Mire qué mira, cuidado al pasar, lo toca lo que roza
JAQUE A LA RED EN LA RED
Un virus informático deja paralizados a siete aeropuertos. Otro, ataca a diarios, cadenas de tevé y agencias de noticias. ¿Hackers o terroristas? Nadie contesta. Pero, ¿cuánto pasará para que los terroristas caigan sobre la red? Poco, según dos tercios de los 1.300 expertos mundiales consultados por el Pew Internet Project, que coinciden en que habrá al menos un ataque devastador a la infraestructura de la red durante la próxima década.
Los usuarios individuales tampoco zafan. Ahora la moda es robar datos personales con e-mail caza-bobos. La técnica, llamada phishing, consiste en un mail trucho que simula ser de un banco u otra entidad y pide que el usuario modifique sus datos y claves. Esa información se usa para comprar on line o vaciar cuentas bancarias.
Para prevenir sorpresas: nunca contestar correos electrónicos desconocidos. Los atentados terroristas sacuden al planeta. Ante la amenaza permanente, los países incrementan el uso de nuevas y viejas tecnologías que prometen el control absoluto. ¿A qué precio?
Esa es una pregunta que a los líderes del mundo, por el momento, no les interesa contestar.
ARTESANÍA VISUAL, OLFATIVA Y SENSITIVA
Trescientas tomas diferentes por día. Ese es el promedio de veces que una persona es filmada por las 500.000 cámaras de vigilancia de Londres. La cifra asusta por donde se la mire: el ciberojo espía invade sin permiso la intimidad de la gente. Pero quizás lo que más impresiona es que tamaño nivel de control sea inútil a la hora de evitar atentados.
Las cámaras no están solas. Echelon, la súper red de vigilancia que controla a internet, funciona a full. Los servicios satelitales están a la mano de cualquier internauta y los nuevos métodos de vigilancia, con la biometría a la cabeza, avanzan a pasos agigantados.
Y lo que viene es más sorprendente aún: narices virtuales capaces de encontrar rastros de explosivos en el pelo, detectores químicos y biológicos portátiles, documentos de identidad inteligentes y sistemas que leen los rasgos de la cara, los movimientos del cuerpo y hasta el olor que emanan los cada vez más espiados seres humanos.
El ojo electrónico londinense funcionó a la perfección en los atentados de julio pasado. En pocas horas, los terroristas estaban individualizados y sus caras invadían las pantallas del mundo. Claro, ninguna de esas cámaras hizo una identificación previa y, mucho menos, alertó a las autoridades. Con todo, los circuitos cerrados de tevé parecen ser el mejor camino que encuentran los países para vigilar.
La ciudad de New York acaba de estrenar un nuevo plan de seguridad para subtes y ómnibus, con 1.000 cámaras y 3.000 sensores que detectan objetos abandonados en los andenes. Y Chicago, un sistema basado en redes neuronales que “escucha” disparos de armas de fuego en medio del tránsito. Francia instalará 4.000 cámaras en sus colectivos públicos antes de fin de año.
Rusia e Italia también modernizaron sus redes en subtes y Alemania anunció que aggiornará sus cámaras en la vía pública. Si bien la calidad de los lentes mejora día a día, aún es difícil hacer que una cámara ubicada en el techo de una estación de trenes reconozca a alguien en forma instantánea.
BIOMETRÍA NO ES PALABRA DE PUZZLE
Identificación, esa es la clave. Por eso, todas las esperanzas están puestas en la biometría, la técnica que permite saber si una persona es quien dice ser por medio del análisis de sus características físicas. Según International Biometric Group, el mercado biométrico mundial está que arde. En el 2003 movía 719 millones de dólares, pero se espera que dentro de tres años supere los 4.600 millones.
La técnica biométrica más difundida es la lectura de huellas digitales. Fue desarrollada en la Argentina por Juan Vucetich, a fines del siglo XIX, e identifica las impresiones únicas e irrepetibles de la punta de los dedos. Después de años de dedos manchados con tinta se pasó a los modernos lectores electrónicos, pero muchos aseguran que el método es fácil de vulnerar. Por eso, los nuevos lectores no sólo “miran” las huellas, sino que también toman información de la piel para asegurar, entre otras cosas, que el pulgar corresponda a una mano real y viva.
Dedos al margen, los expertos coinciden en que lo mejor para identificar a alguien es mirarlo a los ojos. A mediados de la década de los 80, los oftalmólogos norteamericanos Aran Safir y Leonard Flom comprobaron que ningún iris humano –la parte de color del ojo- es igual a otro. La lectura del iris es mucho más eficiente que la de huellas: ofrece más de 250 puntos de referencia, contra 40 de los dedos.
Las cámaras más nuevas pueden leer un iris a 60 centímetros de distancia. Para fines de este año, Iridian, la empresa que fundaron Safir y Flom, anunció que incluirá cámaras de reconocimiento en notebooks y computadoras de mano. La japonesa Matsushita, por su parte, presentó prototipos de cajeros automáticos que combinan identificación por huellas e iris.
