Música y narcotráfico: La industria del “narcocorrido”

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Verónica Benaim*

En México existen diversas manifestaciones culturales y sociales que giran en torno al negocio del tráfico ilegal de drogas. A éstas expresiones varios autores la llaman ”narcocultura”.Podría decirse que la Narcocultura es un universo en el que surgen trasformaciones culturales y donde emergen nuevos actores sociales que poseen su propio lenguaje, medios de comunicación y vestimenta. De esta forma, el mundo narco encontró la manera de legitimarse en la sociedad.

El Licenciado en Letras y Periodista mexicano, Avelino Gómez Guzmán se refiere a este tema en su artículo “El Narcocorrido” publicado en el portal Alma Magazine. Guzmán explica que “quizá la corrupción del sistema de gobierno fue clave para que los cárteles y capos se forjaran un imperio de impunidad y descaro”.

En México, las manifestaciones más populares de la Narcocultura son los llamados Narcocorridos. Se trata de canciones populares que dieron apoyo, publicidad y complicidad social a los capos y mafiosos más renombrados.

El narcocorrido es una derivación del corrido, género musical tradicional y muy significativo para los mexicanos que viven en los estados del norte del país como Sinaloa, Sonora, Nayarit, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán y Baja California.

El corrido es una narración cantada que cuenta, de manera concreta, las historias sentimentales de los habitantes de una comunidad y sus problemas más cercanos.

Históricamente, versaban sobre temas amorosos y relatos de hechos que vienen desde los días de la Independencia hasta la Revolución Mexicana. Además, cientos de corridos se han inspirado en las figuras de líderes populares como Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Sin embargo, en la segunda mitad de la década de los setenta aparecen los corridos con temáticas propias de indocumentados mexicanos y de algunas actividades delictuosas como el contrabando de drogas, llevadas a cabo en la frontera que separa México de Estados Unidos. (Ver: “Dinero y violencia en la tierra de los narcos”. APM 04/04/2009)

De esta manera, se comienzan a retratar los hechos y situaciones de los inmigrantes mexicanos en el país del norte y las hazañas de pequeñas mafias que operaban en los estados del sur de Estados Unidos.

Los Tigres del Norte, son el grupo pionero en componer corridos cuyo tema principal es el narcotráfico. En 1973 lanzaron un disco que fue clave para la música popular mexicana. Se tituló Contrabando y Traición. Las canciones seguían la melodía del corrido tradicional mexicano pero con una temática que para muchos no era de gran importancia hasta ese momento.

Luego de este disco, empiezan a aparecer otros Narcorridos como La banda del carro rojo o La camioneta gris, entre los más destacados. Sus personajes son siempre mexicanos o chicanos (población mexicana del sur de Estados Unidos) que se mantenían al margen de la ley, desplazando a los que en los corridos pasados representaban a héroes e ideales revolucionarios.

El mencionado Gómez Guzmán comenta que “Contrabando y Traición es la historia de un hombre y una mujer mexicanos, que desde Tijuana recorren parte de California para entregar un cargamento de marihuana en Hollywood. La droga, dice el corrido, la llevaban oculta en las llantas del carro. Al concretar la operación, la mujer asesina al hombre, tras descubrir que después de esa aventura él iba a tomar un camino diferente: `Sonaron siete balazos, / Camelia a Emilio mataba / la policía sólo halló / una pistola tirada / del dinero y de Camelia / nunca más se supo nada`”.

De esta forma, Emilio Varela y Camelia La Texana pasaron a ser contrabandistas popularizados y mitificados como buenos bandidos en esta nueva etapa del corrido.

Noé Torres Briceño en su artículo “Héroes de los Narcocorridos” sostiene que: “Los Narcocorridos narran las ejecuciones, historias de amor, de muerte y traición de todos aquellos implicados en el llamado negocio. También se refiere a los judiciales, empresarios, políticos y líderes de los cárteles como el desaparecido Amado Carrillo, quienes, se sabe, llegaron a pagar fuertes cantidades de dinero para que su biografía quedara inmortalizada en una copla”.

Cultura industrializada
Para Fernando Martínez Vázquez, investigador de la UNAM, en la actualidad el corrido se ha desvirtuado de lo que fue en sus inicios, transformándose en lo que llama “un fenómeno de la cultura de masas”.

Según Martínez Vázquez, sus coplas se han convertido en un negocio redituable para los realizadores y ya son pocos los grupos que lo han mantenido como fue en sus orígenes.

“Al ser un relato que agrada a la gente y les ofrece elementos de identidad y de diversión, el corrido se ha convertido en un artículo consumible y el público empieza a comprar corridos y escuchar las estaciones que los difunden y lejos de una manifestación de la cultura popular, se convierte en un elemento que deja dinero”, finaliza Martínez Vázquez.

