Mujeres que mueren al dar vida -VII

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Gisela Ortega*

La mortalidad materna se define como la muerte de la mujer durante el periodo de gravidez o en el plazo de 42 días después de la terminación del embarazo –con independencia de la duración del mismo o cómo haya tenido lugar– por cualquier causa relacionada con la concepción o con su tratamiento, o que se vea agravada como resultado de ambos.

Los motivos del fallecimiento pueden estar relacionados con complicaciones obstétricas durante la preñez, el alumbramiento o el periodo posparto, como las hemorragias, la sepsis, la eclampsia, las obstrucciones durante el nacimiento y las complicaciones derivadas de la práctica de abortos.

Las causas indirectas pueden ocurrir tanto como resultado de enfermedades preexistentes, o de las que surgen durante la gestación y que no tienen un origen de obstetricia directo que pueden agravase debido a los efectos fisiológicos del embarazo. Entre ellas figuran el VIH y el SIDA, el paludismo, la anemia y los padecimientos cardiovasculares. El simple hecho de que una mujer presente una complicación no significa que la muerte sea inevitable; la mayor parte de las defunciones maternas se deben a un tratamiento inadecuado o incorrecto o a la falta de intervenciones oportunas.

La clasificación precisa de esas causas, sean directas o indirectas, accidentales o incidentales, es tarea compleja. Para poder afirmar con exactitud que se trata de una muerte materna es preciso contar con la información necesaria acerca del origen de la defunción. Puede ocurrir que esta investigación no este disponible, que no se haya registrado correctamente o que los datos aportados al respecto fueran insuficientes.

Esto último puede deberse a varios motivos. Muchos alumbramientos tienen lugar en los hogares, especialmente en los países en desarrollo y en las zonas rurales, lo cual hace aún más difícil determinar la causa. Asimismo, los mecanismos de registro civil puede que sean incompletos o, incluso si se consideran completos, la atribución de los motivos de la expiración podría ser inadecuada. Por otra parte, la medicina moderna permite retrasar la muerte de la paciente más allá de las 42 horas del periodo posparto. Por dichas razones, en algunos casos se emplean designaciones distintas de mortalidad materna.

Un concepto se refiere a cualquier causa acontecida durante el embarazo o el tiempo del alumbramiento. Otra opinión tiene en cuenta los motivos directos o indirectos que ocurren después de la etapa posparto y hasta transcurrido un año después de la maternidad.

En otras palabras, la posibilidad de muerte materna guarda relación con dos aspectos fundamentales: el riesgo de mortalidad asociado a una gestación o un nacimiento vivo, y el número de embarazos que tienen durante su ciclo reproductivo.

Las organizaciones involucradas

En 2008, UNICEF, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, y la División de Población de las Naciones Unidas así como varios expertos técnicos independientes, acordaron trabajar juntos basándose en las metodologías empleadas previamente y datos nuevos, crearon a continuación un nuevo conjunto de evaluaciones mundiales que permitían realizar una comparación internacional de la mortalidad.

Mediante este proceso se generaron estimaciones para países que carecían de datos nacionales y se ajustaron las cifras disponibles con el fin de compensar los casos que resultaban insuficientes o en que las clasificaciones eran erróneas. De los 171 países que el grupo de trabajo sobre mortalidad materna analizó en relación con las apreciaciones referidas a 2006 no había números adecuados a escala nacional disponibles en 61 regiones, lo que representaba una cuarta parte del total de nacimientos en todo el mundo.

Para los cálculos correspondientes a 2005 se utilizaron números provenientes de ocho tipos de fuentes: sistemas de registro civil completos en los que la aportación de datos era óptima, sistemas de registros civil completos en los que la colaboración de datos era incierta o escasa, mecanismos directos de las organizaciones femeninas de base, estudios de mortalidad durante la vida reproductiva, registros sobre la vigilancia de enfermedades o muestreos, censos, estudios especiales y casos en que no había información nacional. Las estimaciones correspondientes a cada fuente se calcularon con arreglo a una fórmula distinta, tomando en cuenta factores como la corrección de sesgos conocidos y estableciendo unos márgenes de incertidumbre realista.

Las mediciones de la mortalidad materna se realizan con un margen de incertidumbre, haciendo hincapié en el hecho de que si bien constituyen las mejores estimaciones posibles, la tasa real puede ser mayor o menor que el promedio. Aunque es cierto que esto ocurre con cualquier estadística, el elevado grado de imprecisión en relación con las tasas de mortalidad indica que todos los puntos de referencia deberían interpretarse con precaución.

La Convención por la mujer

La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979, actualmente ratificada por 185 países, exige a sus signatarios “eliminar la discriminación contra la mujer en otras esferas de la vida doméstica y social a fin de asegurar, en condiciones de igualdad de hombres y mujeres, el acceso servicios de atención médica, inclusive los que se refiere a la planificación de la familia”. (Artículo l2.1).

Asimismo estipula que “garantizaran a la mujer servicios apropiados en relación con el embarazo, el parto, y el periodo posterior al parto, proporcionando servicios gratuitos cuando fuere necesario, y le aseguraran una nutrición adecuada durante el embarazo y la lactancia. (Artículo l2.2).

Además, en la Convención sobre los derechos del niño, los Estados parte se comprometen a “asegurar atención sanitaria prenatal y postnatal apropiada a las madres y a desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orientación a los padres, y la educación y servicios en materia de planificación de la familia. (Artículo 24) Las pruebas existentes sugieren que numerosos países no cumplen con estos compromisos.

