Una neumonía apagó este jueves la vida de Lalo Schifrin, uno de los músicos más internacionales que dio la Argentina. El pasado 21 de junio había cumplido 93 años. La revista Variety confirmó la muerte en Beverly Hills de quien vino al mundo como Boris Claudio Schifrin en 1932 y dejó bandas sonoras memorables, como la de Misión imposible.
Hijo de padre violinista, comenzó a tocar el piano a los 6 años, y su primer maestro fue Enrique Baremboim, el padre de Daniel, el futuro pianista y director. Tras recibirse en el Colegio Nacional de Buenos Aires, fue a estudiar al Conservatorio de París. En la capital francesa entró en contacto con el jazz.
“La beca no daba para mucho y había que salir a ganar un poco de plata por otro lado. En ese trajín, que duró cuatro años, aprendí muchísimo, de la música y de la profesión de músico. Eso contribuyó a la mezcla de mi formación, del mismo modo que antes habían contribuido los cines de la calle Lavalle. Tuve la suerte de poder probar y digerir mucha música y así encontrar mi propio estilo”, recordó sobre esa época, en la que fue alumno de Olivier Messiaen.
De vuelta en Buenos Aires, formó una big band y se hizo amigo de Dizzy Gillespie cuando el trompetista visitó el país en 1956. Para entonces comenzó a escribir música para cine. De 1958 es su aporte para El jefe, de Fernando Ayaña. El leitmotiv, que suena en el saxo del Gato Barbieri, se convirtió en el tema distintivo de las películas de Aries, la empresa productora del film.
La amistad con Gillespie le abrió las puertas de los Estados Unidos y colaboró con músicos como Xavier Cugat antes de instalarse en Hollywood. En la Meca del Cine, el argentino entró a lo grande en 1966 con el pegadizo tema de Misión imposible en 1966. Se convirtió en su carta de presentación, un sello distintivo. Al año siguiente compuso la música de otra serie, Mannix. Además, ya había escrito la música de las películas The Cicinatti Kid y La leyenda del indomable; esta última le valió la primera de sus seis nominaciones al Oscar.
Em 1968 compuso para cine la banda sonora de Bullit, el policial con Steve McQueen recordado por su escena de persecución. En 1971 escribió para la primera película de George Lucas, el film futurista THX 1138, además de la música de Harry el sucio y más tarde vino el tema de la serie Starsky & Hutch.
Su época dorada se ubicó entre las décadas de 1960 y 1970, periodo en el que su capacidad para fusionar géneros y estilos lo catapultó a la fama tanto en Hollywood como en el ámbito televisivo estadounidense. Las bandas sonoras de Schifrin aportaron identidad y carácter a obras que hoy son consideradas clásicos, confirmando su influencia en la industria del entretenimiento.
Shifrin mantuvo su vínculo con el jazz a través de varios discos y destacó como arreglador en los conciertos de Los Tres Tenores y en 2018 le dieron un Oscar por su trayectoria. Mientras, aportó decenas de composiciones para cine y TV, como la de Tango, el film de Carlos Saura de 1998.
En la entrevista conPáginaI12 de Argentina de hace un lustro, afirmó: «Para grabar las músicas de Mannix y Misión imposible tuve a disposición un ensamble de 35 músicos. Con esas premisas se podía desplegar otro tipo de creatividad, me parece. Hoy los estudios ahorran mucho dinero en la producción y el músico trabaja solo, asistido por la electrónica. Los resultados no siempre son buenos, sobre todo porque falta sentido del color, orquestal y armónico. Muchos compositores de hoy parecen paralíticos diatónicos».
Añadió entonces que “la música es un lenguaje universal, mi formación y mi producción tienen que ver con eso” y que «Cuando encuentro una buena melodía, siento que recibí un don. Creo que por eso tuve éxito en el cine». Entonces, al filo de los 90 años, aseguró que el éxito es «algo que no me pertenece. A veces pienso que toda esa música que compuse no la escribí yo. En realidad tomé nota de lo que me dictó Dios. Como su secretario, aprendí música para escuchar lo que me dictó».
En 2019, Schifrin obtuvo un Oscar honorario que le fue entregado por el actor y director Clint Eastwood, con quien mantuvo colaboraciones relevantes a lo largo de su trayectoria. Este galardón representó la consagración oficial de una carrera dedicada a crear universos sonoros para el séptimo arte.
La noticia de su fallecimiento impactó tanto en Argentina como en la escena internacional, donde el nombre de Schifrin quedó vinculado de manera indeleble a la historia de la música moderna. La muerte del compositor representa la pérdida de una de las figuras más relevantes de la composición argentina y universal.
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