Nabil Kanso: sub especies temporis nostri

1.998

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La pintura no es otra cosa que un acto de fe, que dilatar en el tiempo un presente inasible y, conservar el ayer en la memoria del hombre. La pintura de Kanso es un lenguaje, una ética, un estilo vital; lo es por su precisión por su fervor, por su fuego, por su álgebra, por la armoniosa convivencia continua de destreza, de forma y de color. Un estilo de enfrentarse sin cesar con el inasible Universo.

fotoSu método, como el de todos los maestros genuinos, es directo. Su pintura, como toda aquella que no se conforma con ser un mecanismo artesanal, dice mas de lo que propone su autor. Su casi algebraico rigor, la oposición de forma y color, la repetición de trazos y motivos, dan al cuadro, a los cuadros, una ilusoria exactitud. Un cuadro es otra manera de fijar el tiempo, el cambio, los acontecimientos, otra manera de encerrar el tiempo en el espacio. El espacio de un cuadro es la imagen inmóvil del tiempo trampeando la eternidad.

Pintar es frotar un color con otro, una forma con otra, buscando iluminar al observador. Nabil Kanso fija en colores y formas los fenómenos de la sociedad humana, y en su serie Apocalipsis esos fenómenos son la destrucción, la muerte, el dolor, la venganza. Toda pintura de esta serie es una recapitulación sobre el dolor y la muerte en la tierra, una cadena de sorpresas brutales que golpea al espectador -o «mironeador «- en el plexo solar.

fotoLos muertos de todas las muertes toman forma viva en estos cuadros. Kanso pinta con trazos y colores justos. Es un oscuro afán de justicia en el tema, justicia en el color, justicia en la forma. En su obra la justicia toma color oscuro en sus naranjas, rojos, blancos. Es de color fuego esa justicia negra, justicia con color de dolor, justicia en la denuncia de la destrucción que perpetran los hombres sobre la tierra.

No hay actos impunes: cada uno nos atrae o rechaza con respecto al universo posible sugerido por el pintor. Pero ser pintor en EEUU, en New York, en Atlanta, en la tierra de los dos Walt, Whitman y el otro -el Disney- no es parvedad. Sugerir y mostrar el mal, la maldad radical que es esencia del hombre que está demoliendo la (falsa) corteza dise?ada por los dos Walt para su sociedad, parece, de antemano imposible. Los dos Walt pertenecen a la » Ecclesia visible «; Kanso pertenece a la «Ecclesia invisible» -olvidada de toda sociedad-: ha logrado con ferocidad, con destreza y, ¿por qué no? con humor, con absoluto dominio del espacio, de la línea, el color y la forma, traernos de regreso al mundo terrenal, a ese verdadero mundo nuestro que se nos escapa banalizado por la noción de progreso, por la Fe y por el optimismo bobalicón de los dos Walt.

fotoSus cuadros, sus infinitos cuadros nos remiten al universo cerrado y asfixiante de la condición humana.

Nabil Kanso se definiría quizás como expresionista figurativo. Yo que no creo en definiciones, hablaría de él como un paisajista, un diestro paisajista que pinta la obra de un mundo que aparece oculto -u ocultado- a los ojos distraídos del observador. Nabil Kanso, como profeta de la Ecclesia invisible, tiene, a mi entender, dos precursores. Solo dos. Uno, en este siglo: George Orwell. Otro, en el pasado de su adoptado país: Mark Twain, el Twain de «no me pregunto de que raza es un hombre; me basta que sea humano: nadie podría ser nada peor».

Si esos entes platónicos llamados escuelas de pintura existieran, podrían ser reducidos a «La Escuela de la Mala Pintura» y «La Escuela de la Buena Pintura». Nabil Kanso es devoto oficiante de ésta última.
—————————–
*Médico y escritor argentino.
Artículo publicado en el segundo número de la revista caraqueña de cultura Cuaderna -de vida intensa y efímera- en 1987.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.