Por otro lado, la periodista e investigadora de violencia ligada al narcotráfico de la Universidad de Texas, Gabriela Polit, comentó a APM que: “La industria cultural maneja este negocio y hace mucho dinero. Hasta los mismos traficantes alimentan a estos grupos fomentando un discurso en el que se afirma que esta música es una forma de expresión cultural”.

En este sentido, Elijah Wald, ex Guitarrista de blues que escribió un libro sobre el tema, explica que: “el primer paso que da un narcotraficante luego de llevar a cabo un buen golpe es contratar a una de estas bandas para que escriban una canción que narre la gran hazaña. Ante los medios, muchos grupos niegan que reciban dinero de las mafias por crear estas canciones. Sin embargo, otros muchos reconocen haber recibido un gran jeep o regalos por el estilo, si la canción le gustó a quien los contrató”.

Siguiendo esta línea, la periodista guatemalteca Lorena Seijo afirma en su nota “Música para narcos”, publicada en el portal Prensa Libre, que “intérpretes mexicanos de este género han visitado Guatemala para ofrecer conciertos privados, por cantidades millonarias, en las casas de los capos del país. Al igual que en México, los traficantes compiten por contar en sus festejos con los mejores grupos, y, por supuesto, les piden que sean fieles. No pueden decir ni una palabra de lo que vean en la fiesta; tampoco ir a cantar para sus competidores”.

Además, la periodista indica que “los productores musicales afirman que los grupos cobran entre 100 mil y 200 mil dólares por concierto privado”.

Música peligrosa en expansión
En la actualidad, la popularización del Narcocorrido tiene mucho que ver con la comercialización enorme de este tipo de producciones. Las compañías discográficas promueven a los compositores y grupos musicales que interpretan el género en la radio y en la televisión.

Lo que empezó como un fenómeno fronterizo se ha convertido incluso en un fenómeno de expansión. En el sur de Estados Unidos (en lugares como California, Texas, Florida y otros sitios con una gran población latina), se ha extendido su influencia y actualmente está formando parte del multimillonario mercado estadounidense.

Según una nota publicada en el portal digital BBC Mundo, el mercado de música popular mexicana (incluyendo el género en cuestión), “alcanza cifras anuales de 300 millones de dólares, y la ciudad de Los Ángeles se ha convertido en el centro de la industria de los Narcocorridos”.

También se escuchan en otros países latinoamericanos como Colombia, Guatemala, Ecuador y El Salvador.

Sin embargo, en los estados mexicanos Baja California, Sinaloa y Durango los Narcocorridos han impactado profundamente sobre jóvenes y niños. Lo que da como resultado una gran influencia de este tipo de conductas por fuera de la ley.

“Parte de ese impacto, se atribuye a la difusión de música de corte norteño que reseña la vida y muerte (real o ficticia) de personajes ligados al narcotráfico, que termina por influir a jóvenes y niños que sueñan con emularlos en poder, dinero y armas”, indicó el investigador universitario en conductas sociales, Tomás Guevara Martínez.

En Sinaloa, esta música fue censurada por presión de las autoridades, ya que la consideran peligrosa. Las estaciones de radio y televisión desde enero de 2001, como parte de un programa de combate al tráfico de drogas, tenían prohibida su difusión. No obstante, el mercado encontró otras alternativas de divulgación a través de su reproducción masiva en cassetes y discos compactos para consumo particular.

Con respecto a lo que se viene escribiendo, Mari Luz González, portavoz de Fonovisa Records (representante de Los Tigres y otros exponentes del Narcocorrido) niega que los artistas idealicen la vida de los traficantes de droga y afirma que "simplemente cuentan una historia, no la promueven".

La música es, sin dudas, una forma de expresión de la realidad. Es un principio de identidad, pero también dentro de las políticas del mercado, se convierte en un gran negocio.

Mediante el Narcocorrido, la cultura popular recoge, difunde e inmortaliza los acontecimientos que le afectan. Cuando una manifestación popular se impone, alguna importante razón la motiva.

Si el “Narcocorrido” se impuso con historias de narcos, dinero y hazañas en la frontera estadounidense, quiere decir que el mexicano común tiene algo para decir. Quien quiera oír, que oiga.

 *Periodista de la Agencia de Prensa del Mercosur, Universidad de La Plata, Argentina

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3 Comentarios
  1. monica diaz ulloa dice

    excelente eñl trabajo de mi amiga Vero !! felicitaciones !

  2. Fabián dice

    Hola, me encantó la nota, me parece que está excelente, muy clara y gráfica. Excelente periodista, ya leí varios artículos uno mejor que el otro!!!
    Felicitaciones!!!

  3. vero dice

    Hola soy Verónica Benaim, quería agradecerles por levantar mi nota y publicarla. Por otro lado, mi apellido va sin acento.
    Besos
    Verónica

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