Mejorar la salud de la mujer es fundamental para que se respeten sus derechos y de las niñas proclamadas en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y en la Convención sobre los derechos del niño, así como para alcanzar los bbjetivos de desarrollo del milenio.

la adecuada la alimentación materna –que pasa por incrementarla– favorecerá al mismo tiempo el logro de los ODM –la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2015–. La desnutrición es un proceso que con frecuencia se inicia en el útero y que, en particular en el caso de niñas y mujeres, puede durar toda la vida; una adolescente que padece retraso en el crecimiento, probablemente lo padecerá también en la juventud y edad adulta.

Además de suponer un riesgo para su propia salud y productividad, una alimentación precaria, que acarrea retraso en su desarrollo y un peso inferior al normal, aumenta las probabilidades de la mujer de padecer problemas durante el embarazo y el parto. Además las madres anémicas corren un mayor riesgo de dar a luz bebés con un peso inferior al normal, anomalía que aumenta en forma importante el riesgo de muerte del niño.

Mortalidad materna

Las estimaciones interinstitucionales más recientes de las Naciones Unidas sugieren que en 2005 fallecieron 536.000 mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto.

No obstante, puede que esta cifra no se corresponda con la realidad, dado que medir la mortalidad materna es una tarea compleja y en muchos países en desarrollo los datos que se precisan no se registran de forma sistemática. Más allá de estimarlas, determinar y registrar sus causas supone un proceso complejo.

Para poder establecer de forma concluyente que una muerte guarda relación con la gravidez o el parto, es necesario que se haya consignado con precisión tanto la causa de mortalidad como el estado del embarazo y el momento de la defunción en relación con la maternidad.

Los sistemas de registros de datos estadísticos de los países industrializados no suelen tener este grado de exactitud, y es muy común que las regiones en desarrollo carezcan de ellos por completo, sobre todo los más pobres.

Durante las dos últimas décadas se han realizado esfuerzos continuos para mejorar la obtención de información sobre este tema, en los que inicialmente participaron la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, a los que después se unió el Banco Mundial. Esta colaboración permite aunar recursos y analizar metodologías con el fin de lograr estimaciones más precisas y completas. Las cifras correspondientes a 2005 son las más exactas que existen por el momento y las únicas en las que las tendencias de la mortalidad materna han sido calculadas mediante un procedimiento interinstitucional.

En los últimos años, la comunidad investigadora ha creado nuevas metodologías para calcular el estado de salud y la mortalidad materna y neonatal y las necesidades de servicios. Los esfuerzos continúan, contribuyendo al proceso que permite llegar a unas estimaciones más precisas y completas de la mortalidad y la morbilidad materna. A su vez, la mayor precisión de los datos y de los análisis relativos a la situación de la salud y los sistemas sanitarios contribuyen a mejorar las estrategias y los marcos de actuación, los programas, políticas y alianzas –en especial los que favorecen la incorporación de la problemática de género– cuyo contenido es mejorar la salud materna y neonatal.

Existe un aspecto incontrovertible en relación con esta situación: más del 99%, según estimaciones de las Naciones Unidas correspondientes a 2005, ocurrieron en países en desarrollo. La mitad, 265.000 se produjeron en África subsahariana y otro tercio 187.000 en Asia meridional. Juntos, en estas dos regiones se registra el 84% de las muertes relacionadas con el embarazo acontecido en todo el mundo en 2005. El 22% del total de ella se produjeron en la India solamente.

En 1990 la tasa mundial se situaba en 430 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos, y en 400 por cada 100.000 en 2005, para alcanzar la meta deseada se precisará una reducción de más del 70% entre 2005 y 2015.

Las tendencias mundiales pueden ocultar las acusadas diferencias que existen entre las regiones, muchas de las cuales han logrado avances significativos en la reducción de la mortalidad materna y están sentando las bases para ulteriores mejoras incrementando el acceso a servicios básicos de maternidad.

En los países industrializados permaneció prácticamente invariable entre 1990 y 2005, en una cifra de sólo ocho muertes por cada 100.000 nacidos vivos. El acceso casi universal a una atención por parte de personal cualificado durante el parto y a la atención obstétrica de emergencia cuando se precisa ha contribuido a estos bajos niveles. Las naciones en vías de desarrollo para los que se dispone de datos registran un nivel de asistencia al parto de personal cualificado inferior al 98%, y la mayoría de ellos disfrutan de cobertura nacional.

En todas las regiones en desarrollo con excepción de África subsahariana tanto las cifras absolutas de fallecimientos como las tasas de mortalidad materna descendieron entre 1990 y 2005, mientras que en África subsahariana han permanecido prácticamente inalteradas durante el mismo periodo. Dadas las elevadas tasas de fertilidad de la región, ello ha resultado en un aumento de las cifras a lo largo de esos 15 años. En África occidental y central, se sitúa en el alarmante número de 1.100 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos, en contraste con el promedio en los países y territorios en desarrollo, de 450 fallecimientos por cada 100.000. Esta región comprende el país que presenta la tasa más elevada de muertes maternas del mundo: Sierra Lona con 2.100 por cada 100.000.

En el mundo en desarrollo en su conjunto el riesgo que una mujer padece durante de morir por causas relacionada con la maternidad es de uno entre 76, en comparación con la probabilidad de uno entre ocho en el caso de las mujeres de los países industrializados. A modo de comparación, el riesgo de muerte por causas relacionadas con la maternidad a lo largo de toda la vida es de tan sólo uno entre 47.600 para una madre de Irlanda, y de uno cada siete en el Níger, nación que registra el mayor riesgo de por vida de muerte materna.

La entega anterior de este informe se encuentra
aquí, con enlace al capítulo que lo precede.

* Periodista.

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