MAPAS A UN CLIC
Las imágenes satelitales son el último hit de internet. Google, Yahoo! y Microsoft tienen sus propios sistemas que permiten “espiar” ciudades y regiones con tomas cercanas. Google Maps (www.maps.google.com) muestra calles, rutas y hasta comercios de los Estados Unidos y otros pocos países. Otro sistema, Earth Google, permite ver imágenes 3D y hacer un zoom rápido desde el espacio hasta un punto fijo, como el Obelisco de Buenos Aires. También tiene versiones pagas con mejores imágenes y más información.
Por ahora, Yahoo Maps (www.maps.yahoo.com) sólo apunta a los Estados Unidos y Canadá. MSN Maps, en tanto, ofrece buenos datos sobre la ubicación de ciudades, pero su zoom no es tan profundo. Eso sí, cada uno muestra lo que quiere. Google oculta los detalles de la Casa Blanca, pero muestra el Palacio de Buckingham y la Casa Rosada.
La biometría facial también se las trae. Empresas como la inglesa Aurora y la estadounidense Identix desarrollaron software que en pocos minutos realizan mapas digitales del rostro. El de Aurora, por ejemplo, realiza una malla infrarroja en 3D y puede compararla con una base de datos fotográfica de delincuentes. El sistema de Identix, en tanto, divide la imagen en 400 bloques e identifica las características de cada uno, con detalle minucioso de poros, arrugas y características de la piel.
Varios pasos más atrás se ubican la identificación por olor, saliva y morfología corporal. En el Mollel Chemical Senses Centre, Estados Unidos, ya trabajan para desentrañar las claves del odorprint, algo así como el registro oloroso único de cada persona. En la Universidad del Estado de Nueva York, en Buffalo, desarrollaron sensores químicos que pueden ubicarse en detectores portátiles. Utilizan un material llamado xerogel y mediante un rayo láser pueden analizar sudor, saliva y otras secreciones.
Según la firma T&M Protection Resources, dos tercios de los hogares “clase A” de Nueva York y la mayoría de las grandes compañías usan identificación biométrica. ¿Y por casa? En la Argentina, más de 1.000 empresas ya utilizan sistemas de huella digital. Visa y Swiss Medical lo usan para controlar a su personal. La AFIP, para seguridad informática. En el Instituto del Diagnóstico eligieron un sistema que lee la mano completa.
“Por confiabilidad, seguridad y precio, la identificación de huellas sigue siendo lo más usado. El gobierno está impulsando el sistema de control para el nuevo DNI que tiene firma digital y registro de características faciales. Toda esa información irá grabada en un código especial de barras”, comenta Carlos Moscato, gerente de Sistemas Tecnológicos, una empresa local especializada en seguridad biométrica.
PREGUNTA INQUIETANTE
Pero, ¿qué pasa si la base biométrica –datos digitales, al fin y al cabo- de un país cae en manos non sanctas? ¿Y si ese país la usa para espiar a sus ciudadanos? Organismos de protección de la privacidad, como Statewatch o el National Consumer Council inglés, ponen el grito en el cielo. Pero hoy importa vigilar y nada más.
Hasta Inglaterra, que desde 1952 no tiene documento de identidad, promete ajustar las clavijas. Los nuevos documentos ingleses tendrán un registro de direcciones postales previas y un chip con foto digital, huella y registro del iris. Tony Blair pretende contagiar a todos sus colegas europeos y del otro lado del Atlántico, claro, no se quedan atrás.
George Bush hijo quiere incorporar tecnología inalámbrica RFID a los pasaportes de su país. Este sistema de identificación por radio frecuencias viene en forma de pequeños chips o etiquetas. Entre otros, lo usan los grandes supermercados para vigilar sus mercaderías. Su utilización en pasaportes permitiría monitorear personas en un radio de hasta 150 metros. Así, se podría identificar a un pasajero antes de que llegue a la ventanilla de Migraciones.
RFID también se usa en los Estados Unidos con fines médicos: varios pacientes se implantaron chips subcutáneos con datos sobre su salud, y más de 900 hospitales instalaron en sus maternidades un sistema llamado Hugs (Abrazos), que permite evitar secuestros y errores de identificación.
OJO CON LOS OJOS
El último grito de la moda en el país del norte es la identificación de iris en los aeropuertos. El programa “Viajeros registrados” permite que los pasajeros obtengan una tarjeta que evita colas a cambio de mirar fijo la camarita y resignar un poco de intimidad.
Pero el ojo electrónico no sólo se abre en los aeropuertos. La información digital que circula por internet en forma e-mails, chats, llamadas telefónicas y transacciones electrónicas, también está en la mira.
Echelon nació como un mito: el policía de la red. Ahora, ya nadie duda de que la red de cibervigilancia que manejan Estados Unidos, Australia, Inglaterra y Nueva Zelandia es una realidad. El volumen de datos que analiza por día es igual al contenido de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos multiplicado por 10. El sistema se perfecciona todo el tiempo y cada vez más se acerca a su meta: traducir, analizar e identificar en tiempo real. Tras el mismo objetivo (hurgar en e mails privados) estaba orientado un proyecto de ley local impulsado por el gobierno de Néstor Kirchner. Por ahora, no prosperó.
La cámara nunca se apaga y el Gran Hermano vigila como nunca. Sonría, seguro que lo están filmando.
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En la revista argentina Neo (www.neo.uol.com.ar).