable. Un primer paso sería la unificación de los bloques legislativos, pero algunas dirigentes macristas empujan para copar el Ejecutivo. Parte de la urgencia que tiene el macrismo pasa porque ven a la gestión sin rumbo y a un Milei demasiado inestable.
“Las charlas que tengo con Mauricio Macri son para construir un espacio político para una Argentina grande nuevamente”, dijo Milei en Radio Mitre el sábado. Para la fusión total, el PRO debe ordenar el partido, dividido -pese a la unidad mostrada- en tres sectores, el larretista que se referencia en el exalcalde capitalino Horacio Rodríguez Larreta; el bullrichista y el macrista.
Esa mirada impone un rediseño político, aunque algunos digan que es muy pronto, apenas dos meses de haber asumido. Desde Italia, Milei se dedicó a ahondar en la herida. “Tienen los dedos sucios”, les dijo a los gobernadores en una nueva declaración de guerra, confiando en que luego el ala política de su gobierno recoja los pedazos de lo que él se encarga de romper.
Quizá lo más relevante que dejó planteada la derrota del Gobierno son las condiciones y potencialidades para las luchas futuras y no tan futuras, derrota que evidenció la fragilidad del gobierno, que no hay una base social que defienda a viva voz al gobierno y menos aún que se movilice, ante el acelerado deterioro social provocado por los tarifazos al transporte, al gas, al agua, la electricidad, los alimentos…
Quizá este paquetazo ha logrado que buena parte de la base social que votó por Milei, entendió en carne propia las consecuencias del plan ultraderechista. Los análisis e hipótesis sobre la consistencia y la anatomía del “pueblo mileísta” (que aparentemente solo existe para la prensa hegemónica) quisieron dejar fuera de la ecuación la dinámica del pueblo antimileísta, activado y en las calles.
Tras el Carnaval, a quitarse las máscaras
El Gobierno y sus repetidoras de la prensa hegemónica dicen que a dos meses de asumir la presidencia, las encuestas muestran a Milei con porcentajes todavía altos de respaldo o imagen, pero otros estudios de opinión señalan que está en construcción una “nueva mayoría” antigubernamental.
El Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) asegura que la inflación como mecanismo de transferencia regresiva de ingresos es, por ahora, la única medida importante del gobierno: 13,7% cayó el salario real en el primer mes y la jubilación mínima 14% respecto a diciembre de 2022
Un gobierno que quedó debilitado con su primera derrota en el Congreso, el efecto del ajuste en los bolsillos, un Milei con una popularidad cuesta abajo, una calle empoderada. En apenas dos meses, se empiezan a conjugar muchos factores y algunos analistas presagian la tormenta perfecta. Casi siempre fracasaran con sus presagios.
Quizá, pasado el Carnaval, la mayoría de los argentinos se vea obligada a poner un tope al experimento, por una simple cuestión de supervivencia. Quizá muchos se quiten las máscaras (o se las quiten). O no.
*Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)